El Vaticano presenta el primer documento de su historia que ofrece una visión cristiana del deporte - Alfa y Omega

El Vaticano presenta el primer documento de su historia que ofrece una visión cristiana del deporte

El deporte, se señala en el documento, se asienta en el valor del esfuerzo, del sacrificio, en la idea de superar el propio límite trabajando duro, sin trampas, persiguiendo la victoria -aunque no a toda costa y sin límites- y, al mismo tiempo, aprendiendo a gestionar la derrota sin dejarse abatir

Redacción
Foto: Vatican News

«Cuando una persona da lo mejor de sí misma, experimenta la alegría del deber cumplido. Todos quisiéramos poder decir un día, con san Pablo: “He peleado hasta el fin el buen combate, he concluido mi carrera, he conservado la fe”». Con estas inspiradoras palabras comienza el primer documento de la historia de la Iglesia que ofrece una perspectiva cristiana del deporte y de la persona humana; elaborado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida; y que fue presentado este viernes 1 de junio en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

El escrito, titulado Dar lo mejor de uno mismo, pretende ayudar a «entender la relación entre dar lo mejor de uno mismo en el deporte y a vivir la fe cristiana en todos los aspectos de nuestra vida». En este sentido, son significativas las enseñanzas de la actividad deportiva, que se asientan en el valor del esfuerzo, del sacrificio, en la idea de superar el propio límite trabajando duro, sin trampas, persiguiendo la victoria —aunque no a toda costa y sin límites— y, al mismo tiempo, aprendiendo a gestionar la derrota sin dejarse abatir.

El documento se remonta a un proyecto ya iniciado por el entonces Consejo Pontificio para los Laicos, al que san Juan Pablo II había confiado la tarea de ser un punto de referencia para las organizaciones deportivas a nivel internacional y nacional y sensibilizar a las iglesias locales acerca de la atención pastoral en los ambientes deportivos.

Tal y como explicó el prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, el cardenal Kevin Farrell, durante su intervención, el escrito presentado «no pretende responder a todas las preguntas y desafíos que plantea hoy, el mundo del deporte, sino que quiere contar la relación entre el deporte y la experiencia de la fe; a la vez que ofrece una visión cristiana de la práctica deportiva».

Carta del Papa Francisco

Con motivo de la presentación del documento, el Papa ha escrito una carta al cardenal Farrell en la que ensalza el valor del deporte frente en una cultura dominada por el individualismo. «¡Los grandes objetivos, en el deporte como en la vida, los logramos juntos, en equipo!», subraya el Pontífice.

En la misiva, explica cómo el deporte puede ser un instrumento de encuentro, de formación, de misión y santificación. En este sentido, recalca que el deporte es un lugar de encuentro donde personas de todo nivel y condición social se unen para lograr un objetivo común, un ámbito privilegiado frente a la cultura del descarte en torno al cual las personas se encuentran sin distinción de raza, sexo, religión o ideología.

«Podemos experimentar la alegría de competir por alcanzar una meta juntos, formando parte de un equipo en el que el éxito o la derrota se comparte y se supera; esto nos ayuda a desechar la idea de conquistar un objetivo centrándonos solo en uno mismo. La necesidad del otro abarca no solo a los compañeros de equipo sino también al entrenador, los aficionados, la familia, en definitiva, todas aquellas personas que con su entrega y dedicación hacen posible llegar a “dar lo mejor de uno mismo”», señala.

Todo esto, según el Papa, hace del deporte un catalizador de experiencias de comunidad, de familia humana, como cuando un padre juega con su hijo, cuando los chicos juegan juntos en el parque o en la escuela, cuando el deportista celebra la victoria con los aficionados. En todos esos ambientes, a su juicio, se puede ver el valor del deporte como lugar de unión y encuentro entre las personas.

Además, asegura que el deporte es también un vehículo de formación y sugiere que cuanto antes se inicie el proceso de formación en los jóvenes, más fácil resultará el desarrollo integral de la persona a través del deporte. «¡Sabemos cómo las nuevas generaciones miran y se inspiran en los deportistas! Por eso, es necesaria la participación de todos los deportistas, de cualquier edad y nivel, para que los que forman parte del mundo del deporte sean un ejemplo en virtudes como la generosidad, la humildad, el sacrificio, la constancia y la alegría», añade.

Ejemplo de la práctica deportiva

Del mismo modo, considera que deberían dar su aportación en lo que se refiere al espíritu de equipo, el respeto, la competitividad y la solidaridad con los demás. «Es esencial que todos seamos conscientes de la importancia que tiene el ejemplo en la práctica deportiva, ya que es buen arado en tierra fértil que facilitará la cosecha siempre que se cuide y se trabaje adecuadamente», insiste.

Además, Francisco resalta el papel del deporte como «medio de misión y santificación» y asegura que abrir el camino a Cristo en aquellos lugares o ambientes donde por diferentes motivos no es posible anunciarlo de manera directa. En definitiva, señala que dar lo mejor de uno mismo en el deporte, es también una llamada a aspirar a la santidad.

A su juicio, es necesario profundizar en la estrecha relación que existe entre el deporte y la vida, para que puedan iluminarse recíprocamente, para que el afán de superación en una disciplina atlética sirva también de inspiración para mejorar siempre como persona en todos los aspectos de la vida. «Para el deportista cristiano, la santidad será entonces vivir el deporte como un medio de encuentro, de formación de la personalidad, de testimonio y de anuncio de la alegría de ser cristiano con los que le rodean», añade.

Europa Press / Redacción