Está nerviosa - Alfa y Omega

Era la hora de comer cuando sonó el móvil del hospital. Una auxiliar de enfermería me pidió que fuese a la habitación 622, porque había una señora que estaba muy nerviosa y su familiar pidió que fuera el capellán.

Me coloqué de pie, al lado de la cama, junto a una joven que podría ser su hija. Se generó una calma tensa que costaba romper, y que intuí que no iba a ser agradable, pues la tragedia se mascaba en el ambiente. Mentalmente me dio tiempo a recordar dos oraciones que sirvieron para la invitación a mi ordenación sacerdotal: «Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras», de Charles de Foucauld, y la de san Francisco de Asís: «Señor, haz de mí un instrumento de tu paz». Mientras, a la señora le había dado tiempo a abrir los ojos, mirarme de arriba a abajo y pensar si no se había equivocado al llamarme.

Antes de que se arrepintiera, le pregunté por qué quería hablar con un sacerdote. La mujer me contó que después de meses de hacer lo que los médicos mandaban, su enfermedad había empeorado y mucho. «Ahora me deberían operar, pero son unos cobardes y no quieren», dijo. Cuando quise darme cuenta, la joven nos había dejado solos y hasta el familiar que acompañaba a la otra enferma había salido al pasillo.

Durante casi dos horas sin parar de llorar me habló de todos los santos que la habían decepcionado, de las imágenes de Cristo que había visitado, de lo guapísimos que eran sus nietos y lo poco que iba a disfrutar de ellos. Pero, sobre todo, me habló de que ella no aceptaba la visita de la Hermana Muerte.

Por la noche volví a pasar por la habitación y otra vez nos pusimos hablar. Estaba mucho más animada y no soltó ni una lágrima; más bien algunas risas. Una de las personas que estaba allí dijo: «Vaya una conversación que tenéis, podíais parar ya de hablar de la muerte». Realmente era lo que le preocupaba a esta señora: su muerte, que no aceptaba. Pero esa noche se atrevió a mirarla a los ojos y decir: «Mientras viva no vas a poder conmigo, aunque pierda los nervios y me ganes algunas batallas».