En el nombre del hijo - Alfa y Omega

En el nombre del hijo

Eva Fernández
Foto: AFP Photo/Action4Alfie

Parece que a unos jóvenes padres se les está impidiendo cuidar de su hijo, velar su sueño, tocar su piel y decirle cosas al oído, aunque nunca vayan a escucharle decir «papá».

Esta es la historia de un niño que está en estado semivegetativo desde hace un año. En sus primeros siete meses, las mismas fotografías que el resto de los niños: Alfie jugando con la espuma de su primer baño, Alfie con los vaqueros que le regaló su abuela, Alfie acurrucado en la cama con su peluche preferido… Pero algo se torció cuando llegaron las primeras convulsiones. Fue perdiendo movilidad, los médicos pensaban que tenía un desarrollo tardío. Después llegó una infección que empeoró su salud hasta dejarlo conectado a una máquina. Su enfermedad no tiene ni nombre ni cura y, según el encefalograma, le impide escuchar las palabras de cariño de su madre de 20 años, Kate, y sentir las caricias de su padre de 21 años, Tom.

El resto de la historia ya es conocida por todos. El hospital pidió a las autoridades permiso para desconectar al bebé y sus padres se han enfrentado reiteradamente a la Corte inglesa para que siguiera vivo. No hay nada ni nadie que pueda con unos padres empeñados en la vida de su hijo. ¿O sí?

El Papa Francisco hizo suya la cruzada para salvar tanto al pequeño Alfie como a Vincent Lambert, que a sus 41 años se encuentra en las mismas circunstancias, como ya hizo con Charlie Gard, que murió en julio del pasado año: «Querría repetir y confirmar con fuerza que el único que puede disponer de la vida desde el inicio hasta su fin natural es Dios. Y que es nuestro deber hacer todo para proteger la vida», dijo el día 18 durante la audiencia general.

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo dio su última palabra el lunes, y esa misma noche se desconectó el ventilador. Alfie comenzó a respirar solo, y así pasó la noche. Se ha querido incluso negar el traslado de su hospital, en Liverpool, al Bambino Gesù de Roma; a pesar de que en el momento de escribir estas líneas Italia había concedido la nacionalidad al pequeño y había puesto a su disposición un avión medicalizado.

El Papa es consciente de que se trata de «situaciones delicadas y muy dolorosas y complejas. Recemos para que cada enfermo sea respetado siempre en su dignidad, con la ayuda concorde de familiares, médicos y otros agentes sanitarios», pidió el domingo 15.

Nadie está preparado para ver morir a su hijo. Más aún cuando parecía confirmarse que no existía ninguna señal de sufrimiento en Alfie y que dormía, descansaba y comía con una placidez envidiable. El problema está en quién decide que esa forma de vivir no entra en los estándares oficiales y que hay que acabar con ella. Suena peligrosamente a los mismos argumentos que justificaron el exterminio.

Pienso en Kate y en Tom. Lo que darían por ver a Alfie montado en un columpio, asistir a un festival del colegio, tener enmarcada la foto de su graduación y tantos otros momentos que nunca podrán ser. Pero a cualquier padre en estas circunstancias se le debe permitir tumbarse junto a su hijo y sentir su corazón latir. Seguro que Alfie sonríe sabiendo que tiene a los mejores padres del mundo.