Gosta Esping-Andersen: «Los hombres tienen que implicarse más en el hogar» - Alfa y Omega

Gosta Esping-Andersen: «Los hombres tienen que implicarse más en el hogar»

En el año 2100, España tendrá sólo 15 millones de habitantes, lo que acarreará desastrosas consecuencias sociales y económicas. Gosta Esping-Andersen, coordinador del estudio El déficit de natalidad en Europa, de la Fundación La Caixa, afirma que la fecundidad es una urgente cuestión de interés público, y avanza soluciones, como la de una mayor implicación de los hombres en casa

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Las parejas que más comparten los deberes domésticos tienen más hijos

Usted afirma en su estudio que «la decisión de una pareja sobre los hijos que quieran tener no es, en esencia, una cuestión privada». ¿Por qué la fecundidad tiene interés público?
Obviamente, hay una dimensión social en el hecho de tener niños o no tenerlos, aparte del interés que tiene para la propia familia. Los hijos constituyen un valor común, sobre todo en España, donde la natalidad tiene un índice tan bajo. Basta pensar, por ejemplo, en que las pensiones por jubilación en el futuro dependerán de los niños que se tengan ahora; y dependerán de que estos niños sean muchos y, además, eficientes y productivos: cada año, el 30 % de los alumnos españoles abandona los estudios tras la enseñanza Secundaria; esto quiere decir que tenemos poco capital humano.

España presenta hoy uno de los peores panoramas de Europa. Además, hay que tener en cuenta que la longevidad es una de las más altas de Europa, con lo que la presión sobre el futuro es muy elevada. Si añadimos el alto nivel de paro entre los jóvenes, que tiene el efecto de posponer los nacimientos, o que la edad media a la hora de tener el primer hijo es la más alta de Europa, resulta un escenario de futuro muy pesimista.

Además, los inmigrantes ya han dejado de venir…
A medio plazo, la inmigración compensaba la baja natalidad de los españoles; pero ya hemos observado que la natalidad entre los inmigrantes está empezando a asimilarse a la natalidad local. A largo plazo, la inmigración no cambia mucho el escenario.

Frente a este panorama, ustedes han observado que, paradójicamente, el bienestar personal está asociado a tener hijos.
Efectivamente, se da la circunstancia de que la mayoría de hombres y mujeres tiene claro que desea tener, al menos, dos hijos. Ahora hay, por tanto, un déficit de bienestar personal. El 40 % de las mujeres sólo tiene un niño, y esto no respeta las preferencias de los ciudadanos. Existe una diferencia muy grande entre deseos y realidad, porque, como dicen todas las encuestas, el principal ingrediente de la felicidad de la gente es la familia. Además, tener hijos asegura un mejor futuro para todos en general.

Entonces, ¿por qué no se percibe esto en la calle? ¿Por qué no hay más políticas de apoyo a la maternidad?
Para mí, es un misterio que la gente no tome conciencia de la necesidad de que haya más hijos, y del bienestar que supone para la familia. Además, cuando se decide apoyar la natalidad, se hace con medidas equivocadas. Por ejemplo, el Gobierno de Zapatero introdujo el cheque-bebé, que luego se retiró. Fue una medida irrelevante, que se pensó mal. Las ayudas económicas directas no hacen aumentar el número de hijos, sino que adelantan un poco la edad a la que tenerlos. En realidad, estas medidas no fomentan la decisión de tener más hijos. No hay ninguna política en España pensada a largo plazo y que vaya al fondo de la cuestión.

Entonces, ¿qué es lo que resulta efectivo de verdad?
Lo que funciona es la disponibilidad de guarderías, y que los permisos de maternidad y de paternidad sean más largos. Sabemos desde hace años que dar dinero a los padres no cambia nada las decisiones sobre el número de hijos. En cambio, sí lo hace el que puedan contar con guarderías accesibles y de calidad, y que los permisos por nacimiento de un hijo sean más largos; lamentablemente, en España son muy cortos.

También las empresas han de favorecer la conciliación entre el trabajo y el hogar.
Sí, especialmente para la mujer. En España hay una conciencia muy fuerte sobre la presencia de la mujer en el mercado de trabajo, pero no hay muchas posibilidades de conciliación real: o trabajan a tiempo completo, o nada. Esto hace muy difícil el conciliar.

¿Y los horarios laborales?
La falta de flexibilidad influye mucho a la hora de limitar el número de hijos. El horario de trabajo que tenemos impide que la gente vuelva a casa a tiempo. ¡Muchos padres no ven nunca a sus hijos entre semana! Hay dos o tres horas para comer, se trabaja hasta las 7 o las 8 de la tarde, y se depende demasiado de los abuelos. Si yo fuera ministro, empezaba a cambiar este panorama con una nueva ley de horarios de trabajo, más europeos, que permitan una conciliación real.

O sea, que es necesario cambiar la mentalidad.
Sí, y me gustaría avanzar un último elemento, un punto clave. Los hombres españoles son muy tradicionales, a la hora de afrontar los deberes domésticos. Hay mucha asimetría con respecto a lo que hacen las mujeres; los hombres se tienen que implicar mucho más en el hogar. Ellas hacen más de dos tercios de las tareas. El hombre ha de cambiar mucho. El compartir las tareas tiene un efecto positivo a la hora de tener más hijos. En Escandinavia se ha comprobado: las parejas que más comparten los deberes domésticos tienen más hijos. Lamentablemente, las mujeres españolas no pueden contar mucho con su marido. Esto es algo que hay que cambiar.