Manos Unidas pide sobriedad en Navidad - Alfa y Omega

Manos Unidas pide sobriedad en Navidad

Ricardo Benjumea
Foto: Diócesis de Jaén

Con la llegada de la Navidad y el final del año, Manos Unidas afronta la última fase de su campaña El mundo no necesita más comida. Necesita más gente comprometida. Se han intensificado los anuncios en medios de comunicación para sensibilizar sobre la importancia de adoptar estilos de vida más sobrios y solidarios, y denunciando que un tercio de los alimentos comprados terminan en la basura, generando perniciosos efectos en los mercados internacionales que provocan que 815 millones de personas pasen hambre en el mundo.

«En esta Navidad, queremos invitar a las personas a tomar conciencia de nuestro papel como consumidores», explica María José Hernando, del departamento de Estudios y Documentación de la ONG para el desarrollo de la Iglesia en España. «Les proponemos que piensen en algunas cosas que compramos que no son necesarias o han sido producidas en condiciones de explotación. La producción de alimentos o de ropa que luego vamos a desperdiciar implica contaminar el planeta y un gasto inútil de energía. Aumentar los precios de los productos básicos como los cereales, por un consumo que acaba en la basura, causa el hambre o la muerte a millones de personas», al incentivar la especulación con estos alimentos, aumentando su precio hasta niveles inasequibles para muchos. «La solidaridad supone aprender a valorar la sencillez y la sobriedad, atender el grito de los pobres y del planeta, y comprometernos en un consumo responsable que promueva un progreso más humano», asegura Hernando.

«El hambre –prosigue la experta– es el mayor riesgo para la supervivencia de la humanidad, ya que mata a más personas que le SIDA, la malaria y la tuberculosis juntos». «La mayoría de los hambrientos están en las regiones en desarrollo, donde Manos Unidas acompaña a las comunidades más pobres y vulnerables en su lucha por su derecho a la alimentación», promoviendo «modelos de producción agrícola respetuosos con el medioambiente y con las tradiciones culturales de los pueblos al margen de las redes especulativas». Pero para que tengan incidencia real, estas medidas deben complementarse con una labor de sensibilización en los países ricos que ponga coto al «desperdicio de alimentos», constata María José Hernando.