Los obispos de EE. UU. concluyen su Plenaria «con esperanza» - Alfa y Omega

Los obispos de EE. UU. concluyen su Plenaria «con esperanza»

El cardenal O’Malley, arzobispo de Boston y presidente de la Pontificia Comisión de Protección de Menores, confía en que «a largo plazo el resultado» de posponer la toma de decisiones sobre los abusos hasta después del encuentro de conferencias episcopales sobre abusos sexuales en febrero «sea el mismo»

María Martínez López
Foto: CNS

«Hermanos, inauguré este encuentro expresando algo de decepción. Lo termino con esperanza». Así comenzó el cardenal Daniel DiNardo, presidente de la Conferencia Episcopal Estadounidense, su discurso de clausura de la Plenaria, que concluyó el miércoles en Baltimore (Maryland).

Se refería con estas palabras al cambio de programa del encuentro de los obispos, causado por la petición del Vaticano de que no se aprobaran medidas concretas para los casos de abusos perpetrados por obispos hasta después del encuentro de presidentes de conferencias episcopales que tendrá lugar en el Vaticano en febrero.

El presidente mostró su compromiso de «emprender las acciones más firmes posibles lo más pronto posible. Lo haremos en comunión con la Iglesia universal. Avanzar al unísono con la Iglesia de todo el mundo fortalecerá tanto a la Iglesia de Estados Unidos como a la universal».

«Una contribución importante» para febrero

El cardenal Sean O’Malley, arzobispo de Boston y presidente de la Pontificia Comisión de Protección de Menores, ha mostrado su confianza en que «a largo plazo el resultado sea el mismo». En declaraciones a una publicación de Boston, ha asegurado que «el trabajo que estamos haciendo aquí será una contribución muy importante» de cara la cita de febrero.

La Plenaria –añadió– era una oportunidad de «afinar los documentos, y votarlos de forma consultiva, para que en febrero el cardenal DiNardo pueda presentar los deseos de los obispos estadounidenses» como una posible vía para «garantizar la rendición de cuentas de los obispos».

Por otro lado adelantó que, junto con otras medidas, más adelante habrá que revisar la definición de adultos vulnerables para incluir a aquellos que, teniendo pleno uso de razón, tengan una relación de dependencia con un clérigo por ser seminaristas o empleados de la Iglesia.

Publicar los nombres de los abusadores

De momento, en la Plenaria de otoño se ha establecido un grupo de trabajo para que del deseo de una mayor rendición de cuentas de los obispos vayan surgiendo pasos específicos. Además de debatir la creación de un organismo independiente para las denuncias, en el encuentro se debatieron los principios que deben orientar la publicación de los nombres de los clérigos que se enfrentan a acusaciones de abusos fundamentadas; algo que ya han anunciado, por ejemplo, los jesuitas de la costa oeste del país.

En los debates, se han tenido muy en cuenta las aportaciones de los expertos y el testimonio de varios supervivientes de abusos. Estos últimos compartieron con sus vivencias el lunes, durante la jornada de oración previa al encuentro.

Uno de los nombres más citados fue el del excardenal Theodore McCarrick, protagonista del escándalo del verano pasado. La Plenaria rechazó pedir a la Santa Sede que publique toda la documentación relativa al caso, por considerarlo redundante habiendo anunciado el Vaticano ya una investigación. Tampoco salió adelante la petición de algunos obispos de que McCarrick fuera repudiado formalmente o de que se emitiera una declaración oficial distanciándose de él. «¿Qué conclusión sacará la gente de nuestro silencio?», se preguntó en un momento dado monseñor Michael Olson, obispo de Fort Worth (Texas).

La verdadera reforma

En su discurso final, el presidente del episcopado aprovechó para reiterar la «lealtad y devoción» de sus hermanos obispos al Papa «en estos días difíciles. Estoy convencido de que, bajo su liderazgo, la conversación que la Iglesia universal tendrá en febrero nos ayudará a erradicar el mal de los abusos sexuales de nuestra Iglesia. Hará nuestros esfuerzos locales más globales y la perspectiva global nos ayudará aquí».

Con todo, concluyó subrayando que «nuestra esperanza de una reforma verdadera y profunda, al final, se basa en algo más que sistemas excelentes, siendo estos esenciales. Requiere santidad».

El racismo, «un feo cáncer»

Los abusos fueron el tema principal de la Plenaria, pero no el último. Por ejemplo, se aprobó por una amplia mayoría (241 votos a favor, tres en contra y una abstención), una carta pastoral sobre el racismo, la primera desde 1979. Con el título Abrir de par en par nuestros corazones: una llamada imperecedera al amor, el documento describe el racismo como «un feo cáncer que todavía infecta nuestra nación».

Aborda, en concreto, asuntos como la brutalidad policial, los altos índices de encarcelamiento entre la población negra y la discriminación en el acceso a la vivienda y a la educación. A la vez, denuncia el aumento del antisemitismo, el antiislamismo y la xenofobia. La carta es fruto de la labor de un Comité establecido el año pasado para hacer frente a estos fenómenos.

De inspiración en esta lucha contra el racismo puede servir la figura de la hermana Thea Bowman, cuya causa de canonización se abrirá después de que los obispos votaran a favor de ello. Bowman fue la primera religiosa afroamericana en su congregación, las Franciscanas de la Adoración Perpetua, y la primera mujer negra en dirigirse a la Conferencia Episcopal Estadounidense. «Siempre animó a la gente a alzarse por sus derechos, y sigue inspirándonos», ha afirmado la superiora de la congregación, la hermana Elieen McKenzie.