Malestar y esperanza - Alfa y Omega

Malestar y esperanza

Ignacio Uría
Foto: Valerio Merino

Se celebró anteayer en la Universidad Francisco de Vitoria la presentación del libro Postcristianismo, escrito por el cardenal Angelo Scola y editado por Encuentro. En el acto participaron, además del propio Scola por videoconferencia, la filósofa Amelia Valcárcel y el teólogo Javier Prades, rector de la Universidad San Dámaso.

En general uno no espera demasiado de este tipo de actos, que suelen organizarse a mayor gloria del autor. Sin embargo, en este caso se superaron las expectativas, ya que Scola es un escritor sugerente y los invitados a la mesa redonda tenían fuste de sobre para hablar sobre los cambios sociológicos de Occidente y el debilitamiento del sustrato cultural cristiano de nuestras sociedades.

Más aún en España donde, en apenas dos décadas, hemos pasado del 75 % de matrimonios canónicos a un devastador 22 %. En cifras absolutas sigue siendo muchísima gente la que se casa «por la Iglesia», pero el hundimiento es innegable. ¿Nos encontramos ante el agotamiento del cristianismo en Occidente? ¿O se trata solo del fin del cristianismo convencional? Más aún, ¿no se limitará a una pérdida de influencia pública? Voces autorizadas –como la del superior general jesuita, Arturo Sosa, en su reciente visita a Madrid– animan a los católicos a cambiar los signos del poder por el poder de los signos. El Papa Francisco va por esa línea, apuntada por san Juan Pablo II, un Pontífice de grandes signos, o Benedicto XVI, cuya renuncia es sin duda el signo más poderoso de un Papa en los últimos 1.000 años. Estas cuestiones aparecen en el libro de Scola, temática sobre la que escribió Ratzinger antes y después de ser Papa. También en su nuevo libro, Liberar la libertad, publicado por la BAC este mismo mes. Aunque se trate de una recopilación de intervenciones y artículos, resulta siempre conveniente volver a Benedicto XVI y sus reflexiones sobre la fe y la política.

Ambas obras, en el fondo, hablan de lo mismo: por qué y en qué creer en el siglo XXI. La fuerte carga dogmática del catolicismo es una dificultad añadida para los que se acercan a él, de ahí en parte la inesperada aceptación social de nuevas experiencias carismáticas, que algunos consideran poscristianas. ¿Acaso nos estamos convirtiendo en católicos evangélicos? El auge del liberalismo secular ha reforzado el crecimiento del poscristianismo, en el que vivimos desde hace varias décadas. Por eso es urgente entender mejor el mundo actual y conocer alternativas al pesimismo católico, que es una contradicción en los términos. Tanto Ratzinger como Scola son dos buenos guías y el verano un tiempo óptimo para reflexionar.