Roni, seminarista iraquí: «¿Dónde está la comunidad cristiana global?» - Alfa y Omega

Roni, seminarista iraquí: «¿Dónde está la comunidad cristiana global?»

Roni nació en Qaraqosh. Hace cinco años, sufrió heridas graves en un atentado contra 1.500 estudiantes cristianos. Este verano, los cristianos tuvieron que huir a pie de los yihadistas. La historia de este seminarista iraquí está marcada, como la de tantos de sus hermanos en la fe, por la violencia, pero también por el amor a Cristo y la fidelidad. Este martes visitó Córdoba para compartir su testimonio y pedir ayuda para «vuestros hermanos en peligro»

María Martínez López
Roni, con refugiados atendidos por Ayuda a la Iglesia Necesaria
Roni, con refugiados atendidos por Ayuda a la Iglesia Necesaria.

Roni Salim ya conocía Córdoba. Estuvo en la ciudad andaluza en 2011, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. Estos días, ha vuelto para compartir el testimonio de los cristianos perseguidos de Irak, su país. Roni participó el Martes Santo en la Misa crismal, y por la tarde dio su testimonio en una Vigilia de oración en el seminario de Córdoba. Él mismo es seminarista, y está a punto de terminar sus estudios de Teología en la Iglesia siro-católica. Es originario de Qaraqosh, «un área donde nosotros los cristianos hemos visto las peores formas de persecución, verbal, física e incluso psicológica».

No se refería sólo al último año. En mayo de 2010, los yihadistas atacaron con coches bomba 25 autobuses que llevaban a 1.500 estudiantes a la Universidad de Mosul. «Estos detalles estarán grabados para siempre en mi mente porque mi hermana y yo éramos de los estudiantes cristianos que iban en esos buses. Ambos fuimos heridos. De hecho, mi cara quedó un poco deformada, lo que llevó a nueve operaciones sólo para reconstruirme la nariz. En el momento de la explosión, realmente sentimos que el mundo se acababa. Una montaña rusa de miedo, de muerte, de un pozo sin fondo. Las únicas palabras que pudimos musitar fueron: “¡Oh, Madre María, ayúdanos!”».

Roni habló también del ataque, en octubre del mismo año, contra la iglesia de Nuestra Señora de la Salvación en Baghdad durante la Misa. «Una celebración donde amamos a nuestro Dios, que ellos no conocen. Mataron a 45 personas y a los dos sacerdotes que estaban celebrando. La sangre de estos cristianos inocentes fue una prueba más del amor a Nuestro Señor Jesucristo, que también fue perseguido y dejado morir en la Cruz sin otro motivo que ser limpio, sincero y amarnos».

«¡O nos íbamos, o nos decapitarían!»

Pero lo peor estaba por venir con la llegada del autodenominado Estado Islámico. «Al principio, los terroristas tranquilizaron a los cristianos diciendo que no tenían intención de hacer daño a nadie, y que debíamos quedarnos en nuestras casas, en Mosul. Pero en realidad fue una trampa mezquina». Pocos días después, los yihadistas decretaron que los cristianos debían «convertirse al islam, pagar un impuesto o hablará la espada».

«Ningún cristiano tenía intención de convertirse al Islam o de negar a Jesús que murió para mostrarnos Su amor. Por eso, decidieron trasladarse a Qaraqosh, otro pueblo cristiano, que todavía estaba libre. Los habitantes de Qaraqosh acogieron a los refugiados en sus casas». El 6 de agosto, el EI atacó también esta ciudad. «Los hombres, con la ayuda de los peshmerga –el ejército kurdo– intentaron contener e impedir que el EI conquistara el pueblo con todos los medios que pudieron. Pero el EI estaba fuertemente armado, mientras que los cristianos estaban cansados de defenderse con sus armas primitivas». Durante el ataque, murieron una mujer y dos niños, y otros cinco resultaron heridos.

Viendo cómo evolucionaba la situación, muchos empezaron a huir. «El arzobispo decidió exhortar a los cristianos a que se quedaran y defendieran el pueblo. Pero a medida que caía la noche, los sacerdotes y el arzobispo vieron que era más prudente abandonar Qaraqosh porque el EI estaba a las puertas. ¡O nos íbamos, o nos decapitarían!».

Roni y otros seminaristas iraquíes con jóvenes estadounidenses durante la JMJ

Huida a pie

Así que empezó la huida. «Creedme, fue una mala experiencia. No había medios de transporte disponibles, así que la mayoría de la gente tuvo que huir a pie. Recorrimos largos caminos, llenos de rocas e infestados de insectos, con niños y bebés, buscando la seguridad. Sin comida, sin agua, sin ropa adecuada para protegernos. Sólo nos sentíamos llenos de la comida de la fe, saciados por el amor de Dios y vestidos con las armas de Jesús».

Los sacerdotes y el obispo fueron los últimos en abandonar Qaraqosh. Cuando llegaron a Erbil, «vieron a los refugiados durmiendo en calles, aceras, parques e iglesias. Ninguna casa abrió sus puertas para acogerlos. Y todo esto es sólo el principio», lamentó Roni. «Después de ser una cultura que empezó el Antiguo Testamento, hemos pasado a ser un pueblo sin tierra, sin trabajo, sin escuelas ni hospitales. ¡Nada! Sólo caravanas, tiendas, campos de refugiados, edificios sin terminar, sin puertas ni ventanas para proteger a sus habitantes. Una cultura de la Palabra de Dios, un pueblo de Jesús, abandonado en el frío hacia un oscuro destino».

Ante todo esto, Roni terminó preguntándose: «¿Dónde está la comunidad cristiana global? Os dejo con esta pregunta. Rezo para que Dios os dé la claridad de visión para ver la verdad y ayudar a vuestros hermanos en peligro. Que Dios os bendiga a todos».