Cuidadores de Vida - Alfa y Omega

Lupe, miembro del equipo médico de Cuidados Paliativos, me pidió que me pasara por una habitación para intentar hablar con Juan, que lo estaba pasando muy mal. Era el marido de Nuria. Ella llevaba casi dos meses en el hospital, donde los capellanes le estuvimos llevando la comunión y atendiendo espiritual y humanamente.

Ahora estaba tocando a su fin. Su madre y su suegra estaban a los pies de la cama. Y su marido, de pie junto a Lupe, inquieto y preocupado por el funcionamiento de cada uno de los aparatos que ayudaban a mantener la vida de su esposa. Conversé con las dos mujeres mayores durante breves momentos, mientras rezaba en silencio, pero a Juan solo pude darle los buenos días. Le dejé con Lupe, pues no encontré ni la palabra ni el momento para poder decir o hacer algo más elocuente que mi silencio.

A la mañana siguiente, la puerta de la habitación de Nuria estaba abierta y ella seguía luchando. Sentí que no se quería ir sin que antes hubiera hablado con su marido. En este pensamiento estaba yo cuando se abrió la puerta del aseo y Juan salió como un resorte hacia la puerta. Casi nos chocamos. Le pregunté qué tal había pasado la noche Nuria y cómo se encontraba él.

Fue suficiente para que Juan abriese su corazón y me contara lo mucho y bien que había vivido con su mujer, cómo la amaba y lo felices que eran junto a sus dos hijas y con su nieta. Pero se detuvo más tiempo para contarme lo mucho que habían luchado los tres últimos años para vencer la enfermedad de Nuria, la de hospitales que habían visitado, las hierbas o tratamientos alternativos y cómo, a pesar de todo esto, Nuria se estaba muriendo. Quizás –decía– porque «hay personas que se hacen ricas especulando con la enfermedad y el sufrimiento de muchos seres humanos».

Pocas horas después de nuestra charla, el corazón de Nuria no resistió más, y con él se llevó una parte muy importante del corazón de Juan, pero sobre todo se llevó todo por lo que Juan había luchado y vivido en estos tres últimos años como prometió el día que se casaron: permaneciendo fiel a su lado en la salud y en la enfermedad todos los días de su vida.