El estupor de la caridad - Alfa y Omega

El mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma de este año advertía que, al crecer la maldad se enfriará el amor en la mayoría. Es un versículo del Evangelio de San Mateo que hoy se transforma en verdadero juicio sobre nuestro momento histórico. El gesto del teniente coronel de la Gendarmería francesa, Arnaud Beltrame, que ha muerto tras ofrecerse a cambio de una mujer tomada como rehén durante el ataque de un yihadista en Trébes, en la región francesa del Languedoc, supone una especie de contraataque de la caridad que nos deja a estupefactos.

Un atentado yihadista como el del pasado viernes es una de las varias encarnaciones de esa maldad a la que se refería el Papa; y es verdad, frente a ese mal nos arrugamos, sentimos miedo, pensamos en cómo salvar lo nuestro, o damos rienda suelta a nuestro comprensible deseo de venganza… En suma: se enfría el amor en la mayoría. Y he aquí que un hombre joven y fuerte, en la flor de la vida, a punto de casarse ante Dios con la mujer que amaba, se ofrece libremente para salvar a otros.

Arnaud nació en una familia poco practicante, pero a sus 33 años experimentó una auténtica conversión. Lo hemos conocido gracias al minucioso testimonio del padre Jean Baptiste, el monje de la abadía de Lagrasse que ha acompañado su camino de fe los últimos años y que le ungió para el último viaje. También estaba preparando a Arnaud y Marielle, que se habían casado civilmente en agosto de 2016, para celebrar su matrimonio sacramental el próximo 9 de junio en la mencionada abadía, que ambos frecuentaban. Se sentía apasionado por su trabajo en la Gendarmería, por la historia de Francia y por sus raíces cristianas, que había descubierto a raíz de su conversión. Es verdad que para él, ser policía significaba proteger. Sin embargo sólo lo que vamos a celebrar esta Semana nos ayuda a entender hasta el fondo el gesto de Arnaud Beltrame, porque su gesto imita al de Jesús, el inocente que se entregó a la muerte para salvarnos a todos. Sólo siguiendo a Jesús pudo hacer suyas aquellas palabras: «no hay mayor amor que el de quien da la vida por sus amigos».

Este hombre, al que no conocíamos, nos devuelve la verdadera imagen de una Europa por la que merece la pena trabajar y sufrir. «Sólo una fe cristiana animada por la caridad puede explicar que asumiera este sacrificio sobrehumano», ha dicho el padre Jean Baptiste. Esa misma fe y esa misma caridad han roturado durante siglos la tierra europea hasta convertirla en un faro para el mundo. Y aunque Arnaud creció ya en un ambiente frío respecto a esa historia, con él (con tantos) vuelve a revivir y a convertirse en factor decisivo para el presente.