Francisco pide un «cese inmediato de la violencia» en Siria - Alfa y Omega

Francisco pide un «cese inmediato de la violencia» en Siria

La transfiguración, explicó el Papa durante el Ángelus, permite comprender la Pascua «en toda su profundidad», mostrando «de antemano que Aquel que sufre y que es glorificado no es solo un hombre, sino el Hijo de Dios»

Ricardo Benjumea
Un niños sobre los escombros tras los bombardeos de esta semana sobre Guta Oriental

El Papa ha pedido este domingo que se ponga fin a la dramática situación que están viviendo miles de víctimas civiles, niños, mujeres y ancianos, en Siria. «La gente no puede conseguir comida y todo esto es inhumano», ha denunciado durante el rezo del Ángelus, haciéndose eco de la alerta de la ONU sobre la carestía de alimentos en algunas zonas.

La «amada y atormentada Siria» vive uno de los momentos más duros de la guerra civil, que dura ya siete años, a pesar de que el Daesh prácticamente ha sido derrotado. La zona más castigada por la intensificación de la violencia es Guta Oriental, el principal bastión opositor cerca de la capital. Solo en la que va de semana, los bombardeos de Damasco y de la aviación rusa han provocado allí más de 500 muertos, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. El sábado, al menos 32 civiles, entre ellos ocho niños, perdieron la vida en bombardeos sobre las poblaciones de Duma, Harasta, Zamalka, Beit Saua y Al Shifunia.

La situación se complica con el elevado número de heridos por la falta de acceso a medicamentos debido al bloqueo impuesto sobre Guta Oriental por el gobierno desde hace años. Según denuncia el Observatorio, en la zona hay una falta dramática de personal sanitario y de medicamentos esenciales como antibióticos y compuestos para bajar la fiebre.

Francisco hizo también un llamamiento al «cese inmediato de la violencia», de modo que pueda llegar «la ayuda humanitaria y sean evacuados los heridos y enfermos». Se sumaba así a los intentos de pacificación del Consejo de Seguridad de la ONU, que acaba de aprobar una resolución –impulsada por Suecia y Kuwait– pidiendo una tregua de 30 días en toda Siria para facilitar el suministro de ayuda humanitaria y las evacuaciones de heridos y enfermos. Tras varias jornadas de intensas negociaciones, Rusia respaldó un texto de compromiso, que se aprobó con el apoyo unánime de los quince Estados miembros.

La tregua, sin embargo, autoriza que continúen las operaciones militares contra grupos considerados terroristas por la ONU, incluidos el Estado Islámico o el Frente al Nusra. Francisco fue más allá, al advertir de que «no se puede combatir el mal con otro mal».

La transfiguración y la Pascua

Al comentar el evangelio de este domingo, que nos invita a «contemplar la transfiguración de Jesús», el Papa ha relacionado este pasaje con la advertencia de Jesús a sus discípulos de que tendría que «sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días». Esta revelación, prosiguió, puso en crisis a Pedro y al resto de los discípulos.

«¿Cómo poder seguir a un Maestro y Mesías cuya vida terrenal terminaría de esa manera?», preguntó el Papa a los asistentes al rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro. La respuesta –dijo–viene precisamente de la transfiguración, que es «una aparición pascual anticipada». La transfiguración permite a los discípulos afrontar «la pasión de Jesús» sin sentirse abrumados, y hoy nos permite a nosotros «comprender que la pasión de Cristo es un misterio de sufrimiento», pero sobre todo «un don de amor infinito por parte de Jesús».

Sin la transfiguración, añadió, la resurrección y el misterio pascual de Jesús «no se hubieran comprendido fácilmente en toda su profundidad». Para ello «es necesario saber de antemano que Aquel que sufre y que es glorificado no es sólo un hombre, sino el Hijo de Dios», que nos ha salvado con su amor hasta la muerte.

En la montaña tuvo lugar una revelación de la «divinidad de Jesús». Del mismo modo, el Papa invitó a «subir con Jesús a la montaña» y a «estar más atentos a la voz de Dios y dejarse envolver y transformar por el Espíritu», especialmente en la Cuaresma. Una experiencia de contemplación y oración «no para escapar de la dureza de lo cotidiano, sino para disfrutar de la familiaridad con Dios» y reanudar así con vigor renovado «el camino extenuante de la cruz, que conduce a la resurrección».