Año 0: una superchería - Alfa y Omega

Año 0: una superchería

De un tiempo a esta parte, y aprovechando que se acerca el inicio del tercer milenio de la era cristiana, una serie de personajes que pasan por expertos han dicho: En el año 2000 empezará el siglo XXI…

Colaborador

De un tiempo a esta parte, y aprovechando que se acerca el inicio del tercer milenio de la era cristiana, una serie de personajes que pasan por expertos han dicho: En el año 2000 empezará el siglo XXI y, con él, el tercer milenio. Ante el lógico estupor de la gente sensata, que sabe que un siglo tiene 100 años, y que el primero de ellos es el 1 y el último el 100, los enterados han dicho que, en el cómputo, hay que contar también el año 0. Y esta curiosa expresión ha producido una avalancha de preguntas y llamadas a gente oficialmente inteligente. ¿Cuándo empieza el siglo XXI, el año 2000 o el 2001?

Ante estas preguntas es preciso negar rotundamente la existencia del llamado año 0, y explicar por qué se niega lo que lleva camino de convertirse en creencia generalizada. A la gente inteligente le gusta pensar, y no acepta, sin examinar y contrastar, lo que alguien le dice.

Como es bien sabido, en el siglo VI el Papa encargó al monje Dionisio el Exiguo que hiciera un cálculo para cambiar las dataciones que usaba la Sede Apostólica y, a la vez, también la comunidad cristiana, que entonces se extendía por Europa, Próximo Oriente y norte de África. Así fue como la Iglesia empezó a datar o fechar sus documentos más importantes; más tarde, los Estados adoptaron también la era cristiana. Hasta entonces, tanto los faraones como los emperadores romanos habían usado como criterio el año de su subida al trono (los Papas, el de su subida al solio pontificio); así se decía el año tercero de Otón, el vigésimo de san Silvestre, etc.

Dionisio, recopilando los documentos y cánones de los 500 años anteriores, hizo un cálculo bastante exacto del año del nacimiento de Cristo (se equivocó sólo en unos 6 años), y estableció que Jesús había nacido el 25 de diciembre del año 753 de la fundación de Roma, por lo que el año 754 debía ser el año 1 después de Cristo. Su cálculo era científico en lo referente al año, aunque era hipotético en lo relativo al día, que fijó así porque astronómicamente ése es el día en que el Sol -para Dionisio, Jesús- empieza a salir antes.

A partir de entonces se dataron los documentos de Europa conforme a la era cristiana. Así, se decía: En el año 624 de Nuestro Señor Jesucristo. ¿Y los años anteriores a Cristo? Igual, pero al revés. Pero ni Dionisio, ni ninguno de sus contemporáneos, ni sucesores habló jamás del año 0. Para ellos, el año que transcurre hasta nacer Jesús (el 753) era el año 1 antes de Cristo, y el año siguiente (el 754) era el año 1 de Cristo… o después de Cristo, como se dijo luego vulgarmente.

Ha sido en este siglo cuando alguien hizo una lucubración: Si el año 754 -el siguiente al nacimiento de Jesús- es el año 1 después de Cristo, el año 752 -el anterior al del nacimiento de Jesús- debería ser el año 1 antes de Cristo; por lo tanto, el año en que nació -el 753- tendría que ser el «año 0». Desde entonces, esta curiosa superchería se ha aceptado por los desconocedores del origen de nuestra era. Pero no es así, y las pruebas de ello son éstas:

– El año 754 de la fundación de Roma es el año 1 de Cristo, porque así lo estableció Dionisio, que era el encargado de calcularlo y establecerlo. Lo formuló así porque en el 754 Jesús ya había nacido; lógicamente cumpliría en ese año su primer año de edad.

– El segundo error está en pretender que la lucubración personal y subjetiva de un creador de hipótesis sobre lo que debería ser borre la realidad objetiva e histórica de quien creó esa datación, hace ya catorce siglos. Porque el hecho real es que, en el siglo VI, ni Dionisio ni nadie pensó que el 753 debería ser el año 0, sino el año 1 antes de Cristo, puesto que durante todo ese año 753 Jesús no había nacido. La única posibilidad de especulación teórica sobre lo que debería ser es si el año cristiano debería empezar el 25 de diciembre.

– No sólo nadie habló del año 0, sino que era imposible que se pudiera hablar de él; el concepto cero era desconocido en todo el Occidente. Sólo existía en la India, de donde 200 años después, con motivo de la invasión musulmana, lo trajeron los moros a Europa.

Sin embargo, en nuestros días, lo que dice todo el mundo prima sobre el conocimiento objetivo de las cosas. Por eso aún hay gente que habla del año 0 con toda convicción, como si eso fuera una realidad. Hasta la Unesco ha caído en la trampa, y parece que ha establecido oficialmente que el año 2000 sea el primero del siglo XXI. Tengo entendido que el Gobierno español se ha sumado a la equivocación general, y, por supuesto, también ciertos periodistas.

Muchas personas opinan que ese deseo de trastocar la lógica de los siglos no es ni ignorancia ni casualidad: es un ataque contra la era cristiana, e indirectamente contra la cultura, el pensamiento y la tradición cristiana. Parece que ciertas gentes con bastante poder económico y social han decidido que el próximo siglo debe nacer al margen del cristianismo. Sería una muestra de que su poder en la opinión pública mundial es tan grande que es capaz de trastocar lo evidente y lo establecido a lo largo de muchos siglos de civilización cristiana.

José Luis Martínez Sanz