El martirio de Bab Touma, el barrio cristiano de Damasco, contada por fray Bahjat - Alfa y Omega

El martirio de Bab Touma, el barrio cristiano de Damasco, contada por fray Bahjat

Fray Bahjat Karakachm responsable de la comunidad franciscana de Damasco, guardián del lugar donde se convirtió san Pablo, visita Galicia, tumba de otro apóstol, Santiago, y donde ha expresado el sufrimiento de la comunidad cristiana de la capital siria, que sufre ataques y pierde vidas cada día ante la indiferencia internacional

Fran Otero
El arzobispo de Santiago, Julián Barrio, conversa con fray Bahjat. Foto: Natalio Saludes

El 8 de noviembre de 2016 a las 15 horas, en el santuario de la Conversión de san Pablo, que guardan los franciscanos en Bab Touma, el barrio cristiano de Damasco, se produjo un pequeño milagro. Fray Bahjat Karakach, responsable de la comunidad franciscana de Damasco y guardián del citado santuario junto con el de san Ananías, estaba solo en el templo, rezando el rosario, en el primer banco. En un momento, se levantó para caminar y poco después cayó un misil justo donde había estado sentado. No llevaba ni un año en la capital del país donde había nacido y a donde sus ascendientes, armenios, habían llegado buscando la paz. Fue una especie de confirmación de la misión que el Señor le había pedido en Siria, así como una muestra de que estaba con él para protegerlo.

Pues bien, año y cuatro meses después de aquel episodio, más de dos años después de ser destinado en Damasco, fray Bahjat pasa unos días en la comunidad franciscana de La Coruña, a donde llegó invitado por la institución benéfica Padre Rubinos, que este año celebra su centenario. Y llegó marcado por la situación crítica en la que se encuentra su país y, concretamente, Damasco. Poco antes de visitar al apóstol Santiago en la catedral compostelana habló con Alfa y Omega sobre la situación en Siria: «Desde hace dos meses, la vida está paralizada por los ataques. Hay cosas que han mejorado, pues ahora disponemos de electricidad y contamos con algunos servicios que antes no teníamos, pero la gente tiene mucho miedo».

En el momento en el que hablamos le llegan noticias de la caída de morteros en el barrio cristiano, donde él vive: «Mueren dos o tres personas cada día. La semana pasada bombardearon tres escuelas pero, gracias a Dios, no había muchos estudiantes pues los padres no envían a sus hijos por miedo. El 8 de enero, un misil impactó contra nuestra iglesia».

Fray Bahjat, abrazando al apóstol Santiago. Foto: Natalio Saludes

Bab Touma, a apenas dos kilómetros de Ghouta, donde se centra la mirada internacional, sufre de la misma manera. De hecho, algunos misiles llegan desde allí lanzados por los rebeldes. El blanco, la comunidad cristiana. «Es objetivo de los terroristas y nuestro barrio el más peligroso de Damasco. La población aquí se siente abandonada por Occidente. Todo el mundo se fija en Ghouta, pero en nuestro barrio caen morteros y muere gente», añade.

La persecución se repite

Este lugar es muy significativo para el cristianismo, pues es en cierto modo un lugar santo. Allí, el apóstol Pablo cayó del caballo y se convirtió a Cristo, para ser luego bautizado por san Ananías. También este lugar, hace casi 120 años, fue testigo de otro hito: el martirio de 11.000 cristianos a causa de la persecución religiosa. Hoy esta persecución se reproduce en medio de la indiferencia internacional.

Un abandono en el que no incluye al Papa Francisco, pues, según afirma fray Bahjat, «ha hecho y está haciendo mucho». Como, por ejemplo, la jornada de oración y ayuno que convocó en 2013. «Saber que el Papa está de nuestra parte, que aprovecha cualquier ocasión para hablar de los cristianos de Siria, nos ayuda mucho», apunta. Un aliento necesario en un contexto, añade, en el que «la Iglesia debe pagar un precio muy caro para testimoniar a Cristo. Ser cristiano es hoy en Siria ser objeto de persecución y ataque terrorista». Sin embargo, todos los peligros y amenazas no consiguen doblegar la fe en Jesús de esta comunidad que, además, está comprometida en la búsqueda de una sociedad unida y, por eso, además de los santuarios y las actividades pastorales, los franciscanos gestionan un centro de emergencias en el que atienden a todos. «Es un signo de esperanza, de que se puede vivir juntos y en paz».

Junto con Damasco, la presencia franciscana se extiende por dos ciudades –Alepo y Lattakiah–, además de por otras tres poblaciones en la frontera con Turquía bajo el control de terroristas y donde los hermanos viven entre la población al ser incendiados y destruidos sus conventos.

La presencia de fray Bahjat en Galicia, donde ha expuesto su testimonio y hablado fundamentalmente de reconciliación, ha permitido que distintas realidades vinculadas a los franciscanos –jóvenes, scouts…– hayan podido conocer de primera mano cómo viven sus hermanos de Siria y, de hecho, se ha abierto una vía de cooperación económica La Coruña-Damasco para reforzar la atención en dos áreas prioritarias: la del centro de emergencias, donde se ofrece desde una mochila hasta una operación quirúrgica, y la del centro cultural, que busca recuperar la paz de la que disfrutaba Damasco.