El Sínodo recomienda dar más poder a las mujeres y acoger a los homosexuales - Alfa y Omega

El Sínodo recomienda dar más poder a las mujeres y acoger a los homosexuales

En la clausura, el Papa reconoce que la Iglesia «es santa, pero sus hijos somos pecadores»

Juan Vicente Boo
El Papa abandona el Sínodo de los Obispos, celebrado en el Vaticano. Foto: EFE

Al cabo de tres semanas de intenso trabajo, el Sínodo de Obispos dedicado a los Jóvenes aprobó anoche uno de los documentos más claros y explícitos de la historia sinodal. El texto de 167 puntos, votados uno a uno y aprobados por mayoría superior a dos tercios de los cardenales y obispos, ha sido entregado al Papa como propuesta para una exhortación apostólica del modo le parezca conveniente.

El Santo Padre ha agradecido el esfuerzo realizado, subrayando que «este documento es para todos nosotros, también para mí, y haciendo notar que «nuestra madre la Iglesia es santa, pero sus hijos somos pecadores», y el demonio se mueve provocando «persecuciones en muchos países» y también «acusaciones continuas para ensuciar a la Iglesia». Entre los 267 padres sinodales han figurado cuatro españoles muy activos: los cardenales Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid y presidente de la conferencia episcopal; Carlos Osoro, arzobispo de Madrid; y Juan José Omella, arzobispo de Barcelona; así como el obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño, Carlos Escribano, de 54 años.

Ha habido también varios españoles trabajando en la secretaría del Sínodo, como José Gabriel Vera Beorlegui, director del secretariado de Medios de Comunicación Social y la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal o entre los expertos, como la religiosa jesuitina vallisoletana María Luisa Berzosa, experta en educación pero sobre todo abanderada en acompañamiento espiritual y responsabilidad de la mujer.

Estas son algunas de las conclusiones del Sínodo:

Mejorar la gestión de abusos sexuales

El documento reconoce que muchos jóvenes han dejado la Iglesia «porque no han encontrado santidad sino mediocridad, presunción, división y corrupción», advirtiendo que «el mundo está indignado por los abusos de algunas personas de la Iglesia más que edificado por la santidad de sus miembros. Por eso la Iglesia debe adoptar un decidido, inmediato y radical cambio de perspectiva». El texto precisa en el punto 30 que «hay distintos tipos de abusos: de poder, económico, de conciencia y sexuales», que hacen necesario «erradicar las formas de ejercicio de la autoridad en las que se injertan y hacer frente a la falta de responsabilidad y transparencia con que han sido gestionados muchos casos».

Entre las raíces del desastre se mencionan en particular «el clericalismo» y el «ver el ministerio recibido como un poder en lugar de cómo un servicio gratuito y generoso». Entre las soluciones figura la valentía de algunas víctimas y por eso, en el número 31 «el Sínodo manifiesta gratitud a quienes han tenido el coraje de denunciar el mal sufrido: ayudan a la Iglesia a tomar conciencia de lo sucedido y de la necesidad de reaccionar con decisión».

Más mujeres con responsabilidades

El documento señala en el número 55 que «emerge entre los jóvenes la petición de un mayor reconocimiento y valoración de la mujer en la sociedad y en la Iglesia», pero lamenta que «en muchos lugares cuesta darles espacio en los procesos de decisión, incluso cuando no requieren responsabilidades ministeriales». La misma idea aparece en el número 148, que propone «presencia femenina en los órganos eclesiales a todos los niveles, incluidas las funciones de responsabilidad, y la participación femenina en el proceso de decisiones eclesiales respetando el papel de los ministros ordenados».

No excluir a los homosexuales

Se recomienda favorecer la acogida en la Iglesia a las personas homosexuales y que no haya discriminación por orientación sexual. El número 150 reconoce que «existen en muchas comunidades cristianas caminos de acompañamiento en la fe a las personas homosexuales», y afirma que «el Sínodo recomienda favorecer esos itinerarios», de modo que «se ayude a todos los jóvenes, sin excluir a ninguno, a integrar siempre más la dimensión sexual de la propia personalidad caminando hacia el don de sí mismo». En el texto han desaparecido las siglas LGTB que aparecía en las peticiones de los jóvenes a la Iglesia sobre la acogida a este colectivo, ya que algunos obispos habían rechazado esta definición, entre ellos los africanos que aseguraban que en su continente nadie lo entendería.

Moral sexual

El punto 39 lamenta que muchas veces «la moral sexual es motivo de incomprensión y de alejamiento de la Iglesia, pues se percibe como un espacio de juicio y de condena» en un terreno en que los jóvenes «se muestran sensibles a los valores de la autenticidad pero están frecuentemente desorientados».

Clima de optimismo

Prácticamente desde el primer día, los participantes españoles se sumaron al llamativo clima de optimismo, alegría y libertad que ha caracterizado este Sínodo gracias a la presencia de 37 jóvenes de todos los continentes que aportaron enseguida un clima de realismo y centraron la atención en los temas que verdaderamente importan a la siguiente generación de responsables de las naciones y de la Iglesia. La brecha generacional y cultural es patente, pero tanto los padres sinodales como los jóvenes han aprendido a entender mejor el mundo en que vive la «otra parte»: ya sea el universo digital en su continuo presente y navegación sin referencias o la responsabilidad de diócesis que incluyen espiritualidades de muchos tipos y se vuelcan en servicios prácticos a los refugiados, los inmigrantes o las personas de clase media pero sin empleo que acuden discretamente a recibir alimentos de Cáritas.

Desde el pasado 3 de octubre han pasado tantas cosas en Roma que resulta difícil recordar la emoción con que Francisco dio la bienvenida en la misa de apertura a los dos primeros obispos chinos autorizados a participar en un Sínodo gracias al acuerdo firmado el pasado mes de septiembre con el gobierno chino para el nombramiento de obispos.

Por primera vez, los asientos que se dejaban vacíos en los Sínodos anteriores para recordar la persecución en el «imperio del Centro» han estado ocupados por obispos chinos, aunque eso no significa automáticamente el cese de la hostilidad a la Iglesia ni mucho menos a las demás confesiones religiosas.

Juan Vicente Boo / ABC