Como ovejas en medio de lobos - Alfa y Omega

Como ovejas en medio de lobos

La Custodia Franciscana lleva ocho siglos de presencia ininterrumpida en Tierra Santa. Los frailes han sufrido martirios y persecuciones, guerras e intifadas, pero siempre han permanecido al lado de su pueblo, sembrando, poco a poco, la semilla de la paz en medio de la violencia y el odio. «Los franciscanos son ejemplo de tolerancia, solidaridad, voluntad de entendimiento y perseverancia», afirma Juan José Escobar, cónsul de España en Jerusalén. Ahora, diversas personalidades piden para ellos el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia 2014

Cristina Sánchez Aguilar
La Custodia Franciscana lleva años trabajando en la mediación política entre Israel y Palestina

Desde que Israel emprendió, hace dos semanas, su ofensiva contra la franja de Gaza, habían muerto hasta el martes, en Palestina alrededor de 600 personas, la mayoría civiles. Una quinta parte, según datos ofrecidos por UNICEF, son menores. A este número de muertes, hay que sumar la treintena de militares israelíes –y dos civiles– que han fallecido en la contienda. La situación, cuya beligerancia va in crescendo, ha sido calificada por la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU de devastadora.

Ante esta situación, el Santo Padre, que visitó recientemente la Tierra Santa, pidió el domingo, en el ángelus, a todos los fieles que «sigan rezando por la paz». También telefoneó personalmente al Presidente israelí Shimon Peres y al Presidente palestino Mahmud Abás, para compartir con ellos su preocupación. Según el comunicado emitido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Papa compartió con sus interlocutores, «a los que considera hombres de paz y que desean la paz, la necesidad de seguir rezando y esforzándose para conseguir que todas las partes interesadas y todos los que tienen responsabilidades políticas se comprometan al cese de toda hostilidad y actúen en favor de una tregua, de la paz y de la reconciliación de los corazones».

Esta llamada se produjo semanas después de que el Papa se reuniese en Roma con ambos mandatarios, un encuentro de oración único que tuvo un promotor en lo escondido. Fue el Custodio de Tierra Santa, el italiano Pierbattista Pizzaballa, quien, siguiendo el ejemplo de san Francisco, lleva años trabajando por forjar el diálogo y la convivencia pacífica. Esta intervención forma parte de una larga lista de intervenciones «que los religiosos franciscanos han realizado durante siglos, con mucha discreción, por razones de humildad y eficacia». Lo asegura el cónsul de España en Jerusalén, don Juan José Escobar, admirador del trabajo de los franciscanos y una de tantas personalidades que ha respaldado con especial interés la candidatura de la Orden al Premio Príncipe de Asturias a la Concordia 2014. Le acompañan en el apoyo, entre otros, el ex ministro Marcelino Oreja; el ex Secretario General iberoamericano, Enrique Iglesias; el Gran Muftí de Jerusalén; el ministro para Asuntos cristianos del Gobierno palestino; o el Presidente de las comunidades sefardíes de Jerusalén.

«La Custodia desarrolla, entre otras cosas, una importante labor de mediación política», asevera don Juan José, en una carta dirigida al Presidente de la Fundación Príncipe de Asturias, don Matías Rodríguez. Abás comenzó su intervención en Roma parafraseando al santo de Asís con su Señor, hazme instrumento de tu paz. Algo ha calado. Pero no sabemos muchos más detalles de este trabajo, «por deseo expreso de la Custodia», afirma el cónsul. Aunque hay casos tan sonados como el de la ocupación de la basílica de Belén por parte de militantes palestinos durante la Segunda Intifada. «En el año 2002, tras la entrada de cerca de 200 palestinos –40 de ellos armados–, el ejército israelí sitió la basílica», explica don Juan José. Gracias a los franciscanos, tras 39 días de sitio, la crisis se solventó sin violencia ni detenciones. «Los frailes franciscanos han demostrado durante sus ocho siglos de presencia ininterrumpida en Tierra Santa su tolerancia, solidaridad, voluntad de entendimiento y perseverancia», continúa don Juan José Escobar.

Para el español Artemio Vítores, hasta hace unos meses vicecustodio de Tierra Santa, no hay heroicidad, sólo aceptación del carácter martirial de la Custodia e imitación de su fundador. Fue en 1219 cuando Francisco, durante la quinta Cruzada, se encontró con el Sultán, a quien habló de amor en lugar de espada. «El sultán se quedó admirado. Dijo que no era como los demás cristianos, y le perdonó la vida», explica Vítores. Así comenzó la historia de los franciscanos, con un diálogo.

Para los franciscanos, la educación es uno de los caminos más importantes para la paz. Por eso, desde el siglo XIX, se afanan en construir colegios en la zona

Educación, instrumento de paz

El padre Artemio reconoce que «sólo hay dos modos de alcanzar la paz en la zona: con el diálogo y a través de la educación». El franciscano, que ha vivido siete guerras y dos intifadas en los 43 años que lleva en la Tierra del Señor, afirma que «los muros que hay entre unos y otros no son sólo físicos, sino que, sobre todo, están en el corazón». Y pone un ejemplo revelador: «En 2002, durante la segunda intifada, vinieron al convento de San Salvador albañiles palestinos y trabajadores de la telefónica de Israel. Un día encontré a los dos jefes charlando en el pasillo y me acerqué a decirles lo fácil que era el diálogo. Y el hombre israelí contestó algo que define muy bien la situación: Con él se puede hablar, pero con gente como Hamás, o con los grupos radicales judíos, no se puede. Porque sólo piensan en matar a mis hijos y a sus hijos. Éste es el problema», afirma el padre Vítores. «El fundamentalismo es lo que mata. Y se fomenta en las escuelas, en las sinagogas y en las mezquitas», añade.

Por eso, desde el siglo XIX, los franciscanos comenzaron a levantar colegios en la zona. El padre Marwan, director de la escuela de chicos de Belén -al que acuden niños cristianos y musulmanes-, señala que «la educación es la base para promover la paz, porque es una cuestión de mentalidad, y la mentalidad se forma en la infancia. Por eso, el programa educativo de los colegios franciscanos incluye valores de paz y fraternidad. Enseñamos a los alumnos que ser distinto no es malo, pero que cada uno tiene que seguir su camino sin dañar al diferente». Estos días, en los momentos más crudos del conflicto, «nos esforzamos en que no se alimente el odio, y explicamos a los niños que el problema sólo se resolverá a través de la justicia». En la actualidad, los frailes franciscanos dirigen 16 escuelas con más de 400 profesores y 10.000 alumnos de todas las confesiones.

La labor de los franciscanos de la Custodia no se limita a ser instrumentos de paz y a dirigir colegios. Ni tampoco se limita a la Tierra Santa. Además de mantener y custodiar 74 lugares bíblicos en Oriente Próximo y ejercer su pastoral en 29 parroquias y 79 iglesias, la atención a los refugiados es una constante. Especialmente en Siria, donde los religiosos permanecen, desde el inicio del conflicto, al lado de la población, aun a costa de su vida. De hecho, el lunes por la mañana, un misil destruyó por completo el convento de Yacoubieh, cerca de la frontera con Turquía. Providencialmente, el fraile estaba fuera.

También «es muy importante la labor de apoyo a los más desfavorecidos a través de múltiples proyectos, sobre todo con las comunidades árabes de Tierra Santa», señala Escobar. Por poner un ejemplo, la Custodia sostiene la Obra de las casas, un programa de ayuda para el acceso a la vivienda. También han puesto en marcha programas de creación de empleo para una población cuya tasa de desempleo ronda el 70 %. «Si no tienes nada para comer, ni dónde vivir, no se puede vivir en paz», afirma el padre Artemio Vítores; por eso, es importante «que trabajen. Y este trabajo lo generan, en parte, las peregrinaciones».

Otro de los motivos por los que la Custodia es candidata merecida a los Premios Príncipe de Asturias es por su relación con nuestro país. España es la nación occidental que mayor compromiso ha tenido con la protección de los santos lugares. «Durante siglos, fuimos su principal sostén económico. Pocos saben que el rey Felipe II, en 1557, o el rey Felipe V, en 1719, financiaron la restauración del Santo Sepulcro», señala el cónsul. También, gracias a los españoles, se han mantenido la basílica de la Natividad en Belén, la iglesia de San Juan de la Montaña , el convento de San Salvador y la capilla de la tumba de la Virgen María.

Esta aportación económica se la conoce con el nombre de Obra Pía, que depende del Ministerio de Exteriores y que hoy desarrolla en Jerusalén dos actividades, explica Escobar. Una es el apoyo al colegio de El Pilar, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, regentado por las Hermanas del Calvario. «Ofrecen educación a más de 300 alumnos de familias con bajos ingresos», afirma. Y además de aportaciones para proyectos puntuales, apoya la labor de la Casa de Santiago, sede del Instituto Español Bíblico-Arqueológico, con becas para investigadores.