Los «hijos espirituales» de Benedicto XVI se despiden de él - Alfa y Omega

Los «hijos espirituales» de Benedicto XVI se despiden de él

Benedicto XVI «siempre tendrá un lugar en los corazones de aquellos de nosotros para los que ha sido, de un modo particular, pastor y Padre». Lo afirmaba, al conocer la noticia de su renuncia, el Ordinario de Nuestra Señora de Walsingham. Los Ordinarios de Inglaterra y Gales, y Estados Unidos y Canadá, acudieron la semana pasada a Roma para despedirse del Papa que les ayudó a cruzar el Tíber

María Martínez López

Cuando Benedicto XVI fue elegido Papa en 2005, Keith Newton era el obispo anglicano de la diócesis de Richborough, en Inglaterra. Jeffrey Steenson había sido ordenado, unos meses antes, obispo episcopaliano, y era el obispo coadjutor de la diócesis de Río Grande, en Estados Unidos. El día 27 de febrero de 2013, los dos estaban en la Plaza de San Pedro, junto con los obispos católicos, para participar en la última Audiencia general de Benedicto XVI.

El ahora monseñor Keith Newton es la cabeza del Ordinariato personal Nuestra Señora de Walsingham, en el que ex anglicanos de Inglaterra y Gales que han sido recibidos en la Iglesia católica pueden vivir su fe dentro de la tradición litúrgica anglicana. Newton fue uno de los tres obispos anglicanos que volvieron a la comunión con Roma después de que el Vaticano anunciara, en 2009, la creación de los Ordinariatos personales. Monseñor Jeffrey Steenson es su homólogo en el Ordinariato de la Cátedra de San Pedro, para Estados Unidos y Canadá. Fue admitido en la Iglesia católica en 2007.

Ambos están casados y tienen tres hijos, por lo que sólo han podido ser ordenados sacerdotes. Sin embargo, como cabeza de los ordinariatos, en muchos aspectos son tratados como obispos: pueden llevar mitra, pectoral y anillo, y tienen trato de monseñor.

Los ordinariatos, un gesto profético

Acompañaron a monseñor Newton a Roma un grupo de fieles del Ordinariato. El jueves 28 por la mañana, monseñor Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, celebró la Eucaristía con ellos en la basílica de San Pedro. Durante esos días, los dos ordinarios también visitaron la Universidad Pontificia de la Santa Cruz para reunirse con algunos miembros de la Facultad de Derecho Canónico. «Es una cuestión de fe firme que estaremos bien» -afirmaba monseñor Steenson en una nota enviada a sus fieles-, pues el Ordinariato está pensado «para dar estabilidad y permanencia» a las personas en su situación. «La recepción que me han dado» en todas las reuniones mantenidas «ha sido cálida y alentadora. Nuestra misión es traer a muchas almas a la plena comunión con la Iglesia católica. Es el mensaje que me han dado constantemente. Nuestro encargo es simplemente el Gran Encargo».

En una entrevista concedida a Catholic News Service, monseñor Newton valoró el paso dado por Benedicto XVI estableciendo los ordinariatos como «profético, en el sentido de que apunta hacia adelante, hacia algo que esperamos que se consiga» en el futuro «con un alcance mayor». El mensaje que está transmitiendo la Iglesia es que «es posible estar en comunión unos con otros, y traer» a la Iglesia «las tradiciones que sean conformes con la doctrina católica».

Ese «ecumenismo receptivo, aprender unos de otros», es el camino por el que está avanzando el ecumenismo, y matizó que los ordinariatos «son un fruto del diálogo ecuménico entre católicos y anglicanos, pero no el único». Criticó también la visión que tienen «algunos expertos en ecumenismo», en el sentido de que «todos estamos viajando de forma igualitaria en una dirección, y de que en el futuro habrá una nueva Iglesia a la que todos perteneceremos. No creo que esa fuera la visión del Concilio Vaticano II».

Benedicto XVI ha sido «pastor y Padre»

Al conocerse la noticia de la renuncia de Benedicto XVI, en un comunicado de prensa, monseñor Newton subrayó que «el pontificado del Papa Benedicto ha sido un momento extraordinario en la vida de la Iglesia. Lo ha ejercido con una sabiduría amable y una humildad profunda y será especialmente recordado por su doctrina clara y profunda». Los miembros del Ordinariato, en especial, «tenemos una razón particular para agradecer a Dios su pontificado, puesto que abrió el camino para que los anglicanos entraran en plena comunión con la Iglesia católica». Por ello, «siempre tendrá un lugar en los corazones de aquellos de nosotros para los que ha sido, de un modo particular, pastor y Padre», afirmó, a la vez que aseguraba las oraciones del ordinariato para los cardenales «mientras ejercen su sagrado deber de elegir a su sucesor».

También monseñor Steenson hizo público un comunicado, el mismo día 11 de febrero. En él, afirmaba que los miembros del Ordinariato de la Cátedra de San Pedro eran «de un modo particular los hijos espirituales de Su Santidad el Papa Benedicto XVI. A lo largo de sus años como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y especialmente como Papa, la reconciliación de los anglicanos con la Iglesia católica ha sido una de sus principales tareas. Nuestros corazones se entristecen al recibir la noticia de que el Papa Benedicto abandonará la Sede de Pedro, pero hay una alegría más profunda en saber que nosotros somos el fruto de su visión de la unidad católica. Y rezaremos y trabajaremos con diligencia para que su labor en la viña continúe produciendo una cosecha abundante».

El Ordinariato, que «ha sido una intención especial del Papa Benedicto, ahora está firmemente establecido en la Iglesia católica y continuará sirviendo como un instrumento para la unidad cristiana». Continuaba: «Quizá lo más importante que podemos decir en este tiempo es un agradecimiento de corazón al Papa Benedicto XVI, por darnos este hermoso don de la comunión. Reafirmamos nuestra dedicación a promover esta «cultura de la comunión«, a la que nos llamó el arzobispo Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe«, al celebrarse su primer aniversario.

Dos horas con el cardenal Ratzinger

No son muchos los miembros del Ordinariato que han podido conocer en persona a Benedicto XVI. Monseñor John Broadhurst, asistente del Ordinario, lo hizo cuando el cardenal Ratzinger todavía era Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En el número de marzo de la revista del Ordinariato, cuenta su experiencia: «La mayor alegría de todos mis años como cabeza de Forward in Faith [Adelante en la fe, un movimiento anglicano próximo al catolicismo] fue una reunión con el cardenal Ratzinger el año que me convertí en obispo anglicano. Su reputación era de un hombre duro e intransigente. Me ofrecieron media hora (más de lo que conseguía la mayoría), que se convirtió en una hora. Hablamos extensamente del dilema anglicano» -anglicanos que deseaban apasionadamente la unidad y, ante el estancamiento del diálogo con las Iglesias de la Reforma, «veían que la unidad era cada vez menos posible»-.

Durante la reunión, «el capellán dijo que el cardenal se tenía que ir a comer, pero él declinó y al final hablamos durante una hora y 50 minutos. Qué generosidad. Era bastante obvio que estaba conmovido y preocupado por la situación. Era muy diferente de la imagen de los medios. Es inteligente, solícito, cariñoso, con un sentido del humor real. Al marcharme, le dije que muchos cristianos ortodoxos no católicos le agradecían su fiel testimonio de la verdad. Sonrió, me pasó el brazo por el hombro, y dijo: Sólo lo hago por el Santo Padre».