Bieito Rubido, director de ABC: «Hay pocas historias tan buenas como la de los misioneros» - Alfa y Omega

Bieito Rubido, director de ABC: «Hay pocas historias tan buenas como la de los misioneros»

Arranca la Semana de Misionología de Burgos con una ponencia de Lucio Adrián Ruiz, secretario del Dicasterio de Comunicación del Vaticano, sobre la misión en el mundo digital

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Foto: OMP

Arranca la Semana de Misionología de Burgos con una ponencia de Lucio Adrián Ruiz, secretario del Dicasterio de Comunicación del Vaticano, sobre la misión en el mundo digital. A continuación, intervino el director del diario ABC, Bieito Rubido, que ofreció claves y consejos para poder difundir la noticia misionera de una forma atractiva.

La Semana Española de Misionología que tiene lugar estos días en Burgos, dedicada a la relación entre la misión de la Iglesia y las redes sociales, contó este lunes con la intervención de monseñor Lucio Adrián Ruiz, secretario del Dicasterio de Comunicación del Vaticano, quien ha defendido en la conferencia inaugural la necesidad de formarse bien para llevar la belleza del Evangelio al mundo digital.

«A veces no tenemos idea de la belleza del tesoro que tenemos, y hasta qué punto puede llegar a fascinar a los que no lo conocen», ha afirmado monseñor Lucio Adrián. El secretario del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano explicó que, para la Iglesia, la cuestión de la comunicación no se trata solo de técnicas e instrumentos, sino que va más allá: la comunicación es esencial en la fe, ya que «lo que hemos visto y oído, no podemos dejar de contarlo».

El mensaje es siempre el mismo, pero la sociedad cambia. «El Espíritu Santo suscita en cada época el cómo de la comunicación», señaló; y ese cómo en la sociedad actual pasan por construir un mensaje cimentado en la fe, pero transmitido con los códigos que entiende la sociedad actual: «El mundo necesita conocer la grandeza de nuestro mensaje, pero nosotros a veces no sabemos comunicarlo bien. Este es un verdadero problema de comunicación. Nosotros somos misioneros de la era digital. Y en la era digital es imprescindible conocer los códigos, los lenguajes, los desarrollos…, para ponerse al servicio de la persona».

Lucio Adrián ha defendido que las redes sociales y el mundo digital, más allá de los dispositivos, ha creado nuevas formas de pensar, estructuras mentales diferentes. «Para alguien acostumbrado a Twitter, no es aceptable una homilía de 40 minutos», dijo. Por ello, la Iglesia tiene que aprender a comunicar en estos códigos, y cambiar las forma de producir la información: «Hay que hacer un servicio multimedia, que implique al lector, porque la forma de producir es diferente».

Por otro lado, ha explicado que la saturación informativa produce ansiedad, distracción, e incluso soledad: «las redes acercan al que está lejos, pero muchas veces alejan al que está cerca». Además, la presencia virtual, que muchas veces dista mucho de la realidad, crea una conciencia moral en la que todo se difumina. Todo ello lleva a que la gente esté sedienta de una comunicación auténtica. El fin de la comunicación debería ser la comunión, y hacia esa dirección debe trabajar la Iglesia: «Tenemos que saber llevar a la cultura contemporánea la novedad de Dios. También en el areópago moderno, tenemos que ser capaces de ofrecer un mensaje de bello, creativo, original y fascinante. A eso lo llamo yo misión», concluyó.

Comunicar de forma atractiva

Por su parte, el director de ABC, Bieito Rubido, desveló este martes que cuando viajó a Perú a visitar a su hermana misionera, se quedó sorprendido de la gran belleza de la misión. «Hay pocas historias tan buenas como la de los misioneros. Sin embargo, ¡qué mal contamos su labor!», ha explicado durante un ponencia en la que ha ofrecido claves y consejos para poder difundir la noticia misionera de una forma atractiva.

En primer lugar, Rubido ha explicado que estamos asistiendo a una gran revolución, análoga a la aparición de la imprenta, que está transformando la realidad. Y según ha defendido, estamos aún en la prehistoria de lo que puede llegar a ser internet. Con internet se la velocidad, aumentan las posibilidades. «La velocidad es enorme, pero la esencia del hombre es igual, las personas se emocionan con lo mismo que hace miles de años».

Rubido ha agradecido también que la Iglesia esté trabajando para estar al día de las nuevas tecnologías, tal como se ve en el pontificado del Papa Francisco, y ha invitado a seguir trabajando en esa línea: «La regla de oro en comunicación es no quedarse callados, el silencio no es rentable». El director de ABC también ha invitado a los misioneros a proponer su mensaje en las redes, responder siempre con serenidad y equilibrio, sin avergonzarse, porque los españoles tienen que conocer las historias misioneras para sentirse orgullosos.

En la mesa redonda posterior, los profesores José Francisco Serrano Oceja –Universidad CEU San Pablo– y Ninfa Watt –Universidad Internacional de La Rioja–han reflexionado acerca de la comunicación desde el punto de vista de la cultura y de la pastoral respectivamente. Serrano Oceja ha explicado que la situación cultural es similar a la camanchaca, un término de los Aymaras para definir la bruma espesa y oscura que se da en los Andes, que no deja ver bien con claridad y genera incertidumbre, ya que «lo viejo no acaba de morir, y lo nuevo no acaba de nacer». En esta situación, la clave para que la Iglesia pueda proponer su mensaje en este contexto cultural es crear espacios de confianza, donde se pueda proponer la experiencia del encuentro con Cristo.

Asimismo, la profesora Ninfa Watt ha explicado que actualmente se confunden los términos brújula y veleta y hay una gran confusión entre las cosas que son reales y las que son opiniones. Watt ha explicado que en la posverdad se superan los términos de verdad y mentira, y que el concepto de vida en la actualidad está reducido a una vida superficial y narcisista, y que el clima cultural –especialmente a través del cine–, apuesta por la eutanasia. Ante esta situación, la profesora ha animado a hacer una fuerte apuesta desde la Iglesia de integrar y aprender el lenguaje de la sociedad para proponer el mensaje del Evangelio.