Heridas de África - Alfa y Omega

Heridas de África

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Eucaristía en la iglesia de la Sagrada Familia, en Kigali (Ruanda), el pasado 6 de abril, en el vigésimo anivesario del comienzo del genocidio en Ruanda

La Iglesia en África, desde el Concilio Vaticano II al tercer milenio es el particular homenaje de la Iglesia en África a los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II. Durante los días 24 y 25 de abril, en la Universidad Urbaniana, de Roma, tendrá lugar este congreso en el que obispos, sacerdotes, teólogos, expertos en África y diversos profesores universitarios analizarán el modo en que los esfuerzos del Vaticano II han llegado a este continente a través de la pastoral de los Papas que van a ser canonizados el 27 de abril. Juan XXIII es recordado en África especialmente por su encíclica Pacem in terris y por ser el primer Papa que llamó a una africano a formar parte del colegio cardenalicio; mientras que Juan Pablo II es llamado con cariño por muchos como el Papa blanco africano, debido a su cercanía y sus viajes al continente africano durante su pontificado. El objetivo es que la Iglesia en África «se convierta en protagonista de la construcción de la identidad cultural del continente».

El congreso, que ha sido presentado en el Vaticano esta semana, define el Concilio Vaticano II como «un evento de gracia para la Iglesia universal, que ha permitido al pueblo de Dios en África dar un rumbo importante a su camino histórico». Presidido por el cardenal Robert Sarah, presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum», participarán, entre otros, el cardenal Francis Arinze, prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino, el cardenal John Onaiyekan, arzobispo de Abuja (Nigeria), el cardenal Laurent Monsengwo Pasinya, arzobispo de Kinshasa (República Democrática del Congo) y monseñor Louis Portella Mbuyu, obispo de Kinkala (Congo-Brazzaville).

Ruanda se reconcilia…, pero sigue la violencia en África

El congreso se celebra pocos días después de diferentes visitas ad limina de obispos africanos a la Santa Sede. Especialmente significativa ha sido la que han realizado los obispos de Ruanda, justo cuando se cumplen veinte años del genocidio que provocó casi un millón de asesinatos de tutsis y hutus, así como dos millones de desplazados hacia los países vecinos. En sus palabras al Papa Francisco, han recordado precisamente «la cercanía y la preocupación que mostró su predecesor Juan Pablo II en esos momentos sombríos de nuestra historia», y el Papa Francisco les ha dicho que, «veinte años después de estos trágicos acontecimientos, la reconciliación y la curación de las heridas sin duda siguen siendo la prioridad de la Iglesia en Ruanda. Les animo a perseverar en este compromiso. El perdón de los pecados y la reconciliación, que podrían parecer imposibles después de tanto sufrimiento, sin embargo son un don que es posible recibir de Cristo». Y subrayó que «la Iglesia tiene un lugar primordial en la reconstrucción de una sociedad ruandesa reconciliada». También durante el ángelus, el domingo pasado, el Papa expresó su «cercanía paternal al pueblo ruandés», animándole a «continuar con determinación y esperanza el proceso de reconciliación y a reconstruir humana y espiritualmente el país. A todos les digo: ¡No tengan miedo!».

El Papa pidió a los obispos ruandeses «poner de relieve la valiosa contribución de la Iglesia en las áreas de educación y salud», algo que también refirió ante los obispos de Tanzania en visita ad limina, destacando especialmente «el testimonio de los trabajadores sanitarios que cuidan de los enfermos de SIDA, y de todos los que se esfuerzan en educar a la gente en la responsabilidad sexual y la castidad».

Sin embargo, mientras en Ruanda la Iglesia avanza en la reconciliación y en todo el continente abundan los testimonios de lucha contra el sida centrados en la atención sanitaria y en una correcta educación sexual, en otros países africanos continúa la violencia, muchas veces bajo la forma de una abierta persecución religiosa, especialmente contra los cristianos. Así, en Nigeria, más de un centenar de personas han sido asesinadas en una aldea al norte del país, tras un ataque perpetrado por musulmanes de la etnia fulani, lo que se añade a las masacres periódicas perpetradas por la secta fundamentalista islámica Boko Haram. Y son precisamente miembros de Boko Haram los principales sospechosos del secuestro de dos sacerdotes italianos y una monja canadiense en Camerún, lo que confirmaría el hecho de que la violencia integrista islámica se está extendiendo a otros países africanos.