Participamos del entusiasmo misionero del Papa Francisco - Alfa y Omega

Participamos del entusiasmo misionero del Papa Francisco

Paloma García Ovejero, corresponsal de la cadena COPE en Roma, entrevista al cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco Varela, durante la peregrinación de la Misión Madrid

Paloma García Ovejero
El cardenal Rouco y monseñor Martínez Camino, junto a un grupo de niños, saludan al Papa después de la Audiencia general

La Misión Madrid peregrina a Roma. ¿A qué ha venido usted exactamente?
A renovar el fundamento apostólico de la fe ante el sepulcro de Pedro. Es el apóstol a quien el Señor confió que confirmase en la fe a sus hermanos. Y eso que ocurrió en un momento de la Historia no ha dejado de ser verdad —a través de sus sucesores—, pero el principio y fundamento es Pedro mismo: no se puede separar al primer apóstol del obispo de Roma de cualquier época de la Historia. Pedro es vinculante para todos los sucesores de Pedro hasta que el Señor vuelva. Si uno quiere buscar el fundamento de la profesión de fe, tiene que apoyarse en Pedro. El Pedro de hoy está en comunión con todos los sucesores de Pedro, hasta el primer Pedro.

Después de vivir dos años muy misioneros, de mucha evangelización y, por tanto, de ser transmisores y testigos en Madrid, era bueno que viniésemos a reforzar esta misión, para entregarnos con más vigor, con más fuerza espiritual. Viene bien siempre venir a Roma. Y estar en la audiencia con el Pedro de hoy, con el Papa Francisco, que con sus gestos y sus palabras nos anima a seguir siendo fieles a Pedro, es decir, fieles a Jesucristo. Queremos participar de ese entusiasmo misionero del Papa Francisco.

Una visita que coincide con un momento muy especial en la historia de España, como usted destacó en esa homilía de la basílica de San Pedro, donde se rezó por los nuevos reyes.
Cuando presentamos la peregrinación y fijamos las fechas, no preveíamos que se iba a producir la abdicación de Su Majestad. De hecho, nosotros pensábamos venir en julio, pero tuvimos que adelantarla por el calendario del Papa. Es un momento muy significativo y, si los madrileños vienen en peregrinación es porque quieren ser misioneros del Evangelio, pues no pueden olvidar a España. Madrid es muy España porque está hecha de españoles de toda España. Gatos hay pocos, muy pocos. Madrid es muy España también desde el punto de vista de lo más hondo y de lo más entrañable de la persona. No podíamos nosotros olvidar a España en este momento.

Afirma usted que la ayuda de España y de los reyes de España fue decisiva para que la basílica de San Pedro pudiera ser terminada.
En mis trabajos de joven investigador de historia de las relaciones Iglesia-Estado en los siglos XVI y XVII, yo me he encontrado con fuentes históricas no discutibles en las que se mostraba cómo, cuando dejaba de fluir la ayuda económica de España a Roma, las obras de la Fábrica de San Pedro se paraban o se ralentizaban hasta la siguiente remesa. Esto ocurrió, sobre todo, bajo el reinado de Felipe II, y en esa ayuda participaban nuestros hermanos de Iberoamérica y de Portugal. Muchos de esos recursos económicos de la Corona de España venían de América. Así que podemos decir que la basílica de San Pedro es muy hispana y muy iberoamericana. Más de lo que mucha gente cree.

A España han venido dos Papas: Juan Pablo II y Benedicto XVI…
Esperamos que también el Papa Francisco. Por razones egoístas, porque necesitamos que nos traiga muy cercanamente su palabra, el ser testigo primero de la fe de la Iglesia para que la podamos vivir a fondo. Que salgan impulsos misioneros para la propia España —ya no es un país sociológicamente uniforme a la hora de llevar a la vida las grandes convicciones de la fe— y para colaborar en la edificación de una Europa, que debe recuperar sus raíces cristianas. Juan Pablo II, cuando se despidió en 2003, subrayó con mucha fuerza nuestra responsabilidad como país, pueblo y sociedad, de cara a la evangelización de Europa. Pues no queremos olvidarlo justamente en este año en que ha sido canonizado. Además, la relación de la catedral de la Almudena y de la diócesis de Madrid con san Juan Pablo II es muy honda. Tenemos una reliquia insigne que nos donó el cardenal Dziwisz y yo creo que es la única catedral de Europa que él dedicó.

Precisamente, los reyes don Felipe y doña Letizia, que se casaron en esa catedral, han querido que su primer destino sea el Vaticano.
Es un gesto hermoso, que tiene que ver con la historia de España. No sólo con la historia de la Corona y de la monarquía. Hay muchos españoles que no se reconocen como católicos, pero hay muchos que sí y, sobre todo, la inmensa mayoría de los españoles a lo largo de la Historia así lo ha dicho. Yo creo que ellos lo hacen justamente por eso, aparte de sus propias convicciones personales.

Pues que corone bien la Misión Madrid y dé muchos frutos.
Efectivamente. El año que viene, espero que la vida de la diócesis de Madrid siga bajo el objetivo de ahondar en el principio de comunión eclesial. Para que haya principio de comunión fundado en Cristo, la Iglesia tiene que ser guiada por un obispo; las Iglesias particulares, cada una por un obispo; y la comunión de las Iglesias particulares con el obispo de Roma, el sucesor de Pedro, el Papa. En ese principio de comunión, queremos entrar muy a fondo el curso que viene en Madrid.