El Buen Retiro - Alfa y Omega

El Buen Retiro

Cristina Tarrero
Foto: ABC

Si hoy día en Madrid hablamos del Retiro, rápidamente nos viene a la cabeza el parque más importante de la ciudad que sirve como lugar de recreo de madrileños y visitantes. El proyecto inicial difiere en gran medida de su uso actual, pues pretendía ser lugar de descanso y recogimiento de la monarquía durante la Cuaresma y los lutos.

Originariamente Felipe II proyectó la creación de un cuarto real cerca de la iglesia de los Jerónimos que sirviese como retiro. Su nieto Felipe IV, siguiendo las indicaciones del Conde Duque, lo retomará con modificaciones muy significativas ya que sería segunda residencia de la monarquía donde celebrar fiestas cortesanas. El Conde Duque quería un conjunto palaciego de parque y palacio que sirviese para promocionar al rey. Su extensión eran casi 200 hectáreas, las obras duraron entre ocho y diez años inaugurándose en 1633 aunque los trabajos finalizaron en 1640, año horribilis en el que se sucedieron levantamientos y sublevaciones en el territorio español que marcaron un antes y un después para el imperio.

El jardín que rodeaba al palacio y que en gran parte conservamos, se diseñó siguiendo los modelos italianos aunque introduciendo un toque español, pues tenía seis ermitas y dos capillas repartidas por el terreno que servían para actos religiosos y profanos. Algunas con un pequeño apartamento y biblioteca, como la de San Bruno, servían de alojamiento; otras, como la de San Isidro, tenían un estanque para pescar.

El jardín fue ampliándose a lo largo de los años, gracias a la compra de los terrenos que lo rodeaban y que permitió ir incorporando lagos, canales, estanques, fuentes, huertas, casa de fieras… La llegada de Felipe V convirtió al palacio en residencia oficial puesto que era mucho más del agrado del rey que el viejo Alcázar que se incendió años más tarde.

Allí también se alojó los primeros años de su reinado Carlos III, hasta que una vez construido el Palacio Real trasladó la residencia oficial y fundó en el Buen Retiro una real fábrica de porcelana. Durante la invasión francesa fue arrasado quedando solo el casón (salón de baile), el parterre y el salón de reinos. Actualmente varios historiadores se decantan por incorporar este último al Museo del Prado e instalar allí las pinturas que se realizaron específicamente para él.