Camino de la muerte, camino de la Vida - Alfa y Omega

Camino de la muerte, camino de la Vida

«El asentamiento de cristianos ha precedido de largo a la llegada del Islam en Oriente», defiende el Decano de la Facultad de Literatura Cristiana y Clásica San Justino, de la Universidad San Dámaso

Patricio de Navascués
Don Javier Prades, Rector de la UESD, don Ignacio Ybáñez, Secretario de Estado de Asuntos Exteriores (centro), y don Eduardo López Busquets, Director de la Casa Árabe (izquierda), en la inauguración. Foto: Casa Árabe/Jesús Manchado

Conscientes de la complejidad de la situación de los cristianos en algunos países del Próximo Oriente, en la Universidad San Dámaso, por medio de su Facultad de Literatura Cristiana y Clásica San Justino, y en colaboración con el consorcio oficial de Casa Árabe, hemos querido contribuir a la toma de conciencia de esta trágica realidad organizando las Jornadas Oriente cristiano y mundo árabe. Por acotar la materia, las ponencias se ciñeron a los países de Egipto, Siria, Irak, El Líbano, Israel y Palestina.

Desde el punto de vista del análisis político, se discutió acerca del estatuto de protegidos o dimmíes, vieja categoría del siglo VII que quiere recuperar pro domo sua el denominado ISIS. En lugar de esta condición, se abogó por defender el reconocimiento de ciudadanos a todos los cristianos, habida cuenta de que el asentamiento de cristianos ha precedido de largo a la llegada del Islam a estos territorios. El marco más oportuno para la convivencia parece ser el del Estado laico. En este punto —como en casi todos—, la diversidad y complejidad que presentan los casos, al margen de los territorios sirios e iraquíes ocupados por el ISIS y de la injerencia manipuladora de potencias internacionales, es aleccionadora. Egipto parece conducirse por el camino del Estado laico, como Israel. Se subrayó en más de una ocasión las buenas intenciones, manifestadas con hechos, del actual Presidente egipcio Al Sisi respecto a los cristianos coptos. El Líbano ofrece un régimen de confesionalismo político a tres bandas: maronitas, suníes y chiíes. Algo semejante se quiere implantar en Irak, mientras que el régimen sirio, república democrática socialista, no deja de presentar rasgos confesionales. Una de las propuestas más decididas a favor de la neta separación entre religión y Estado corrió a cargo de una politóloga musulmana de Egipto.

En otro orden de cosas, se concedió tiempo a trazar la radiografía actual de los cristianos, con especial atención a los que sufren más de lleno las consecuencias de su fe. En este sentido, las ponencias a propósito de Siria o Irak fueron bastante elocuentes. El arzobispo de Homs recordó la situación precaria de los cristianos, la urgencia en satisfacer las necesidades más elementales materiales, pero también en sanar las heridas del corazón. Lo peor de unos —el terrorismo— provoca lo mejor en otros —el martirio—, recordaba el mismo obispo, al tiempo que apuntaba cómo algunos musulmanes se dedicaron a defender las casas e iglesias de Alepo abandonadas por los cristianos perseguidos.

Es cierto que la persecución no distingue entre unos cristianos y otros, pero resulta doloroso el panorama tan fraccionado que presentan las distintas confesiones y ritos cristianos. Cierta pluralidad debe mantenerse como expresión de la multiforme actividad del Espíritu a lo largo de la Historia, constituye un bien propio de los orientales. Ahora bien, esta diversidad degenera no pocas veces en distancia, indiferencia y hasta el enfrentamiento.

La túnica de Cristo está rota. El pecado interno de los cristianos debilita la solidez del cuerpo de la Iglesia, más vulnerable a los ataques extremistas.

Para algunos, la alternativa es huir o permanecer, que se traduce en no pocas ocasiones en exilio o martirio; para otros, toca perseverar entre dificultades; a todos los cristianos se llama a dar testimonio de la fe con el mismo espíritu de Jesús, camino de la muerte, camino de la Vida.

Patricio de Navascués / UESD