La santa que descubrió que ¡Dios está entre los pucheros! - Alfa y Omega

La santa que descubrió que ¡Dios está entre los pucheros!

José Antonio Méndez
Teresa fue siempre, siempre, siempre muy amiga de Jesús

En marzo de 2015, se cumplirán 500 años desde que nació santa Teresa de Jesús.

Seguro que has oído hablar de ella, pero, por si no sabes quién es, la editorial Edebé acaba de publicar un libro ilustrado: La vida y obra de Teresa de Jesús. La autora, que se llama Rosa Navarro, cuenta lo que hizo y escribió Teresa de Jesús, una de las santas más importantes de nuestra historia. Eso sí, hay que tener en cuenta que los lectores más peques (los que tengan menos de 12 años) quizás no entiendan bien algunas de las ilustraciones del cuento y algunos de los pasajes de la vida de santa Teresa, y van a necesitar que un mayor se los explique.

Escribió tanto, y tan bonito, que se convitió en una de las mejores escritoras de su tiempo

Teresa nació en Ávila, en una familia numerosa: eran ¡12 hermanos! Quería mucho a sus padres, que le enseñaron a rezar, y a leer y a escribir cuando casi nadie lo hacía. Le encantaban dos tipos de libros: los de caballerías, o sea, de aventuras, y los que contaban historias de santos. Porque Teresa fue siempre muy amiga de Jesús. Cuando tenía 12 años, se quedó huérfana de madre y se fue corriendo ante una imagen de la Virgen para pedirle que, a partir de ese momento, la Madre de Jesús fuese también madre suya. ¡Y María escuchó su oración!

A los 16 años, ingresó en un convento de monjas agustinas, y como era muy simpática y tenía mucha energía e inteligencia, y, sobre todo, quería muchísimo a Jesús, se sentía muy feliz. Sin embargo, se puso muy enferma y tuvo volverse a casa. Cuando se recuperó, volvió entregarse a Dios en un convento de carmelitas. Al poco tiempo, volvió a ponerse muy enferma, y sólo podía pasar las horas leyendo libros sobre cómo conocer mejor a Jesús y rezando mentalmente. Cuando se puso buena, siguió siendo la misma monja activa de siempre. Se llevaba muy bien con el resto de las carmelitas, las ayudaba a rezar y les decía que Dios está en todas partes, incluso entre los pucheros de la cocina. Eso sí, también se dio cuenta de que sus amigas monjas no se entregaban a Dios como habían prometido, y empezó a proponerles una vida más sencilla, humilde, centrada en la oración y sin perder la alegría. Así empezó a reformar la Orden carmelita. Poco a poco, empezó a recorrer España y a fundar conventos. Esto le costó disgustos y esfuerzos, pero no perdía el ánimo. En su oración, Jesús le concedió el don de verle y escucharle con los ojos del corazón, y de sentir su alma tan unida a Él como si estuviera en el cielo. Además, empezó a escribir poemas preciosos, consejos para sus monjas, libros sobre oración… Escribió tanto y tan bien que se convirtió en una de las mejores escritoras del Siglo de Oro, y sus libros siguen leyéndose por todo el mundo. En sus fundaciones, vivió mil peripecias, alguna realmente graciosa. Y aunque tuvo que soportar muchas humillaciones, enfermedades e incluso la persecución de los poderosos, nunca perdió la alegría ni la confianza en Dios. Su vida es digna de ser conocida e imitada. ¿Te animas tú a hacerlo?