La enseñanza católica aporta 20.000 millones de euros al año - Alfa y Omega

La enseñanza católica aporta 20.000 millones de euros al año

Cada euro invertido en escuelas y universidades católicas genera a la sociedad unos beneficios cuatro veces superiores, según el avance de la próxima Memoria anual de actividades de la Iglesia católica

Ricardo Benjumea
Foto: Valerio Merino

Las escuelas y universidades católicas generan un beneficio para la sociedad española de 19.735 millones de euros. Es la estimación de la consultora PwC, presentada el lunes como avance de la Memoria anual de actividades de la Iglesia católica en España, que la Conferencia Episcopal (CEE) hará pública a mediados de junio, con datos de 2016.

La escuela católica cuenta con cerca de un millón y medio de alumnos (un 18 % del total) en unos 2.600 centros repartidos por todo el país, en los que trabajan 102.476 personas como personal docente. En cuanto a las universidades, además de las pontificias y las de estudios eclesiásticos, se contabilizan otras de inspiración católica como CEU, Deusto o Navarra: 15 en total, más un ateneo, en los que se forman unos 90.000 estudiantes. Se trata del 69 % del alumnado de universidades privadas presenciales en España.

La inversión se multiplica por cuatro

Según PwC, por cada euro invertido en centros educativos católicos el beneficio para la sociedad es de 4,1 euros. En el caso de la escuela, el retorno es 3,3 veces superior, lo que arroja un saldo favorable de 14.000 millones de euros al año, que se esfumarían si no existieran los colegios católicos.

Los beneficios por cada euro invertido se multiplican por 9,6 en el caso de la universidad católica, datos que la consultora obtiene de aplicar la metodología SROI (Social Return of Investment). La pregunta que PwC cuantifica mediante una ecuación matemática es la siguiente: ¿cuánto dinero cuesta formar a un alumno y qué beneficios económicos (mayor salario, mayor aportación fiscal) obtendrán después tanto esa persona como el conjunto de la sociedad como resultado de la finalización exitosa de esos estudios? Entran aquí variables como los períodos de desempleo, que harán disminuir los ingresos salariales, y también los impuestos que un trabajador pagará a lo largo de su vida laboral.

Según PwC, el titulado en una universidad católica pagará, de media, un 14 % más en impuestos que el conjunto de los titulados universitarios. Pero además en la universidad católica la tasa de fracaso de los estudiantes es un 36 % inferior, lo que genera un ahorro de 1.100 millones de euros. Los alumnos repetidores, en otras palabras, salen muy caros.

Los datos son aún más llamativos en el caso de la enseñanza no universitaria. En Primaria y ESO la escuela católica tiene una tasa de repetidores inferior en un 38 % a la media, cifra que asciende al 49 % en el Bachillerato. Al mismo tiempo, el gasto por alumno en los centros de inspiración católica es un 11 % inferior en Primaria y ESO, y de un 13 % en Bachillerato, afirma el informe. Se trata, por cierto, de una de las reivindicaciones clásicas de la escuela concertada católica, obligada a complementar con las «aportaciones voluntarias» de las familias la insuficiente financiación pública de cada plaza escolar, aproximadamente la mitad –denuncia Escuelas Católicas– en la concertada que en la pública.

Sumando, en todo caso, unos y otros capítulos, PwC llega a la cifra global de casi 20.000 millones de beneficio anual para la sociedad española. Ester Martín, directora de la Oficina de Transparencia de la CEE matiza sin embargo que se trata estrictamente de «beneficios directos». Tomando como referente investigaciones similares en Estados Unidos, su estimación es que «si pudiéramos contabilizar también los beneficios indirectos, mucho más complicados de medir, podrían ser hasta tres veces superiores a esos 19.000 millones».

Las razones del éxito

«Las menores tasas de fracaso y una mayor eficacia en la gestión de recursos» explican los buenos resultados de los centros católicos en comparación con el resto, dijo en la presentación del informe Mari Luz Castillo, socia de PwC.

El estudio, sin embargo, no arroja luz sobre si esos buenos resultados se explican por méritos propios de la enseñanza de la escuela y la universidad católica, o se deben a otras variables como la procedencia socioeconómica de las familias de los alumnos.

A favor de la primera tesis apuntaría la encuesta Demandas educativas de los padres en España, realizada en 2016 por el Instituto Universitario de la Familia de la Universidad Pontificia de Comillas por encargo de Escuelas Católicas. A grandes rasgos, la investigación concluía que las familias de la concertada católica apenas se diferencian del resto en aspectos como los ingresos económicos, las preferencias políticas o la prevalencia de padres inmigrantes.

La excelencia no lo es todo

¿Puede reducirse a la excelencia académica el impacto de la enseñanza católica? Para el director del colegio salesiano Santo Domingo Savio, en el barrio madrileño de Pueblo Nuevo, uno de los grandes motivos de satisfacción es tener una tasa de «solo» un 50 % de fracaso en su alumnado de FP Básica. Son chicos y chicas que llegan habitualmente a estos estudios tras no haber logrado completar la ESO.

Manuel de Castro, antiguo presidente de Escuelas Católicas y de la ONG salesiana Jóvenes y Desarrollo, fue el anfitrión de la presentación del informe de la CEE. De los 1.700 alumnos de su colegio, unos 700  cursan FP, un ciclo que la Conferencia Episcopal y PwC han dejado fuera del informe por «falta de datos». Del conjunto del trabajo que realiza su centro, Castro se muestra especialmente «orgulloso» de esos 130 chicos y chicas de FP Básica que nutren las estadísticas del fracaso escolar, a la mitad de los cuales los salesianos logran encauzar hacia los ciclos superiores de Formación Profesional o hacia estudios universitarios.