Un sacerdote chino bautiza a mil nuevos cristianos cada año. Éste es su secreto - Alfa y Omega

Un sacerdote chino bautiza a mil nuevos cristianos cada año. Éste es su secreto

Un sacerdote del norte de China, sin una gran capacidad ni dotes de orador, bautiza cada año a mil nuevos católicos. Un laico del mismo país dedicó su tiempo a evangelizar viviendo de la mendicidad, y logró convertir a mil personas. El cardenal arzobispo de Hong Kong ha puesto estos ejemplos a sus diocesanos para mostrarles la importancia de evangelizar

María Martínez López
Cristianos en la montaña Qiku, en Taiyuan (China)

El cardenal John Tong Hon, arzobispo de Hong Kong, se hace eco en su Carta pastoral de Pascua de la llamada del Papa Francisco a la misión: «¡Sed testigos alegres del Evangelio!». De hecho, en su texto, publicado por AsiaNews, el cardenal equipara la alegría que supone para la diócesis el elevado número de adultos que se han bautizado esta Pascua –3.600– con otra buena noticia: «Cada vez más católicos están formándose más» para «participar en la misión de la Iglesia», como catequistas o en su vida ordinaria.

Para animar a sus diocesanos a seguir este impulso misionero que está asumiendo toda la Iglesia, el cardenal Tong les pone como ejemplo las «historias conmovedores sobre los esfuerzos para extender el Evangelio» que hacen los católicos en la China continental, donde la libertad de la Iglesia está mucho más restringida que en Hong Kong, que goza de un régimen autonómico especial.

La primera historia de evangelización se la contó al cardenal su propio protagonista, «un joven sacerdote en la parte norte del país. Él no es un buen orador, y su inteligencia es sólo mediocre. Tampoco era muy bueno en sus estudios en el seminario. Pero cuando el rector vio que era muy humilde y ferviente, lo aprobó para que se ordenara sacerdote».

«Después de la ordenación» –continúa la carta del cardenal–, este sacerdote «fue enviado al campo para realizar su servicio pastoral. Como se daba cuenta de que sus habilidades no eran de un nivel muy alto, dividió a los católicos de su parroquia en dos grupos. Los católicos recién bautizados tenían la responsabilidad de invitar a sus amigos y vecinos no católicos a unirse al catecumenado en la iglesia. Los otros eran responsables de enseñar doctrina católica a los catecúmenos. Mientras los fieles enseñaban la doctrina, el sacerdote se quedaba en una capillita, rezando fervientemente hasta que las clases de catecismo habían terminado. ¡Como resultado, cada año podía administra el bautismo a más de mil nuevos católicos!».

Cardenal John Tong Hon

El mendigo evangelizador

La segunda historia que comparte el arzobispo con sus diocesanos ocurrió en el noroeste: «Un católico se dio cuenta de la importancia de la evangelización. Por tanto, emprendió una ardiente campaña de actividad misionera. No llevaba nada de dinero ni comida. Por una parte, predicaba el Evangelio. Por la otra, mendigaba comida. Por la noche dormía delante de la puerta de las casas de la gente. Sin embargo, como su fervor al predicar el Evangelio conmovía a la gente, convirtió a más de mil personas y les presentó la Iglesia. Como esos nuevos católicos necesitaban recibir el bautismo y los demás sacramentos, fue a la ciudad e invitó a un sacerdote a ir y administrárselos. De esta forma, sus logros misioneros, que originalmente no quería que la gente conociera, se hicieron públicos».

Si los cristianos perseguidos de China pueden hacer apostolado con ese fervor, ¿cuánto más los de Hong Kong, que tienen mucha más libertad y medios? En la carta, el cardenal Tong Hon anima a los católicos a aprovechar los instrumentos que la diócesis pone a su disposición para formarse. Pero, «más importante, no deberíamos olvidarnos de leer la Biblia cada día, rezar por la mañana y por la noche cada día, participar en la Misa de los domingos y recibir periódicamente el sacramento de la reconciliación. Cada uno de nosotros debería participar también en una pequeña comunidad de fe, donde los miembros se apoyan unos a otros en vivir la fe».