Una prueba de fe en medio de la catástrofe - Alfa y Omega

En Don Bosco Fambul estamos acostumbrados a las catástrofes; tanto como Sierra Leona: la guerra, la epidemia del ébola en 2015, el incendio de una villa miseria enfrente de Don Bosco Fambul en 2016, inundaciones y deslizamientos de tierra en 2017… Tragedias, todas, acompañadas de muerte y destrucción. En estas situaciones, los más vulnerables son siempre los más pequeños, pero Don Bosco siempre ha estado ahí para socorrerlos y darles la mano.

Lo que nunca habíamos pensado es que en la tarde del pasado 27 de mayo íbamos a experimentar una nueva catástrofe, pero esta vez en carne propia. «¡Se está quemando el refugio de las chicas!», «¡llamen a los bomberos!», «¡traigan extintores!». Los gritos venían de la calle. A 50 metros de Don Bosco Fambul, en pleno corazón de Freetown, pude ver cómo el refugio de las niñas estaba en llamas.

Todas las niñas menos una habían escapado. En ese momento vi en el primer piso y a través de los barrotes de una ventana los pequeños brazos de Mary (María) pidiendo auxilio y sacando su rostro para poder respirar.

Los bomberos habían llegado y combatían el incendio, pero la casa era ya un infierno y resultaba imposible entrar o salir. Fue un momento de gran impotencia, como el de María al pie de la cruz. En ese momento, un grito interior hecho oración brotó de mi corazón y de mis labios: «Mamá María, protégela, sálvale la vida; no permitas que muera» y repetí tres veces «María Auxiliadora, ruega por nosotros».

Y sucedió el milagro. Apareció una escalera larga, un joven subiendo a ella y arriesgando su vida, una piedra en su mano, las barras de hierro cediendo y la pequeña María saliendo de ese infierno con quemaduras leves en sus pies. Estoy más convencido que nunca. La fe mueve montañas. Los milagros existen y María Auxiliadora está siempre presente para cuidar de sus hijitos e hijitas más necesitados.

Y concluyo: Sierra Leona conoce qué es el sufrimiento y conoce mejor aún qué es ponerse siempre de pie para seguir andando y luchando. Así que, si usted, querido amigo o amiga, anda descorazonado por la vida y duda de los milagros, coja el próximo avión a Sierra Leona y venga a comprobarlo por sí mismo.