«Jesús enseña a hacer el bien sin ostentación» - Alfa y Omega

«Jesús enseña a hacer el bien sin ostentación»

«El enfermo y el sufriente deberían ser una oportunidad para mostrar la preocupación y la solidaridad hacia los más débiles», dice el Papa durante el rezo del Ángelus

Ricardo Benjumea

«Jesús enseña a hacer el bien sin clamores ni ostentación», dijo este domingo el Papa durante el rezo del Ángelus. Su estilo, «siempre discreto», es el que los cristianos deben imitar, subrayó Francisco.

«Siempre con discreción. No quiere impresionar a la gente, no está en la búsqueda de popularidad o éxito, sino que sólo quiere hacer el bien a las personas», añadió.

Reflexionando sobre el pasaje del Evangelio, que relata la curación a un sordomudo, el Obispo de Roma explicó que «el Hijo de Dios es un hombre plenamente integrado en la realidad humana, por lo tanto, puede comprender la condición dolorosa de otro hombre e interviene con un gesto en el que está implicada toda su propia humanidad». Al mismo tiempo, Jesús hace entender que el milagro se produce por su unión con el Padre. «Por esta razón, levantó su mirada al cielo. Luego suspiró y pronunció la palabra resolutiva: “Effetá”, que significa “Ábrete”. Y al instante el hombre fue sanado: sus oídos se abrieron, su lengua se soltó. La sanación era para él una «apertura» a los demás y al mundo».

Esta historia, prosiguió, refleja la necesidad que tenemos los seres humanos de una doble curación. «En primer lugar, la curación de la enfermedad y el sufrimiento físico, para restaurar la salud del cuerpo, si bien este objetivo no es plenamente alcanzable en el horizonte terrenal, a pesar de los esfuerzos de la ciencia y la medicina». «Pero hay una segunda sanación, quizás más difícil, y es la sanación del miedo que nos empuja a marginar a los enfermos, a los que sufren, a los discapacitados».

El Papa advirtió que existen muchas maneras de marginar, incluso a través de una «pseudo lástima» que experimentamos por el otro. «Nos quedamos sordos y mudos ante los dolores de las personas marcadas por enfermedades, angustias y dificultades. Demasiadas veces el enfermo y el sufriente se convierten en un problema, mientras que deberían ser una oportunidad para mostrar la preocupación y la solidaridad de una sociedad hacia los más débiles», dijo.

Con esta curación milagrosa, insistió Francisco, «Jesús nos reveló el secreto de un milagro que también nosotros podemos repetir, convirtiéndonos en protagonistas de Effetá, de esa palabra Ábrete con la que Él devolvió la voz y el oído al sordomundo». Se trata de abrirnos a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas que sufren y necesitan ayuda, evitando el egoísmo y el cierre del corazón.

«Es precisamente el corazón, es decir, el núcleo profundo de la persona, lo que Jesús vino a “abrir”, a liberar, a hacernos capaces de vivir plenamente nuestra relación con Dios y con los demás. Él se hizo hombre para que el hombre, sordomudo interiormente por el pecado, pueda escuchar la voz de Dios, la voz del Amor que habla a su corazón, y así aprenda a hablar, a su vez, el lenguaje del amor, traduciéndolo en gestos de generosidad y entrega», concluyó el Pontífice.

Beata madre Alfons María

Tras el rezo del Ángelus, el Papa aludió a la beatificación en Estrasburgo (Francia) de la madre Alfons María (1814-1867), fundadora de la Congregación de las Hermanas del Divino Redentor. «Damos gracias a Dios por esta mujer valiente y sabia, que sufriendo, callando y orando, dio testimonio del amor de Dios, sobre todo a cuantos estaban enfermos del cuerpo y del espíritu», dijo Francisco, aludiendo a la obra de la nueva beata.