Una labor inmensa y rentable - Alfa y Omega

Una labor inmensa y rentable

La actividad de la Iglesia en España crece un año más en todos los órdenes sustentada por un presupuesto global –la suma de todas las diócesis– cercano a los 1.000 millones de euros, de los que la asignación tributaria representa un 24 %. Esa partida, de en torno 257 millones, se devuelve a la sociedad con una rentabilidad del 38 %

Fran Otero
Fernando Giménez Barriocanal durante la presentación de la memoria anual de actividades de la Iglesia Católica 2016, el pasado 14 de junio. Foto: CEE

La Memoria de Actividades que la Iglesia hace pública por estas fechas –se presentó a la sociedad en un acto público este martes en Madrid– vuelve a poner de manifiesto la inmensa labor que la Iglesia lleva a cabo en todos los ámbitos: desde la vivencia de la fe, a la asistencia social, la educación, el patrimonio cultural… Esto se repite e incluso se amplía, más si cabe, cada año, aunque esta última memoria, correspondiente a 2016, ofrece algunas cifras hasta el momento inéditas con las que la Conferencia Episcopal Española (CEE) busca explicarse mejor ante la sociedad.

Una de ellas tiene que ver con la asignación tributaria que recaudó en el ejercicio de 2016: más de 256 millones de euros, seis más que el anterior pese a contar con unas 200.000 asignaciones menos. Una cantidad de la que el 80 % se envía a las diócesis para su sostenimiento, pero cuyo impacto en el presupuesto global de todas ellas se queda en el 24 %. Es decir, menos de un euro de cada cuatro que se gasta la Iglesia cada año procede de la casilla del IRPF. ¿De dónde proceden los recursos entonces? Fundamentalmente de las aportaciones voluntarias de los fieles (36 %), a las que hay que sumar otros ingresos corrientes (20 %), ingresos procedentes del patrimonio y otras actividades (12 %), ingresos extraordinarios (6 %) y financiación (2 %). Con estas cifras, el presupuesto que suma el de todas las diócesis en nuestro país se acercó a los 1.000 millones de euros (933,5 millones). Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario para Asuntos Económicos de la CEE, recalcó la importancia de que la mayor parte de los recursos de la Iglesia lleguen de donativos: «Es la principal fuente de financiación, aunque no hay que olvidar que diócesis pequeñas dependen económicamente de lo que reciben por IRPF». En Guadix, ejemplo al que aludió, el porcentaje supera el 70 %.

¿Y para qué tanto dinero? Es otra de las preguntas que se suele plantear a la Iglesia. Pues fundamentalmente para acciones pastorales y asistenciales (26 %) y para la conservación de edificios y gastos de funcionamientos (26 %), para la retribución del clero (20 %) y también del personal seglar (12 %), así como para gastos extraordinarios (10 %) y las aportaciones que se hacen a centros de formación (6 %).

Como atestiguan las cifras, más de la mitad del dinero que gestiona la Iglesia en nuestro país se destina a actividades pastorales y asistenciales –subieron un 6 %–, y a gastos de funcionamiento y de conservación de edificios –que para el 60 % de las diócesis suponen más de un tercio de gastos–.

Para los que, aun viendo estos datos, manifiesten objeciones a que los contribuyentes puedan asignar parte de sus impuestos a la Iglesia, la memoria recoge que la inversión de la Iglesia al desarrollo económico y social de la sociedad equivale a más del 138 % de lo que recibe. Es decir, que por cada euro ingresado por IRPF, la Iglesia devuelve a la sociedad 1,38 euros. O, si atendemos a criterios de inversión, el dinero que la Iglesia recibe renta un 38 % a la sociedad.

«Una de las páginas más hermosas»

Una de las consecuencias de la fe es la atención a los más necesitados, al hermano que sufre y necesita ayuda. Y la Iglesia también ha estado ahí, al pie del cañón, en los años más duros de la crisis. Y sigue hoy. Los datos no dejan lugar a dudas: desde 2010 aumentaron un 71 % el número de centros sociales y asistenciales de la Iglesia, de 5.337 a 9.110, 3.773 más.

Recursos que atendieron a 4.765.869 personas en nuestro país, un 10 % de la población. Lugares donde se cubren necesidades básicas como una comida caliente, un lugar para dormir o el pago del recibo de la luz, o más concretas, como la ayuda a menores y mujeres en dificultad. «Es una de las páginas más hermosas de la solidaridad que podamos poner nunca en un papel», reconoció Giménez Barriocanal.

Junto a esta labor, quizá la más reconocida, no hay que olvidar el gran volumen de personas que acuden regularmente a Misa, 8,5 millones según el CIS. «Ya sé que antes había mucha más gente, pero me parece un dato relevante», apuntó Barriocanal, que siguió con el torrente de datos: 226.000 bautizos, 240.000 primeras comuniones, 130.000 confirmaciones o 50.000 matrimonios canónicos. Se pone especial énfasis en la memoria a los párrocos rurales, «los únicos agentes» en algunos lugares y que, además de celebrar los sacramentos, también hacen una importante labor social, por ejemplo, en la visita a los enfermos. Cabe reseñar en esta línea la labor realizada en el ámbito de la salud con 139 grupos de atención a enfermos, 1.445 voluntarios en hospitales, 62.044 personas enfermas y familiares acompañadas en domicilio y los casi 20.000 voluntarios y agentes de pastoral de la salud. También en el penitenciario, que cuenta con 147 capellanes, 2.323 voluntarios y 67 casas de acogida donde acuden 2.674 personas.

Importante es asimismo la labor educativa de las distintas instituciones de Iglesia, como ya se puso de manifiesto hace algunas semanas a través de un estudio de impacto económico realizado por la consultora PwC. La conclusión, lo que la Iglesia invierte se multiplica por cuatro en beneficios sociales. Algo parecido sucede con el patrimonio cultural, cuyo impacto global equivale a más del 3 % del PIB de nuestro país.

Diálogo con el Gobierno

Cuesta creer que con estas cifras existan voces que vean la casilla a favor de la Iglesia en el IRPF como un privilegio más que como una inversión social. Pedro Sánchez, ahora presidente del Gobierno, se mostró partidario en numerosas ocasiones de denunciar los Acuerdos y de suprimir ese instrumento. Giménez Barriocanal se mostró partidario de hablar –«siempre estamos abiertos al diálogo»– con todas las administraciones públicas, sean del color que sean en el marco de la Constitución. Y agregó: «Habrá asuntos en que nos pongamos de acuerdo enseguida y hay otros temas donde seguro no lo vamos a hacer. Pero la Iglesia no está para hacer política. Presentaremos propuestas y acataremos lo que digan los poderes públicos». Y recordó que fue un Gobierno socialista el que reformó el sistema de financiación tal y como ahora mismo.