El milagro de Pablo VI, y las virtudes del padre Alegre - Alfa y Omega

El milagro de Pablo VI, y las virtudes del padre Alegre

Redacción
El padre Jacinto Alegre Pujals. A la derecha, Pablo VI

La aprobación del milagro que permitirá la beatificación del Papa Pablo VI, y que la celebración vaya a tener lugar el 19 de octubre, son decisiones revestidas de un profundo significado. Ambas fueron autorizadas por el Papa Francisco el viernes pasado, durante una audiencia con el cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos. El milagro que concluye el proceso para que el Papa Montini sea declarado beato es la curación, no explicable médicamente, de un niño no nacido al que, durante la gestación, se le diagnosticaron graves problemas de salud que suponían un riesgo elevado de sufrir daño cerebral. La madre rechazó la propuesta de abortar, y decidió encomendarse, por consejo de una amiga religiosa, a la intercesión del Papa que, en la encíclica Humanae vitae, había defendido el valor de la relación conyugal y de la vida humana desde la concepción. El niño nació por cesárea en la semana 39 de gestación, y ahora es un adolescente sano. También es significativo que se haya elegido para la beatificación una fecha en la que muchos obispos de todo el mundo estarán en Roma para el Sínodo de los Obispos Extraordinario, sobre la Familia, que concluye el mismo 19 de octubre. Humanae vitae es, precisamente, uno de los principales documentos magisteriales del siglo XX sobre la familia.

En su reunión con el cardenal Amato, el Santo Padre también autorizó el reconocimiento de un milagro atribuido a la intercesión del Venerable Luigi Caburlotto (1817-1897), sacerdote veneciano fundador del Instituto de las Hijas de San José, dedicadas a la educación de la infancia y la adolescencia abandonada.

Durante la misma audiencia, el Papa reconoció las virtudes heroicas del jesuita español Jacinto Alegre Pujals (1874-1930). El padre Alegre tuvo, durante toda su vida, una gran inquietud por socorrer a los enfermos y las personas necesitadas. Conoció la labor que realizaba la Piccola Casa Della Divina Providenza, fundada en Italia por san José Benito Cottolengo, y sintió la llamada a hacer él algo así para atender a los enfermos que él visitaba en Barcelona. No pudo ver realizado su sueño, pero, antes de morir, tuvo tiempo de contagiar su ideal al obispo de Barcelona, monseñor Irurita, al jesuita padre Guim y a un seglar, el señor Zaragoza, que en 1932 lo hicieron posible al fundar el primer Cottolengo del padre Alegre, en Barcelona. Los Cottolengos acogen solamente a enfermos incurables y pobres, y les ofrecen una vida en familia, atendidos por las religiosas Servidoras de Jesús. Hay Cottolengos del padre Alegre en Barcelona, Cáceres, Valencia, Alicante, Madrid, Santiago de Compostela, Colombia y Lisboa. Todos ellos viven estrictamente de la Providencia.

El Papa ha firmado también el Decreto por el que se han reconocido las virtudes heroicas del Venerable Giacomo Abbondo (1720-1788), párroco durante más de 30 años en su pueblo natal, Tronzano Vercellese, donde ayudó a sus parroquianos a redescubrir la belleza y bondad de Dios y a retomar el contacto con Él en la oración, la Palabra de Dios y los sacramentos. También vivió las virtudes cristianas la Venerable Carla Barbara Cochen Carré de Malberg (1829-1891), madre de familia francesa y fundadora, junto con el abad Henri Chaumont, de la Sociedad de las Hijas de San Francisco de Sales, para ayudar a mujeres a vivir la espiritualidad salesa en la vida cotidiana; así como las Misioneras Salesianas de María Inmaculada y la Asociación San Francisco de Sales.