Santa Mónica, las lágrimas por los hijos y el aborto - Alfa y Omega

Cuanto lloró santa Mónica por su hijo y, fijaros, a santo llego Agustín, doctor de la Iglesia. Las lágrimas de una madre jamás se pierden, ¡jamás! María las recoge y se las presenta a su Hijo.

Nuestros hijos se salvan por nuestra oración, por nuestras lágrimas y por la entrega total de nuestra vida silenciosa y con esperanza contagiosa a Dios Padre y Señor de todos.

También lloremos con las lágrimas de esas pobres madres que abortan y que, sin juzgarlas, tienen seco su pobre corazón. Seamos nosotras sus lágrimas, su oración y su dolor maternal, así seremos la cuna de esos angelitos

Concha Puig. Amistad en Cristo