Manuel Ureña: «Siempre disponible» - Alfa y Omega

Manuel Ureña: «Siempre disponible»

Monseñor Manuel Ureña Pastor es el nuevo obispo de la diócesis cartaginense, una de las más antiguas de España, cuya población supera el millón de habitantes. Monseñor Ureña tiene 53 años; hace ahora diez que fue ordenado obispo para la diócesis de Ibiza; tres años después, fue nombrado primer obispo de la entonces naciente diócesis de Alcalá de Henares. Habla para los lectores de Alfa y Omega

Manuel María Bru Alonso
Un momento de la entrevista

Pocos días antes de ser nombrado obispo de Cartagena, usted dijo que un obispo no se pertenece a sí mismo, sino a la Iglesia. ¿Con esta certeza deja la diócesis de Alcalá?
Está muy claro que Dios interviene en la vida de las personas súbitamente. Sus caminos son los verdaderos; los nuestros lo son sólo en cuanto se adecuan a los caminos del Señor. El hombre, por ser un ser pecador y un ser finito, contingente, intenta proyectar en la vida y piensa que lo que él proyecta, incluso los encargos que ha recibido del propio Dios y de la Iglesia, son los definitivos. En ese momento ya se sitúa, no en los caminos de Dios, sino en sus propios caminos. Si hay una característica típicamente bíblica, es la del éxodo, el estar constantemente en marcha. Esa categoría fundamental está en contra de la de los pueblos colindantes a Israel: la del sedentarismo. Un cristiano, un sacerdote, un obispo ha de estar siempre en actitud de servicio, de disponibilidad, como Abraham, como María, que siguen los planes de Dios, y ven de pronto convulsionada su existencia. La actitud del hombre ante la voluntad de Dios es el pataleo, pero eso es un primer momento, porque en un segundo momento se plantea el problema desde la fe. Con esa actitud yo he recibido el nombramiento de obispo de Cartagena; primero, con un cierto pataleo, pero después uno llega a captar la profundidad de que los designios de Dios, sus caminos, son los verdaderos. Y Él sabe lo que hace. Por supuesto, los caminos de Dios no los escucha uno a las cinco de la mañana en su habitación, sino que los escucha siempre a través de la Iglesia, porque en la Iglesia es dónde resuena inequívocamente e infaliblemente la voz de Dios.

Catedral de Murcia

¿Cuál es su balance de estos siete años en Alcalá?
Me encontré con una diócesis que, como los arrabales de las grandes ciudades, tiene un coeficiente muy alto de inmigrados, el 90 %; por tanto, con pocas posibilidades económicas, pocas raíces, y todos los problemas que eso supone.

He de confesar que la ayuda de Dios la he visto con toda claridad, como la ayuda de esa gran madre que es Madrid, y la de todos los del lugar, que adquirieron inmediatamente conciencia diócesana. He de agradecer a los sacerdotes su trabajo abnegado, el no aprovecharse de la bula del Papa y pasarse masivamente a Madrid, pues ese peligro había. Ahí se ha visto la categoría del clero madrileño: un clero recio, trabajador, ilusionado, con el que comencé a responder a los desa-fíos de la nueva diócesis: la construcción de nuevos templos, en medio de barriadas que crecen de un modo febril. Han sido constituidas 6 parroquias nuevas. Tenemos ya 8 templos nuevos, 5 en construcción, y hemos coseguido unos 20 solares nuevos, preparados para 11 nuevas parroquias en Alcalá, 3 en Torrejón de Ardoz, 1 en Coslada, 3 en Arganda, 1 en Rivas… Estoy contento de esto.

El caso de Madrid es único en el mundo, como señaló en su día el Papa Juan Pablo II. ¡Cuidado lo que significa que Madrid haya levantado en 30 años unos 400 templos nuevos! Eso es una hazaña histórica que ha influido en que el coeficiente de secularización de Madrid sea inferior al de otras latitudes.

Una segunda cosa de la que estoy muy contento de estos siete años es que se ha creado una verdadera conciencia diocesana, que es más importante todavía que lo de los solares. Ya están funcionando el Seminario Mayor y el Menor, con dos edificios. Otro reto era la recuperación histórica de dos grandes monumentos que hacían muchísima falta: la antigua Colegiata y la catedral, que estaba en condiciones lamentables. Gracias a las ayudas de la Unión Europea, del Ministerio de Cultura, de la Comunidad Autónoma, y en este momento del Ministerio de Fomento, se ha podido restaurar. El otro era el palacio de los antiguos arzobispos de Toledo, que necesitamos para la Curia diocesana, inversión que superará los 700 millones de pesetas. Hemos pasado ya el Ecuador.

Otro aspecto importante de estos siete años ha sido la floración de nuevos sacerdotes. Incluyendo los de la última promoción, con los próximos 10 presbíteros que se ordenarán, desde el año 92 al 97 en la diócesis ha habido 40 ordenaciones sacerdotales, que no está nada mal. De los 120 sacerdotes que teníamos en 1991, ahora somos 175.

Otra cosa ha sido la inculturación del alma del obispo en Madrid. Vamos, que al obispo le ha gustado mucho Madrid. Y ahora, del Henares, al Segura. Cuesta marcharse…

Monseñor Ureña durante una Ordenación de diáconos en Alcalá de Henares

¿Qué supone el reto de una Universidad católica como la de Murcia?
ón por la que se me manda a Murcia es la de la Universidad católica. Yo no sé por qué razón me mandan a Murcia; eso son cosas que corresponden al Espíritu y a la Iglesia. Pero lo que está muy claro es que, en todo caso, lo de la Universidad habrá sido una razón más; también se decía mucho eso cuando fuí enviado a Alcalá de Henares. Pero, vamos a ver: No me parece bien que se diga que es por mi dimensión intelectual, o de investigador, o de teólogo o filósofo. Yo soy pastor de la Iglesia. En Murcia, me dedicaré a la Universidad para darle el puesto de mi acción pastoral que le deba dar, pero nada más. Me dedicaré a regir y a presidir en el amor al Pueblo Dios que peregrina en Murcia. Por otro lado, no se me oculta la importancia que tiene en la Iglesia la realidad cultural y, por tanto, universitaria, donde se expresa y se objetiva la conciencia que de sí tiene el hombre.

Temas actuales en pocas palabras

XX aniversario del pontificado de Juan Pablo II:

Juan Pablo II pasará a la Historia no sólo como una figura estelar en el papado del siglo XX, sino como una figura estelar de la Historia de la Humanidad. Se trata de un hombre que es todo de Dios, en el que no hay coeficiente de ideología de ninguna clase. Al ser todo de Dios, no tiene miedo. Sus primeras palabras fueron: ¡No tengáis miedo! Cuando uno está anclado en Dios, no tiene miedo. Precisamente por eso ha podido hablar con plena libertad, recordando al mundo las aberraciones en que ha caído precisamente por el olvido de Dios.

Legislación abortista:

Hoy el gran valor fundamental, el que hace que los demás valores humanos lo sean, el valor de la vida, es el que está en mayor peligro, porque parece que la conciencia humana se ha obnubilado. La Iglesia no puede dejar de hablar de esto, y seguirá hablando.

Parejas de hecho:

Lo peor es que se quieran oficializar y homologar al matrimonio. Van contra la ley de Dios, y contra la ley del hombre, inscrita en los corazones. En virtud del respeto a la libertad del hombre, me parece bien que no sean punibles. Dios —dice el profeta Jeremías— entregó el hombre al hombre en manos de su libertad, para el bien o para el mal; el hombre puede elegir su autodestrucción, pero lo que no es admisible es que tales conductas se quieran oficializar y homologar al matrimonio.

Enseñanza: clases de Religión:

En virtud de la libertad religiosa, y del derecho de los padres a elegir la educación que desean para sus hijos, reconocidos en la Constitución, no hay que tener ningún miedo en reivindicar la enseñanza pública de la Religión; porque no es un derecho abstracto, sino al que hay que facilitar todos los medios para que pueda darse.