Así cuenta L'Osservatore la renuncia del Papa - Alfa y Omega

Así cuenta L'Osservatore la renuncia del Papa

El Papa tomó la decisión de presentar renunciar tras su viaje a México y Cuba en marzo, explica el director del diario de la Santa Sede. L’Osservatore romano describe también el «desconcierto, sorpresa, estupor, conmoción» de los cardenales que oyeron el anuncio del Papa en latín

José Calderero de Aldecoa

«Es un acontecimiento sin precedentes, y consecuentemente ha dado enseguida la vuelta al mundo; se trata de la renuncia de Benedicto XVI al papado», comenzaba Giovanni Maria Vian, director de L’Osservatore Romano, un artículo publicado hoy bajo el título de El futuro de Dios.

Mientras los periodistas y analistas se preguntaban los motivos de la renuncia del Santo Padre, Vian aclaraba: «Benedicto XVI ha explicado, con claridad propia de él, que ya no tiene fuerzas para ejercer adecuadamente la enorme tarea que se pide a quien es elegido para gobernar la barca de Pedro y anunciar el Evangelio. Por esto, y sólo por esto, el Romano Pontífice, muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad (bene conscius ponderis huius actus plena libertate) renuncia al ministerio de obispo de Roma que le fue encomendado el 19 de abril de 2005». El Papa, con estas palabras, cumplía con las condiciones previstas por el derecho canónico para la dimisión del sucesor de Pedro.

El director de L’Osservatore añadía la sorprendente noticia de que «la decisión del Pontífice se tomó hace muchos meses, tras el viaje a México y Cuba, y con una reserva que nadie pudo romper, después de haber examinado ante Dios reiteradamente la propia conciencia (conscientia mea iterum atque iterum coram Deo), a causa de la avanzada edad».

«En esta luz hay que leer también la renuncia al pontificado, libre y sobre todo confiada en la providencia de Dios. Benedicto XVI sabe bien que el servicio papal, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo también sufriendo y rezando, pero subraya que en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para un Papa es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que en él naturalmente va disminuyendo», explica el artículo.

Cardenales sorprendidos y conmovidos

L’Osservatore describe también la escena del anuncio de la noticia. El Papa leyó su declaración en latín. Al terminar, «las miradas de todos [los cardenales] se cruzaron, un leve rumor se alzó en la sala y la estupefacción se transformó en disgusto. Pero después de los primeros momentos de desconcierto se abrió paso en los presentes […] el reconocimiento unánime de que el gesto realizado por el Pontífice es un altísimo acto de humildad», se cuenta en otro artículo publicado hoy.

Cardenales y prelados se encontraban reunidos en consistorio ordinario público en la sala del Consistorio del Palacio Apostólico para tratar la canonización de tres beatos. Entonces el Santo Padre anunció su dimisión y, según explica el periódico oficial del Vaticano, entre los presentes surgió inmediatamente «desconcierto, sorpresa, estupor, conmoción».

El cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio cardenalicio, tomó entonces la palabra en nombre de todos los purpurados: «Santidad, amado y venerado sucesor de Pedro, como un relámpago en el cielo sereno ha resonado en este aula su conmovido mensaje. Le hemos escuchado con sentimiento de estupor, casi del todo incrédulo. En sus palabras hemos percibido el gran agecto que usted siempre ha tenido por la santa Iglesia de Dios, por esta Iglesia que usted tanto ha amado».

«Permítame que le diga —añadió— en nombre de este cenáculo apostólico, del colegio cardenalicio, en nombre de estos colaboradores suyos, permita que le diga que le somos más cercanos, como lo hemos sido en estos luminosos ocho años de su pontificado».

El cardenal Sodano concluyó asegurando que la misión del Santo Padre «continuará, sin embargo. Usted ha dicho que estará siempre cerca con su testimonio, con su oración. Ciertamente, las estrellas del cielo seguirán siempre brillando y así brillará siempre entre nosotros la estrella de su pontificado. Estamos cerca de usted, Padre Santo. Bendíganos».