«La catequesis es un bien para toda la sociedad» - Alfa y Omega

«La catequesis es un bien para toda la sociedad»

La Subcomisión de Catequesis de la Conferencia Episcopal ha presentado una Instrucción pastoral para que la catequesis esté al servicio de la evangelización, desde el testimonio, la fidelidad al Magisterio y la comunidad eclesial

José Antonio Méndez

«Hacer un cristiano desde la catequesis, una persona que dé lo mejor de sí a los demás, es un bien para toda la sociedad». Así lo explicó Juan Luis Martín Barrios, Secretario de la Subcomisión episcopal de Catequesis de la Conferencia Episcopal, en la presentación del último documento de los obispos sobre la importancia de la catequesis en los procesos de iniciación cristiana: la Instrucción pastoral Custodiar, alimentar y promover la memoria de Jesucristo. Un texto que, como aseguró en la presentación el Secretario General y Portavoz de la CEE, José María Gil Tamayo, «se trata de un documento importante» que orienta «toda la actividad de la catequesis, en la que están implicados casi 110.000 catequistas, que ejercen su labor semanalmente en más de 19.000 parroquias» y que, por tanto, afecta a «una realidad social de muchos miles de personas».

Coherencia, hondura y servicio

El documento busca reforzar «la catequesis al servicio de la iniciación cristiana» y de la nueva evangelización, y presenta un itinerario por etapas y edades, de los 0 a los 14 años. Además, analiza los Catecismos que la CEE ha ido elaborando en los últimos años (Los primeros pasos en la fe; Jesús es el Señor; y Testigos del Señor), y las características que deben tener la catequesis y los catequistas, porque «los niños buscan ver a Jesús en el rostro de los catequistas y los pastores».

Un documento que beneficiará a la Iglesia y toda la sociedad, pues, como explicó Martín Barrios, «hacer vivir la fe en Jesucristo nos ayuda a vivir unificados –lo que pienso, siento y hago está en armonía–, frente a tanta incoherencia y tantas personas rotas por dentro; a vivir con hondura la vida familiar, laboral y social, frente a tanta superficialidad; y a desvivirme en el servicio a los demás, frente a tanto individualismo».

El documento, en once claves
  • «Apenas hace dos o tres generaciones, la fe se podía dar por supuesta como algo natural. […] Hoy, parece que no es posible creer. […] Nuestra tarea es ayudar a percibir la fe como algo que estimula la auténtica libertad, el verdadero amor y la felicidad genuina. De ahí, la necesidad de impulsar una catequesis de iniciación cristiana».
  • «Engendrar en la fe a las nuevas generaciones puede ser difícil, no imposible, porque la iniciativa la tiene Dios».
  • «Un encuentro no se da porque un grupo de personas, movidos por un mismo objetivo, estén reunidos en un mismo lugar o hagan juntos un mismo itinerario, [sino] cuando una persona viviente (Jesucristo resucitado) se comunica a otra persona, de manera que toda la vida queda afectada y transformada».
  • «La catequesis debe proponer la fe para que el don de Dios sea acogido libremente por el hombre y crezca en el seno materno de la Iglesia, acompañado del testimonio de vida de los cristianos».
  • «No se trata de celebrar los pasos de la vida, o bendecir un acontecimiento especial. […] Lo que se busca en la preparación de los sacramentos es ayudar a captar el significado esencial de cada uno».
  • «La catequesis ha de ofrecer certezas sencillas pero sólidas, que ayuden a buscar cada vez más y mejor el conocimiento del Señor. De un modo especial, en estos tiempos de evangelización, el don más precioso que la Iglesia puede ofrecer al mundo de hoy, desorientado e inquieto, es formar unos cristianos firmes en lo esencial y humildemente felices en la fe».
  • «El papel primero del acompañamiento corresponde a la comunidad cristiana y a los padres. Pero subrayamos el papel determinante de los catequistas».
  • «La catequesis se trata de un caminar personal hacia la madurez cristiana. Por tanto, se ha de estar especialmente atento a los ritmos de la persona. […] Eso requiere un nuevo modo de hacer las cosas, como, por ejemplo, no tener prisa».
  • «Es necesario que cada catequista tenga una visión de conjunto del gran proyecto del itinerario completo, para que lo que hace esté bien engarzado con lo que antes hicieron otros y con lo que harán los que vengan después».
  • «Cuando los destinatarios de la iniciación viven de momentos, pero no hacen un itinerario espiritual; cuando viven un recorrido sin unidad, que al final parece poco fructuoso e inconcluso, no puede haber iniciación cristiana».
  • «Los niños buscan ver a Jesús en el rostro de los catequistas».