No es verdad 800 - Alfa y Omega

Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: «Federar: unir por alianza o por pacto entre varios». A lo peor Rubalcaba tiene olvidado el diccionario o, quién sabe, a lo peor le gustaría también que las palabras significaran cosas distintas de lo que significan. También puede ocurrir que el lenguaje políticamente correcto lleve a estos desvaríos, porque aquí —de manera especial desde hace unos cuantos días— se habla de Cataluña y España, como si Cataluña y España fueran varios en vez de uno, o como si Cataluña fuera Turquía o Albania. Pero ni por ésas. Los que nos empeñamos en que las cosas sigan siendo lo que son y, por tanto, lo que no pueden dejar de ser, por mucho que a algunos les guste lo contrario, no salimos de nuestro asombro ni ante ésta ni ante otras muchas cosas que están pasando. Todo lo que se le ocurre al líder socialista Rubalcaba es proponer el camino federal; y, según dice, «si hay que cambiar la Constitución, se cambia». ¡Qué lince! Lo cierto es que, a la vista de lo que uno ve, oye y lee, la sorpresa debería quedar desterrada de la triste realidad nuestra de cada día; porque, por ejemplo, la patológica exhibición de indignidad política y mediática que, salvo honrosas excepciones que confirman la regla, hemos tenido que soportar con motivo de la muerte del responsable de la matanza de Paracuellos del Jarama, para quien le pido a Dios la Justicia de su Misericordia y la Misericordia de su Justicia, ha sido memorable. Nos queda la esperanza de que, con el paso del tiempo, cuando algunos relean lo que han dicho, hecho y escrito, se avergüencen. Y, sobre todo, la esperanza -ésta más cierta- de que la Historia pone siempre a cada cual en su sitio.

¿Se acuerdan ustedes de la ex ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, hoy inexplicablemente vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones? Ha sido llamada a declarar en el más que turbio asunto de los ERE ilegales de Andalucía, y la exconsejera de Economía y Hacienda entre 1994 y 2004, no se lo creerán ustedes, pero no se acuerda de nada. No sólo no se acuerda de nada, sino que les dice a quienes le interrogan: «A Guerrero le he visto en la tele igual que ustedes». No tiene el menor reparo en declarar: «Se me pueden olvidar 12 mil millones, he manejado mucho más». Lo peor es que los sigue manejando. Estos días, a todas horas, oye uno en los medios de comunicación a dirigentes políticos del PP, del máximo nivel, hablar de lo de Cataluña diciendo que «ahora no es el momento»; como si hubiera algún momento en que pudiera ser; como si en algún momento pudiera ser que algunos españoles lo sean más que otros y pudieran criticar, por ejemplo, el AVE a Galicia, cuando hace cinco años que disfrutan del AVE a Barcelona. Es algo parecido al topicazo ése que también un día y otro escuchamos, sin cesar, de que los jóvenes actuales tienen mejor preparación que nunca. Que no, que no es verdad. Los jóvenes actuales bastante desgracia tienen con haber soportado el sistema educativo que les ha llevado al desastre cultural y moral, y bastante desgracia tienen con no encontrar trabajo y tener que irse fuera. Lo que sí tienen los jóvenes de hoy a su disposición es muchos más medios tecnológicos que los que tenían las generaciones anteriores. Afortunadamente, en medio del maremágnum de la crisis y de lo de Cataluña y de lo que se avecina en Vascongadas, el nuevo ministro de Educación y sus colaboradores han encontrado tiempo para programar una nueva Ley de Educación que pinta bien, por el momento, y a la espera de ver en qué queda definitivamente concretada. En treinta y cinco años de democracia llevamos siete leyes de Educación, todas socialistas. Así les luce el pelo a nuestros jóvenes. Ya vale, ¿no? A ver si de verdad ésta es la definitiva. José María Carrascal, desde su innegable experiencia de agudo observador de la realidad, acaba de escribir: «Las reformas educativas son un paso en la buena dirección, tras muchos malos. Pero eso no garantiza su éxito». A todo esto, mientras escribo, se organizan una docena de manifestaciones en Madrid (una ha obligado a blindar el Congreso de los Diputados). Carrascal ha precisado, bajo el título Manifas: «Aparte del fraude democrático que significa el querer suplantar las urnas, las manifestaciones causan daños a los ciudadanos que no se manifiestan». ¡Ah! Y he leído, en la prensa italiana, que, por lo visto, Rajoy se va a manifestar pidiendo el rescate, el próximo 8 de octubre…