Del comedor del Refugio al Bautismo en la Almudena - Alfa y Omega

Del comedor del Refugio al Bautismo en la Almudena

Daniel se bautizó en la Vigilia Pascual, tras conocer a los voluntarios del comedor de la Hermandad del Refugio

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
El cardenal Osoro bautiza a Daniel durante la Vigilia Pascual en la catedral. Foto: Elena Castro

Paula, Daniel, Ana Carolina, Yasser, Martín, Sandra Faviola: los nombres de estas seis personas están inscritos en el reino de los cielos desde el sábado, cuando recibieron el Bautismo de manos del cardenal Osoro durante la vigilia pascual celebrada en la catedral de la Almudena.

Daniel, un mostoleño de 35 años, se encontraba algo nervioso, porque «nunca he estado en la catedral». A la Almudena llegó después de una vida «muy dura, que casi es mejor no recordar: muertes de personas cercanas, dificultades con mi familia, falta de trabajo…».

Daniel conoció a Blanca, su mujer, hace siete años, y ambos acuden desde algún tiempo a recibir la cena en el comedor de la Hermandad del Refugio, en la iglesia de San Antonio de los Alemanes. Allí llegaron por indicación de los servicios sociales del Ayuntamiento de la capital, porque Daniel no tiene trabajo y Blanca cobra una pensión por incapacidad pero apenas le da para vivir. Desde el Ayuntamiento les remitieron al comedor que la Hermandad del Refugio regenta desde hace ya casi cuatro siglos en la iglesia de San Antonio de los Alemanes, en la Corredera Baja de San Pablo, que ofrece la cena de lunes a sábado a más de 200 personas.

Al Refugio «al principio fuimos por los bocadillos y luego ya empezamos a caernos bien y empezamos a ir más a menudo. Ahora nos hemos hecho voluntarios y la verdad es que nos tratan como si fuéramos sus hijos. Nos tienen muchísimo cariño», explican.

Junto al resto de voluntarios, «colocamos los platos y cubiertos, limpiamos el comedor…, lo que sea. Y en la iglesia también hacemos lo que nos pidan, como hace poco, que trasladamos un Cristo enorme para hacer el vía crucis».

Allí conocieron también al rector de la iglesia, el sacerdote Carlos Nerón. Gracias a él «fui sabiendo un poco más de la religión y me decidí a dar el paso» de pedir el Bautismo, explica Daniel a Alfa y Omega. Sobre todo, destaca la relación con los hermanos y con el sacerdote, «el feeling y el buen rollo que tenemos. Nos quieren mucho y no quieren que nos vayamos. Y si algún día faltamos ya están preguntando qué nos ha pasado y por qué no hemos ido».

«Un lujo recibirles en casa»

El padrino de Bautismo de Daniel ha sido Juan Ignacio, uno de los voluntarios más veteranos de la Hermandad del Refugio, que «ha hecho por nosotros lo indecible», dice Daniel. «Empezó proponiéndonos que nos casáramos por la Iglesia, y luego insistió en que tenía que bautizarme, que él iba a ser mi padrino, y entonces decidí hacerlo todo. Al final me he enganchado. No sé muy bien cómo, pero me lo ha contagiado», cuenta con humor.

Juan Ignacio lleva ya 30 años en la Hermandad, los cinco últimos colaborando activamente en el comedor, porque en la Hermandad también se ocupan del colegio adyacente a la iglesia, del ropero, del templo, de las ayudas a familias del barrio… «Para mí es una alegría y una satisfacción el haber conocido a gente como Daniel y Blanca, que te dan más cariño del que tú puedas ofrecer. Es un auténtico lujo recibirles en nuestra casa, porque vienen aquí a quererte», cuenta Juan Ignacio.

Además, constata que «Daniel siempre ha tenido una disposición muy buena hacia los demás, y los dos han tenido esa inspiración de querer hacer las cosas bien, a través de la Iglesia. Al final nosotros somos instrumentos para que personas como Daniel se den cuenta de lo que queremos compartir aquí en el Refugio».

De ahora en adelante, «el futuro dependerá de él. Tendrá que poner todo de su parte y los demás estaremos aquí para ayudarle en lo que necesite. Y yo, como padrino suyo de Bautismo, estaré para lo que él me pida, además de para ofrecerle muchas oraciones y mucha cercanía. Eso siempre», dice.

Daniel, Carlos, Juan Ignacio y Blanca, en San Antonio de los Alemanes. Foto: Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

Un proceso que no acaba nunca

Blanca y Daniel reconocen que no son muy practicantes pero ya han empezado a ir a algunas Misas desde que empezó el proceso del Bautismo de él. Además, cuando se les ofrece la posibilidad de recibir un libro de oraciones enseguida se entusiasman. «A mí lo que más ilusión me hace es tener el texto del vía crucis», confiesa Blanca. Y cuando entra en la iglesia, a Daniel lo que más le llama la atención es el Misal. Dios ha empezado a entrar de alguna manera en su vida y está encontrando su hueco.

La persona encargada de acompañarle en su camino hacia el Bautismo ha sido el rector de San Antonio de los Alemanes, Carlos Nerón, que desvela que «formar a alguien como Daniel supone empezar de cero y hasta enseñarle las oraciones básicas como el padrenuestro y el avemaría». De esta manera ha sido testigo de un despertar a la fe «muy bonito», que «empezó por una inquietud por las cosas de Dios y se ha ido concretando en ir introduciéndole poco a poco en la relación con Cristo y el trato con el Señor a través de la oración». Porque para Carlos «lo primero es la relación con Jesús, y después viene todo lo demás: los mandamientos, los sacramentos, el Catecismo… Antes de todo eso viene el tener al Señor como dueño de tu vida». Y siempre teniendo en cuenta que el que «el primero que ha iniciado la relación ha sido precisamente el Señor» y que «este proceso de acercamiento a Dios, como el de cada uno de nosotros, no acaba nunca».