Vigilia por San Valentín en Alcalá de Henares: «Así entró Dios en nuestra casa» - Alfa y Omega

Vigilia por San Valentín en Alcalá de Henares: «Así entró Dios en nuestra casa»

La catedral de Alcalá de Henares acoge este viernes, a las 21 horas, una nueva vigilia por san Valentín, para rezar por los novios, los prometidos y los esposos, así como por los matrimonios con dificultades, separados o divorciados, y por toda vida humana desde la concepción y hasta la muerte natural. Presidida por monseñor Reig Plà, contará con varios testimonios, entre ellos el de Miguel y Yoly

Redacción
Foto: Miguel y Yoly

Yoly: Somos Miguel y Yoly. Llevamos casi 11 años juntos. Tenemos dos hijos y uno que viene de camino. Nuestra relación ha pasado por momentos muy complicados llenos de egoísmo, prepotencia, soberbia, faltas de respeto en privado o en público y siempre con el orgullo por delante. Aunque siempre había arrepentimiento y el sentimiento de querer estar juntos, la relación llegó al límite hace más o menos un año.

Miguel: Muchas veces ha sido por mi carácter fuerte debido a todas las vivencias que he sufrido en mi niñez. Busqué ayuda de pequeño de todo tipo y no conseguía mejorar del todo, pues no podía controlar mi conducta. Yoly también tenía un pronto fuerte y empeoraba mis reacciones. Acudimos a distintos profesionales y nos intentaban guiar con estrategias de conducta, pero no era suficiente. Eran parches sin conseguir arreglar el problema.

Y.: Como ya había dos hijos pensé que la separación era lo mejor para ellos. Miguel dice que en ese momento el Señor le habló. Yo sentía una esperanza que me empujaba a pensar que había una solución. Yo quería a Miguel, pero no podíamos seguir de esa manera. ¿Y quién podía conseguir eso? Entonces pensé en la Iglesia.

M.: Nosotros la fe en ese momento la teníamos perdida; de jóvenes íbamos a Misa, cantábamos en el coro y hacíamos más actividades, pero con la adolescencia nos dejamos llevar por otras cosas y nos alejamos de Dios y de la Iglesia. Yoly buscó por Internet y encontró que en la Iglesia existía el COF (Centro de Orientación Familiar), que ayudaba a los matrimonios en crisis y otro tipo de problemas más. Me lo propuso y no puse ningún impedimento.

Y.: Fuimos a una entrevista inicial para ver qué era eso del COF. Ese día me sentí pequeñita teniendo que contarle a un desconocido mi intimidad, mi sufrimiento en aquel momento con Miguel y esperando que me dijeran: «Pobrecita…». Y, de repente, me hicieron ver que yo también era responsable de lo que pasaba y con mi actitud contribuía a incrementar la agresividad de Miguel. En el fondo me sentí aliviada. ¡No me apoyaban para separarme de Miguel! Había esperanza para cambiar. Nos dijeron que lo mejor para nuestros hijos era que estuviéramos juntos y que había un Padre que nos quiere. En un rato fueron pocos conceptos, pero que cambiaron por completo mi visión de la pareja, y que como bien me dijeron allí, Miguel era la persona que yo había elegido, y merecía la pena ponerlo todo. Y lo que tenía claro era que Miguel también iba a poner todo su esfuerzo.

M.: Ese día salimos llenos de paz y decidimos empezar a ir a las sesiones. El primer día en el COF fue un shock para los dos. Teníamos los sentimientos a flor de piel y nos dimos cuenta de que nuestras vivencias personales nos habían dejado huella a la hora de relacionarnos en pareja y con nuestros hijos. Conforme iba pasando el tiempo, una de las cosas que más envidiamos era la fe y la vivencia cristiana que tenía nuestra orientadora. La donación plena que tenía en dar su tiempo a cambio de nada para ayudarnos. Sesión a sesión nos llamaba más y nos acercaba más al Señor. Yo reconocí en ese momento que estaba perdido espiritualmente. Había leído muchos libros de autoayuda, nueva era, otras religiones, etc., pero no lograba encontrar en todo eso lo que yo buscaba, lo que ansiaba mi corazón.

A partir de ese momento empezamos juntos a leer el Evangelio de cada día y poco a poco me empecé a sentirme más lleno. Empezamos a hablar lo que estábamos viviendo y juntos íbamos sintiendo la llamada de Dios. En nuestra casa fue creciendo el trato con amor, la paz, el perdón, la preocupación por el otro y sobre todo la vivencia y educación con nuestros hijos.

Un día nuestra orientadora nos preguntó que si teníamos intención de casarnos, nosotros la dijimos que si. Nos ofreció hacer el curso de preparación al matrimonio porque sería una gran experiencia para nosotros. Le explicamos que era muy difícil dejar a nuestros hijos con alguien y no sabíamos si íbamos a poder. Y, de repente, nos ofrece quedarse ella con los niños. Iría al parque y luego a su casa, verían una película y jugarían. En ese momento Yoly y yo nos sentimos pequeñitos pequeñitos pequeñitos de ver la donación tan grande que tenía esa persona. Ese momento nos unió otro poco más con el señor. Y decidimos ir al curso de preparación al matrimonio.

El primer día de curso, lloramos y sentimos algo que no se puede explicar. Entendimos muchas cosas. Yo particularmente me di cuenta de que el Sno me había dejado sólo. Me había enfadado muchas veces con Él en los momentos difíciles, porque pensaba que no estaba conmigo y no me ayudaba. Eso hacía cada vez alejarme más de él y tenerlo olvidado, pero me estaba equivocando. Me puso un ángel de la guarda sin que me diera cuenta. Alguien que me guiara, cuidara y que poco a poco me ayudara a cambiar y ser mejor persona sin que yo me diera cuenta. Ese día en el curso vi que mi ángel de la guarda era Yoly.

Ese día nuestro amor creció mucho más y tuvimos muy claro que el Señor tenía que entrar en nuestra casa. Día tras día nuestro amor a Dios ha ido creciendo. Todos los testimonios, charlas, han llenado nuestro corazón. Por fin hemos llenado ese vacío que teníamos dentro y hemos sabido el verdadero significado del matrimonio, una donación plena al otro siendo los dos una misma carne, sostenido y ayudado por Dios. En nuestra casa el Señor ha entrado, y lo que es más importante: en nuestros hijos.

Y.: Venir al COF ha supuesto para mí un cambio por completo en la visión de la pareja. Me ha llevado a un acercamiento a Cristo. Me ha enseñado a vivir con otros valores, a ser más humildes y sobre todo el gran valor del perdón. El COF me ha demostrado que existe gente generosa y entregada que, guiados por el Espíritu Santo, son los angelitos que nos va poniendo el Señor para volver a la Iglesia, que es nuestra casa. Y que es hogar que acoge y madre que guía en el camino de la vida y en los que hay que apoyarse. Miguel me ha demostrado que el cambio empieza en uno mismo. Él es ahora otra persona y consigue que yo también cambie. Estoy convencida de que yo sola no elegí a Miguel, sino que ya lo tenía el Señor preparado para mí. Ya que sabemos el significado del matrimonio queremos recibir el sacramento junto con el bautismo de nuestros hijos, y así tener siempre la fuerza del Espíritu Santo.

M.: En esta vida no hay nada imposible si abrimos las puertas de nuestro corazón a Dios. Él es el que nos da la fuerza para poder ser día a día mejor persona. Con Dios, la vida es plena y feliz.