Mario Iceta: «Hay que formar la conciencia para no acomodarse al ambiente» - Alfa y Omega

Mario Iceta: «Hay que formar la conciencia para no acomodarse al ambiente»

Mario Iceta es obispo de Bilbao y presidente de la Subcomisión de Familia de la Conferencia Episcopal, que organiza este fin de semana en Guadarrama (Madrid) el curso Humanae vitae a cincuenta años vista, inaugurado por el cardenal Osoro y clausurado por el cardenal Blázquez. ¿El objetivo? Conocer el humus cultural que dio origen al texto y su recepción eclesial y social, así como estudiar el desarrollo de los métodos naturales y conocer las perspectivas futuras de la encíclica tras Familiaris consortio y Amoris laetitia

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: Diócesis de Bilbao

Estos 50 años de la Humanae vitae han sido «difíciles». ¿Qué balance hace a día de hoy de la encíclica de Pablo VI?
La Encíclica Humanae vitae se pensó y escribió en un contexto cultural y social complejo. Por un lado, toda la cuestión de la revolución sexual, del feminismo que había evolucionado en su tercera o cuarta generación hacia un radicalismo, y ello con un sustrato de pensamiento materialista práctico influenciado principalmente por pensadores como Marcuse. A esta revolución se une la cuestión del neomaltusianismo que tiene su expresión en las políticas de control de la natalidad que se implementan e impulsan decididamente en los países occidentales y se extiende a países en vías de desarrollo. Junto a ello, a nivel práctico, aparece la primera píldora anticonceptiva y el desarrollo exponencial posterior de los métodos anticonceptivos como expresión de lo que podríamos denominar imperativo tecnológico.

Estos elementos marcan poderosamente la cultura contemporánea y se han instaurado en la cotidianeidad de la sociedad. Son estos precisamente los retos culturales que aparecen en la actualidad, a los que debemos dar respuesta desde la antropología cristiana, que es capaz de iluminar la verdadera dignidad del ser humano, por encima de condicionamientos ideológicos, demográficos o tecnocráticos, para la edificación de una sociedad y un mundo realmente humano.

Aquellas «profecías» que indicó el Papa sobre todo en HV 17, ¿se han cumplido?
Como decía anteriormente, los elementos culturales que propiciaron la promulgación de la encíclica se han arraigado en nuestra sociedad: las corrientes neomaltusianas, las ideologías que desdibujan una adecuada concepción antropológica del ser humano, la anticoncepción y el aborto incluidas en el concepto «salud reproductiva», se han instalado progresivamente a lo largo de las naciones y continentes. Asistimos a las relaciones sexuales de adolescentes de modo cada vez más precoz y generalizado. Así mismo, las nuevas técnicas como la píldora del día después y novedades en el campo de la anticoncepción conducen a una progresiva medicalización de la dimensión procreadora del ser humano que recae principalmente sobre la mujer. A muchos países en vías de desarrollo se les obliga a adoptar los postulados y las consecuencias prácticas de la planificación familiar, violentando el exquisito respeto que muchas de estas culturas poseen sobre el inicio de la vida, constituyendo una nueva forma de colonización ideológica. Las legislaciones de los países a nivel global han ido liberalizando progresivamente la práctica del aborto.

Frente a este panorama también es posible reconocer a los sembradores de la cultura de la vida que acogen y tutelan la vida debilitada y empobrecida, que promueven la dignidad del matrimonio y la familia, que acogen el don de toda vida humana desde su concepción hasta su muerte natural, que promocionan sistemas económicos y sociales justos, equitativos y solidarios, personas y grupos que comparten su tiempo, sus bienes y sus vidas generando minorías creativas donde es posible generar vida y esperanza.

Hay un cliché sobre los matrimonios que siguen hoy los principios de la HV y dejan fuera de la alcoba los métodos anticonceptivos: ricos, fundamentalistas, ambas cosas… Desde su experiencia, ¿cómo son estos matrimonios, estas familias?
Los matrimonios que han puesto en práctica los postulados de Humanae Vitae viven con gozo y entrega la vocación esposal a la que han sido llamados. Haciendo uso de una parentalidad responsable basada en el reconocimiento de la fertilidad, crece en ellos el diálogo y la comprensión. Viven la virtud de la castidad, que los aleja de caer en el egoísmo, la manipulación del otro y su utilización. Promueve el respeto del hombre y de la mujer, el mutuo conocimiento, la búsqueda de manifestaciones de cariño que no tienen que ser necesariamente genitales, el respeto mutuo. Estos métodos son totalmente respetuosos con la naturaleza y la corporalidad humana, no medicalizan la capacidad procreativa del ser humano, son asequibles a las personas de cualquier formación, no conlleva ninguna complejidad particular, no tiene efectos secundarios, ni coste económico.

¿Cómo se puede leer hoy HV a la luz de Amortis laetitia? Hay quien atribuye a AL un nuevo escenario de posibilidades morales, que en lo relativo a la anticoncepción dejaría la puerta abierta a su libre uso por parte de los cónyuges…
Como sabemos, Amoris Laetitia es fruto de los dos sínodos dedicados al matrimonio y a la familia. Me gustaría resaltar tres aspectos que tienen que ver con el contenido de Humanae Vitae.

El primero hace referencia al don de la procreación y la generosidad de los cónyuges en la colaboración con Dios para la generación de la vida nueva, haciendo referencia explícita a Humane Vitae y Familiaris consortio. Amoris laetitia afirma que «el acompañamiento debe alentar a los esposos a ser generosos en la comunicación de la vida»; y también que «de acuerdo con el carácter personal y humanamente completo del amor conyugal, el camino adecuado para la planificación familiar presupone un diálogo consensual entre los esposos, el respeto de los tiempos y la consideración de la dignidad de cada uno de los miembros de la pareja».

El segundo elemento que quisiera subrayar es la importancia de la conciencia y la necesidad de su formación con respecto a las decisiones que los cónyuges deben adoptar en referencia a la paternidad responsable. En la medida en que los esposos traten de escuchar más en su conciencia a Dios y sus mandamientos, y se hagan acompañar espiritualmente, tanto más su decisión será íntimamente libre de un arbitrio subjetivo y del acomodamiento a los modos de comportarse en su ambiente.

Y en tercer lugar, quisiera subrayar la promoción de los métodos naturales como el modo adecuado para ejercitar la paternidad responsable. Estos métodos respetan el cuerpo de los esposos, fomentan el afecto entre ellos y favorecen la educación de una libertad auténtica, insistiendo siempre en que los hijos son un maravilloso don de Dios, una alegría para los padres y para la Iglesia. A través de ellos el Señor renueva el mundo.

¿Cómo hacer una pedagogía adecuada de la HV a los matrimonios de hoy, a los jóvenes que han crecido viendo el preservativo, la píldora, las relaciones sexuales de pareja…, como algo normal?
La tarea educativa es una tarea decisiva que abarca la dimensión afectiva y sexuada del ser humano, integrada en la vocación al amor que da plenitud a nuestra existencia. Ante la proliferación del erotismo, la pornografía, la banalización de la sexualidad, las faltas de respeto, las actitudes machistas, la violencia en el hogar, que generan gran sufrimiento y terminan en tantos casos con el trágico y deleznable asesinato de mujeres y de menores, una verdadera educación afectivo sexual, basada en la dignidad, el respeto, el afecto, el amor y la responsabilidad, se hace particularmente necesaria en el contexto actual. La educación de la afectividad y de la vocación al amor es un elemento fundamental en la vida personal y, por tanto, un ámbito que debe ser adecuadamente educado y madurado. Es necesario superar prejuicios, dependencias, conformismos. La gramática del amor humano y el lenguaje del cuerpo requiere el paciente aprendizaje que permite interpretar y educar los propios deseos para vivir con verdad la propia vocación al amor.