Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Juventud 2015: «Atreveos a ser felices» - Alfa y Omega

Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Juventud 2015: «Atreveos a ser felices»

El Domingo de Ramos se celebra, a nivel diocesano, la Jornada Mundial de la Juventud. El Papa sigue su recorrido por las Bienaventuranzas y reta a los jóvenes a atreverse a ser felices. Francisco propone como modelo a santa Teresa

Ricardo Benjumea
Jóvenes en la JMJ de Río 2013: brasileños y polacos, al anunciar el Papa Cracovia 2016

«Se cumplen 30 años desde que san Juan Pablo II instituyó en la Iglesia las Jornadas Mundiales de la Juventud», recuerda el Papa. «Esta peregrinación juvenil a través de los continentes, bajo la guía del sucesor de Pedro, ha sido verdaderamente una iniciativa providencial y profética», y ha dado «abundantes frutos» en muchos jóvenes. «Cuántos cambios de vida, cuántas decisiones vocacionales han tenido lugar en estos encuentros», destaca Francisco, que continúa con su ciclo de reflexiones sobre el Sermón de la Montaña, a un año de la cita mundial en Cracovia de 2016. En 2014, el Papa habló sobre los pobres de espíritu, y en esta ocasión, se centra en la sexta Bienaventuranza: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios».

Bienaventurados, recuerda el Papa, significa felices. El Sermón de la Montaña es así «como un estribillo que nos recuerda la llamada del Señor a recorrer con Él un camino que, a pesar de todas las dificultades, conduce a la verdadera felicidad».

«Queridos jóvenes, todas las personas de todos los tiempos y de cualquier edad buscan la felicidad. Dios ha puesto en el corazón del hombre y de la mujer un profundo anhelo de felicidad, de plenitud», un anhelo que sólo Cristo puede satisfacer. Y repitiendo su exhortación en Río, el Papa exhorta a los jóvenes: «Atreveos a ser felices».

No tengáis miedo al amor verdadero

El Papa Francisco habla del «deseo profundo de un amor verdadero, maravilloso, grande» en el corazón. «¡Cuánta energía hay en esta capacidad de amar y ser amado!», afirma el Santo Padre. «No permitáis que este valor tan precioso sea falseado, destruido o menoscabado». El amor, que es mucho más que sexo. «Os pido que os rebeléis contra esa tendencia tan extendida de banalizar el amor, sobre todo cuando se intenta reducirlo solamente al aspecto sexual, privándolo así de sus características esenciales de belleza, comunión, fidelidad y responsabilidad».

El Papa anima a los jóvenes a rebelarse también contra «la cultura de lo provisional», y a no tener miedo a «hacer opciones definitivas, para siempre». Además, les invita a buscar en la doctrina de la Iglesia sobre el amor humano, sin prejuicios. «Vosotros, jóvenes, sois expertos exploradores. Si os decidís a descubrir el rico magisterio de la Iglesia en este campo, veréis que el cristianismo no consiste en una serie de prohibiciones que apagan vuestras ansias de felicidad, sino en un proyecto de vida capaz de atraer nuestros corazones».

Un corazón limpio

«Cada uno tiene que aprender a descubrir lo que puede contaminar su corazón, formarse una conciencia recta y sensible». Ése es el camino para mantener el corazón puro, no contaminado. «Si hemos de estar atentos y cuidar adecuadamente la creación, para que el aire, el agua, los alimentos no estén contaminados, mucho más tenemos que cuidar la pureza de lo más precioso que tenemos: nuestros corazones y nuestras relaciones. Esta ecología humana nos ayudará a respirar el aire puro que proviene de las cosas bellas, del amor verdadero, de la santidad».

«Todos somos pecadores», subraya el Santo Padre. «Pero basta dar un pequeño paso hacia Jesús para descubrir que Él nos espera siempre con los brazos abiertos, sobre todo en el sacramento de la Reconciliación, ocasión privilegiada para encontrar la misericordia divina que purifica y recrea nuestros corazones».

De la mano de santa Teresa

«Sí, queridos jóvenes, el Señor quiere encontrarse con nosotros, quiere dejarnos ver su rostro», dice el Papa. «Me preguntaréis: Pero, ¿cómo? También santa Teresa de Ávila, que nació hace ahora precisamente 500 años en España, desde pequeña decía a sus padres: Quiero ver a Dios. Después descubrió el camino de la oración, que describió como tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama (Libro de la vida, 8, 5). Por eso, os pregunto: ¿rezáis? ¿Sabéis que podéis hablar con Jesús, con el Padre, con el Espíritu Santo, como se habla con un amigo?».

«También os invito a encontraros con el Señor leyendo frecuentemente la Sagrada Escritura. Si no estáis acostumbrados todavía, comenzad por los evangelios. Leed cada día un pasaje. Dejad que la Palabra de Dios hable a vuestros corazones, que sea luz para vuestros pasos (cf. Sal 119, 105). Descubrid que se puede ver a Dios también en el rostro de los hermanos, especialmente de los más olvidados: los pobres, los hambrientos, los sedientos, los extranjeros, los encarcelados (cf. Mt 25, 31-46). ¿Habéis tenido alguna experiencia? Queridos jóvenes, para entrar en la lógica del reino de Dios, es necesario reconocerse pobre con los pobres. Un corazón puro es necesariamente también un corazón despojado, que sabe abajarse y compartir la vida con los más necesitados».

«El encuentro con Dios en la oración, mediante la lectura de la Biblia y en la vida fraterna os ayudará a conocer mejor al Señor y a vosotros mismos. Como les sucedió a los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35), la voz de Jesús hará arder vuestro corazón y os abrirá los ojos para reconocer su presencia en la historia personal de cada uno de vosotros, descubriendo así el proyecto de amor que tiene para vuestras vidas».