Una orquesta de niños de la calle como alternativa a la guerra contra las drogas - Alfa y Omega

Una orquesta de niños de la calle como alternativa a la guerra contra las drogas

El arzobispo de Manila, cardenal Luis Antonio Tagle, ha explicado en Italia algunos de los proyectos de la Iglesia en su diócesis para prevenir el tráfico de drogas y ayudar a las fuerzas de seguridad a combatirlo de forma respetuosa con las personas

SIR
Foto: CNS

Alrededor de 300 soldados y policías ya han asistido a cursos de formación organizados por la archidiócesis de Manila para luchar contra la guerra contra las drogas del presidente filipino Rodrigo Duterte. Las ejecuciones extrajudiciales por parte de miembros de las fuerzas de seguridad con licencia para matar han causado hasta ahora miles de víctimas, a veces inocente y siempre de las comunidades más pobres.

En vez de simplemente criticar la violencia, el arzobispo, cardenal Luis Antonio Tagle, ha elegido el camino del diálogo y de propuestas proactivas. Además de cursos para las fuerzas del orden, ha puesto en marcha programas para la rehabilitación de drogadictos jóvenes, clases de violín para salvar de la delincuencia a niños de la calle y formación en las comunidades de base. Lo explicó durante el Festival de la Misión que se celebró del 12 al 15 de octubre en Brescia (Italia), como recoge la agencia de la Conferencia Episcopal Italiana, Sir, en esta entrevista.

¿Cómo está viviendo la presidencia de Duterte?
Estuve nueve años en el seminario bajo la dictadura de Marcos, para mí no es algo nuevo. Cada presidente tiene un mandato de seis años y luego hay otro presidente. Tuve suerte porque, incluso si fue un momento difícil, en el seminario aprendí el movimiento de la no violencia activa, basado en lo que dice la Biblia: el mal crece si respondo al mal con mal. Si alguien llora, yo sonrío y él deja de llorar. Es una disciplina interna difícil, pero con determinación funciona.

¿Cómo se relaciona con el Gobierno?
En este momento la Iglesia está diciendo al Gobierno que el problema de las drogas es grave y no podemos fingir que nada ha pasado. Muchas familias son destruidas por las drogas y el alcohol. Agradecemos los esfuerzos del Gobierno y las personas de buena voluntad para buscar una solución, y la Iglesia también quiere contribuir, de acuerdo con sus capacidades y misión. Sin embargo, hay una diversidad en los enfoques.

Personalmente mantengo abierta una línea de comunicación con el presidente. Si existe la posibilidad, voy directamente al diálogo. Otra forma es proponer programas concretos. En la archidiócesis de Manila, por ejemplo, comenzamos en una parroquia un programa para la rehabilitación de jóvenes toxicómanos, en colaboración con la policía y la alcaldía. Hacemos actividades de asesoramiento familiar, Caritas ayuda a encontrar trabajos o becas, y la comunidad está a cargo de varias responsabilidades. Utilizamos un enfoque positivo y proactivo.

El cardenal Luis Antonio Tagle. Foto: CNS

¿Y cómo responde el presidente Duterte?
Hace dos semanas recibí un mensaje de un secretario suyo: dice que están muy interesados en el programa de la Iglesia y quieren saber cómo las parroquias están avanzando.

¿Aún se permite a la policía matar?
No quiero juzgar, pero para responder a esta pregunta convoqué a los generales y los jefes de los cuerpos de seguridad que intervienen en la guerra contra las drogas. Fue una conversación serena y humana. Puse a su disposición, de parte de la archidiócesis, una formación continua dirigida a los policías y militares. Los generales la aceptaron. Y ya hay tres grupos que la han terminado. En lugar de criticar, proponemos.

¿Qué enseñan durante estos cursos?
Comenzamos con cosas muy humano. Por ejemplo, participé en una sesión para hacer comprender diplomáticamente que cada persona es el resultado de un pasado y una historia hecha de sombras y luces. Cada grupo está compuesto por 80 o 100 militares y policías de todos los niveles. Son musulmanes, protestantes y católicos.

También implicamos a los generales y a los oficiales de policía retirados. El presidente dijo que quería aprender el plan de la Iglesia.

Hasta el momento han muerto asesinadas miles de personas. ¿Espera que cambie algo con estas iniciativas?
Esperamos, esperamos, esperamos, esperamos. También es importante la formación a las comunidades de base, para que vigilen las calles y ayuden a las familias, especialmente a los jóvenes. La pobreza es uno de los motivos del fenómeno de la droga. Hace poco hablé con mis compañeros de la universidad porque este año celebramos el 40º aniversario de la promoción. Los he convencido para que hagan algo por los niños de la calle, vulnerables a la prostitución y las drogas. Donaron 36 o 38 violines, y hace un mes comenzaron a dar clases de música para los niños de la calle.

Mi sueño es que durante la primera Misa de la novena de Navidad, esta orquesta pueda tocar en la catedral de Manila. Cinco horas de ensayos son cinco horas que están lejos de la calle y de las malas influencias. La crítica está bien, pero si va acompañada de propuestas.

¿Por qué tantas personas en un país mayoritario católico apoyan a un hombre fuerte como Duterte?
Algunos de nuestros sacerdotes diocesanos han realizado encuestas informales: la gravedad del problema de las drogas ha llevado a las personas, especialmente a los padres, a la desesperación. Como cristianos creen, a nivel doctrinal y moral, que la vida de toda criatura como un don de Dios, pero los padres sienten una fuerte desesperación existencial y no saben a dónde ir para encontrar soluciones al problema de las drogas. Este gobierno propone una solución y los padres dijeron: «Intentémoslo». Pero lo hicieron por desesperación.

Patrizia Caiffa / SIR