Mecenas reales - Alfa y Omega

Mecenas reales

Cristina Tarrero
Foto: Isabel B. Permuy

El convento de las Descalzas Reales es sin duda un lugar único. Tuve la suerte de descubrirlo allá por el año 1987, cuando María Teresa Ruiz Alcón trabajaba en Patrimonio Nacional y participaba en la remodelación del convento-museo. Ese año recibió el galardón de mejor Museo de Europa. Desde su apertura museística, el 1 de diciembre de 1960, ha sufrido cambios, mejoras y remodelaciones. Se han realizado continuos trabajos de catalogación, restauración e investigación; muchas publicaciones dedican capítulos al conjunto artístico que atesora, y siempre que lo visitamos descubrimos algo nuevo; pero quizá lo más curioso y sorprendente que a simple vista pasa desapercibido es la importancia que en el convento tuvieron las hermanas clarisas de origen real.

Durante la edad moderna se sucedieron monjas de sangre real: su fundadora, doña Juana de Austria, hermana de Felipe II; la emperatriz María, también hermana de Felipe II; su hija Margarita; Ana Dorotea de la Cruz, hija del emperador Rodolfo; Margarita de Austria, hija de don Juan José, y Mariana, hija del cardenal Infante. Ellas participaron, en mayor o menor medida, en algunas de las decisiones políticas de los reyes y, gracias a ellas, el convento posee un excepcional conjunto histórico artístico. Además, es un lugar emblemático para los reyes de la familia Austria: Felipe II, Felipe III y Felipe IV. Allí visitaban a sus familiares y recibían consejo.

Juana de Austria, la fundadora, se casó con su primo Juan Manuel de Portugal, que falleció muy pronto. La situación política no le era favorable y se vio obligada a regresar a España, donde su padre, Carlos V, le encomendó la regencia del país. Juana tenía como confesor a Francisco de Borja, quien la animó a fundar el convento de Nuestra Señora de la Consolación, las Descalzas Reales. Compró el edificio a Alonso Gutiérrez durante su regencia y lo convirtió en un convento-palacio. Se trajo a artistas de Italia, imágenes renacentistas y mármoles de Génova, modificando su apariencia. El convento posee pinturas de calidad encomendadas a artistas de prestigio como Sánchez Coello, o Sofonisba Anguissola.

De profunda religiosidad, en el año 1559 se retiró al convento, desde donde siempre apoyó a su hermano. Está enterrada en la iglesia del convento, en un sepulcro en una capilla al lado de la epístola que ocupa el espacio que, según la tradición, ocupaba la habitación donde ella había nacido.

La Emperatriz María, hermana de doña Juana -la fundadora-, había casado con el emperador Maximiliano, con el que tuvo 15 hijos. Tras la muerte de su esposo regresó a Madrid con su hija Margarita. Había tenido una estrecha relación con su hermano; de hecho, sus hijos vivieron en Madrid mucho tiempo e incluso Rodolfo de niño participó en la Misa de consagración del templo, en el año 1564. En Madrid fue una gran mecenas, favoreciendo entre otros al músico Tomás Luis de Victoria, maestro de capilla en el monasterio desde 1587 hasta 1611 y quien más tarde compondría la música para su entierro. Amplió la colección del monasterio, pues gracias a ella podemos contemplar la serie de tapices de Rubens sobre la Eucaristía, y vivió en el famoso cuarto real, donde ya se había alojado en ocasiones Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II.

Margarita de Austria, su hija, ingresó muy joven en el convento. Desde el principio insistió en su vocación; de hecho, se negó a ser la quinta esposa de Felipe II, pues desde siempre había querido abrazar la vida religiosa. Ambas habían llegado al monasterio en 1582. Margarita y María trataron en el convento temas como la conveniencia de algunos matrimonios, e incluso Margarita de Austria, esposa de Felipe III, acudía de forma habitual allí, donde encontraba refugio y consejo de la emperatriz María y de Margarita.

El duque de Lerma nunca aceptó de buen grado esta influencia, por lo que trasladó la corte a Valladolid movido, entre otras cosas, por separar a la reina del convento. Sor Ana Dorotea era hija natural del emperador Rodolfo II, su hermano, y Margarita la acogió como a una hija. Tras su muerte, sor Ana encargó como homenaje a su tía la Capilla de Nuestra Señora de Guadalupe a Sebastián Herrera Barnuevo; también costeó la restauración de la escalera que se había realizado un siglo antes. Fue compañera de Mariana de Austria, hija ilegitima del cardenal Infante, quien llegó a ser abadesa e influyó considerablemente en la política española del reinado de Carlos II. Finalmente nos queda citar a Margarita de Austria, hija ilegitima de don Juan José y sobrina del pintor José de Ribera. Don Juan José nunca olvidó a su hija y por ella encargó la capilla del Milagro a Francisco Rizi.