¿Qué sentido tiene la actividad diplomática de la Santa Sede? - Alfa y Omega

¿Qué sentido tiene la actividad diplomática de la Santa Sede?

Un servicio a la paz explicado por el secretario de Estado vaticano Pietro Parolin, que se encuentra en visita oficial a Bielorrusia

Aleteia

Con el fin de tratar de negociar una solución pacífica al conflicto ucraniano que tiene como polo extremo a Rusia, el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Pietro Parolin, se encuentra del 12 al 15 de marzo de visita oficial en Minsk, Bielorrusia –país del Este de Europa que está jugando un papel mediador en la crisis de Ucrania– para encontrarse con las autoridades civiles y religiosas.

Precisamente este miércoles 11 de marzo, un día antes de iniciar esta visita, el cardenal Parolin ofreció una conferencia académica en la Universidad Gregoriana de Roma titulada La actividad diplomática de la Santa Sede al servicio de la paz.

El cardenal dedicó cincuenta minutos a explicar la acción diplomática de la Santa Sede, que mantiene «relaciones estables con 176 Estados, incluidos Palestina y la Unión Europea». «Números que no reflejan un poder, sino una extensión del trabajo cotidiano» de la Sede apostólica liderada por el Sucesor de Pedro.

El Papa Francisco es un diplomático

Al respecto, «sin duda el primer diplomático de la Santa Sede es el Papa Francisco», dijo ilustrando el liderazgo del Pontífice para promover la paz y la armonía entre las naciones. Así ocurrió en la intermediación histórica en el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos.

«La diplomacia de la Santa Sede tiene una clara función eclesial: es ciertamente el instrumento de comunión que une al Romano Pontífice con los obispos que encabezan las Iglesias locales o que permite garantizar la vida de las Iglesias locales con respecto a las autoridades civiles», afirmó Parolin.

Acción diplomática para acabar con los males del mundo

Sobre la diplomacia de la Santa Sede sostuvo: «Me atrevería a decir que es también el vehículo del Sucesor de Pedro para llegar a las periferias, sean las de las realidades eclesiales o las de la familia humana».

«En el ámbito de la sociedad civil, la ausencia de la Santa Sede en los diversos contextos intergubernamentales ¿de cuántas orientaciones éticas privaría a la cooperación, al desarme, a la lucha contra la pobreza, a la erradicación del hambre, a la cura de las enfermedades, a la alfabetización?», planteó.

En diversas partes de sus discurso, citó al Papa, «Me pongo triste cuando escucho palabras de victoria y derrota porque la única palabra justa es la paz», recordó Parolin, líder de la diplomacia de la Santa Sede, explicando que la «la acción diplomática» está llamada a actuar para facilitar la coexistencia y la convivencia entre las diversas naciones.

La complejidad de la acción diplomática

En un contexto aún más amplio, el cardenal Parolin declaró que la acción diplomática de la Santa Sede requiere elaboradas «respuestas concretas en términos jurídicos para prevenir, resolver o regular conflictos y evitar su posible degeneración en la irracionalidad de la fuerza de las armas».

Pero, «observando el perfil sustancial –continuó– se trata de una acción que muestra cómo el fin perseguido es en primer lugar religioso, es decir, forma parte del ser verdaderos artífices de paz y no artífices de guerras o, por lo menos, artífices de malentendidos», como recuerda el Papa Francisco.

En este sentido, expresó que la fraternidad entre las naciones es sinónimo de «colaboración fáctica, de cooperación verdadera, concorde y ordenada, de una solidaridad estructurada en ventaja del bien común y del bien individual».

El bien común

Por otro lado, remachó que el «bien común» tiene más de un lazo con la paz. «La Santa Sede, en sustancia, actúa en el escenario internacional, no para garantizar una seguridad genérica -que se ha hecho muy difícil en este período de inestabilidad perdurable- sino para sostener una idea de paz, fruto de relaciones justas, de respeto de las normas internacionales, de tutela de los derechos humanos fundamentales, empezando por los de los últimos, los más vulnerables».

Entretanto, explicó el cardenal Parolin, «a la diplomacia pontificia compete la tarea de trabajar en pro de la paz siguiendo los modos y las reglas que son propios de los sujetos de derecho internacional».

En relación con la tarea del diplomático, sostuvo que es una misión que se realiza en el silencio y recordó la labor que realizan los nuncios apostólicos, es decir, los diplomáticos al servicio del Papa en los diferentes países. Es un trabajo de «persuadir con discreción y en el silencio».

Ary Waldir Ramos Díaz / Aleteia