El Papa a los sacerdotes: busca tu estilo, no cedas a la crisis de los 40, sonríe y escucha - Alfa y Omega

El Papa a los sacerdotes: busca tu estilo, no cedas a la crisis de los 40, sonríe y escucha

En su tradicional encuentro de Cuaresma con los sacerdotes de la diócesis de Roma, Francisco respondió a sus preguntas con consejos según cada edad. Y, a todos, les animó a mirar la realidad sin miedo. En ella hay pecado y mundanidad, pero también «algo de sublime»

Redacción
Foto: AFP Photo/L’Osservatore Romano

El Papa Francisco invitó este jueves a los sacerdotes de Roma a mirar la realidad sin miedo porque esta «siempre esconde algo de sublime». A pesar de los desafíos y las conductas distintas a lo que uno está acostumbrado. «Es verdad: el mundo es pecador en sí mismo y mundaniza muchas cosas; pero tal vez, el centro viene del Espíritu, y se puede tomar esto», discerniendo bien los signos de los tiempos.

En el tradicional encuentro de comienzo de Cuaresma en la basílica de San Juan de Letrán, el Obispo de Roma confesó durante 45 minutos a los sacerdotes de su diócesis, y también respondió a sus preguntas sobre las diferentes etapas de la vida sacerdotal.

Los sacerdotes más jóvenes preguntaron al Pontífice cómo vivir plenamente la vocación en medio de miles de circunstancias, no siempre favorables. El Papa les aconsejó dejar de lado las circunstancias: lo que se necesita es encontrar el modo para ir hacia adelante, para vivir en modo justo los propios compromisos.

Un estilo propio

Francisco les habló de encontrar un estilo sacerdotal personal, pues «el sacerdocio es un modo de vivir, es una vocación, una imitación de Jesucristo. Pero tu sacerdocio es único». Para ello, invitó a los clérigos jóvenes a «hablar cara a cara con el Señor», y a discernir teniendo en cuenta los pecados y los límites que vienen de las circunstancias, pero también los culturales y los personales.

Para los pecados siempre «está allí el perdón, pero tú debes dialogar con la tendencia que te ha llevado a un pecado de soberbia, de vanidad, de celos, de habladurías». Este confrontar es importante, y para realizarlo —continuó el Papa— «es bueno buscar un hombre sabio que guíe, dialogue y ayude en el discernimiento». También recomendó «los pequeños grupos de sacerdotes que se acompañan, la fraternidad sacerdotal». «La soledad no hace bien», concluyó.

La crisis de la edad madura

Seguidamente el Obispo de Roma respondió a los sacerdotes que tienen entre 40 y 50 años, una edad en que tantos ideales apostólicos se redimensionan, el apoyo de la familia de origen se atenúa y la salud comienza a dar algunos problemas. Los párrocos pidieron al Papa alguna indicación, y Francisco les habló de una «segunda llamada del Señor».

«Es un momento de muchas tentaciones —les dijo—, es un momento en el que se necesita una transformación». Los sentimientos y emociones de los primeros años ya no están, «y sucede como en el matrimonio: no hay más enamoramiento». «Las cosas se han calmado y van en otro modo. Pero queda una cosa que tenemos que buscar dentro: el gusto de pertenecer» a la diócesis, al presbiterio.

A estos sacerdotes, Francisco los exhortó una vez más a «buscar ayuda inmediatamente». A esta edad —añadió—, la oración se vuelve una donación al Señor y a los demás, «que debe crecer mientras tú disminuyes, porque es el tiempo de la fecundidad, de la podadura y también de las tentaciones».

Cómo superar el sentirse inadecuados

En su tercera respuesta, el Obispo de Roma se dirigió a los sacerdotes con 35, 40 y más años de ministerio, que le manifestaron que a menudo se sienten inadecuados y cansados, y que no siempre pueden echar mano a la experiencia para corresponder a las nuevas preguntas y exigencias del ministerio. Ellos preguntaron al Papa cómo vivió el pasaje hacia la estación madura de su ministerio sacerdotal.

El Santo Padre les confirmó que no poder encontrar el lenguaje de hoy es una verdadera dificultad. Pero más importante aún es lo que sí se puede hacer: «Esta edad es la edad de la sonrisa. Esto se puede hacer». Es el tiempo de ofrecer un perdón incondicional en el sacramento de la Reconciliación.

También les invitó a «tener cercanía y compasión de padre. Los padres ancianos, que conocen la vida, están cerca de las miserias humanas, cerca de los dolores. No hablan demasiado, pero quizás, con su mirada, con una caricia, con una sonrisa, con una palabra, hacen mucho bien. Se puede escuchar mucho, a mucha gente que necesita hablar sobre su vida».

Por otro lado, se refirió a la relación entre los sacerdotes ancianos y los jóvenes: «Los jóvenes necesitan raíces hoy que este mundo tan virtual arranca sus raíces o no los hace crecer». Y los sacerdotes ancianos pueden ayudarles a encontrarlas.