Musulmanes suníes y chiíes piden el Premio Nobel de la Paz para el patriarca caldeo - Alfa y Omega

Musulmanes suníes y chiíes piden el Premio Nobel de la Paz para el patriarca caldeo

El Comité Nobel Noruego ha recibido la candidatura de una asociación francesa para que el patriarca Luis Rafael Sako sea galardonado con el Premio Nobel de la Paz. El principal líder de la Iglesia en Irak agradece que sirva para «mantener al pueblo iraquí y a su comunidad cristiana en el foco de atención»

María Martínez López
Monseñor Louis Sako, obispo patriarcal caldeo de Mosul, durante la celebración de la misa del Gallo, Nochebuena, en la iglesia de San Pablo, en Mosul, Irak, el 24 de diciembre de 2017. Se celebra después de tres años, tras la liberación de la ciudad del Daesh. Foto: EFE/EPA/Amar Salih

El patriarca caldeo, Luis Rafael Sako, ha asegurado que lo importante de su candidatura al Premio Nobel de la Paz es «su valor simbólico», pues permite «mantener al pueblo iraquí y a su comunidad cristiana en el foco de atención» y seguir trabajando «por el futuro del país».

El cabeza de la Iglesia caldea, en comunión con Roma, ha respondido así en declaraciones a AsiaNews a la candidatura presentada en enero ante el Comité Nobel Noruego por la asociación católica francesa La Obra de Oriente, y que fue aceptada. Muchas voces en Francia, incluyendo 125 senadores y 115 miembros de la Asamblea Nacional, apoyan la propuesta. También el Papa Francisco. El 5 de febrero, durante la visita ad limina de los obispos caldeos, mostró al patriarca su deseo de que sea el ganador.

Con todo, uno de los aspectos de la nominación que ha destacado más el patriarca iraquí es que «incluso los musulmanes la han apoyado. De hecho, diría que lo han hecho con más vigor, y esto es incluso más importante. Representa un signo de cercanía y abre las puertas de Irak al progreso y la democracia».

Entre los musulmanes que esperan que el Premio Nobel recaiga en Irak, están tanto grupos suníes de Jordania y el Líbano como la comunidad chií de Najaf (Irak), una de las ciudades santas para esta rama del islam. Precisamente allí ha sido invitado el patriarca a pronunciar una conferencia en los próximos días.

El obispo al que los musulmanes pedían mediación

Este apoyo de musulmanes de grupos enfrentados en todo Oriente Medio es uno de los signos más elocuentes a favor de la labor de Sako desde antes de ser patriarca.

Ya como obispo de Kirkuk, el prelado desarrolló una importante labor a favor del diálogo interreligioso y la convivencia. Organizaba encuentros de líderes religiosos cristianos, suníes, chiíes y kurdos. Invitó a la orden monástica de Mar Musa, cuyo carisma es el diálogo con el islam, a fundar una comunidad en Sulamainiya.

También puso en marcha una escuela donde niños cristianos y musulmanes aprenden aún hoy a vivir juntos. Su autoridad moral en este sentido era tal, que alguna vez los líderes musulmanes le pidieron que mediara entre ellos.

No a la división de Irak

Su apuesta por el diálogo y la convivencia continuó tras su elección como patriarca, en enero de 2013. La comunidad que pastorea ha vivido años muy duros, tras la irrupción del Daesh en la llanura de Nínive en verano de 2014. Sin embargo, al mismo tiempo que denunciaba la persecución y el éxodo de los cristianos, el patriarca Sako siempre ha apostado por la convivencia no solo entre cristianos y musulmanes, sino también entre los distintos grupos en los que se divide esta religión.

Ha sido, de hecho, una de las voces más firmes en denunciar y rechazar los planes de dividir Irak. Fragmentar el país en una zona suní, una chií y una kurda, incluso reservando otra para los cristianos, solo contribuiría a seguir alimentando una violencia de la que los cristianos serían las primeras víctimas.

Con la misma firmeza se ha pronunciado, en los últimos dos años, contra los intentos de crear milicias cristianas, y contra las ofertas de algunos gobiernos occidentales de dotarlas de dinero y armas. Buscar solo los intereses de los cristianos «no es nuestra cultura», afirmaba a Alfa y Omega hace un año. En un sistema de milicias sectarias, las asirias y caldeas son «tan pequeñas» que «no son capaces de defender a los suyos».

Por eso, quedan sujetas a los intereses de los grandes grupos con los que se alían. El miedo de patriarca a que terminaran luchando entre sí ya se ha cumplido en algunas ocasiones.

Como alternativa, la Iglesia caldea de la que está al frente siempre ha propuesto la creación de un Estado fuerte y laico, donde los cristianos no sean una minoría protegida, sino ciudadanos de pleno derecho, con las mismas libertades y deberes que los demás. Los cristianos que quieran luchar por la paz –insiste– deben hacerlo alistándose en el ejército iraquí o en la policía.