El CEU premia 70 años de ayuda a los cristianos perseguidos - Alfa y Omega

El CEU premia 70 años de ayuda a los cristianos perseguidos

Los premios Ángel Herrera Ética y Valores reconocen la labor de un grupo de universitarios que fundaron una ONG en Burundi y la promoción de las humanidades. El momento central en la entrega de los galardones fue el protagonizado por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, que ha pasado de auxiliar a las cristianos perseguidos por la Unión Soviética a las víctimas de «las masacres en Oriente Medio»

Ricardo Benjumea
Foto: CEU

Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) ha recibido el premio Ángel Herrera Ética y Valores en reconocimiento a su apoyo a sus cerca de 6.000 proyectos pastorales y de emergencia humanitaria en cerca de 150 países.

El presidente de la fundación pontificia, Antonio Sainz de Vicuña, recibió este martes en Madrid el galardón de manos del presidente de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y de la Fundación Universitaria San Pablo CEU, Alfonso Bullón de Mendoza, y recordó a «los miles de mártires que aguantaron en su fe desde los orígenes de esta fundación», que se remontan a 1948.

De las persecuciones comunistas en la URSS o China, se ha pasado hoy a las «masacres en Oriente Medio», añadió Sainz de Vicuña. Y sin embargo, estos cristianos «han sabido mantenerse en la fe a pesar de la dureza de la vida que les ha tocado llevar», sin sucumbir nunca al «odio» ni al «ánimo de venganza» contra sus perseguidores, sino por el contrario «tendiendo un puente de caridad» en las sociedades donde viven.

El presidente de ACN habló también de la campaña que en estos momentos la entidad desarrolla para facilitar el regreso de los cristianos en Siria. «La situación va mejorando, pero todavía es un país en guerra», y en las zonas de más calma hacen falta muchos esfuerzos para recuperar las iglesias, escuelas y viviendas.

Una ONG creada por estudiantes

Otra de las organizaciones premiadas fue la Asociación Solidaria Universitaria, una ONG creada por alumnos del CEU y de otras universidades madrileñas que, de Burundi –donde pusieron hace 10 años en marcha una escuela a la que cada día asisten hoy 700 chicos y chicas y un centro materno-infantil para que las mujeres puedan dar a luz en condiciones de salubridad– se ha extendido a Nicaragua, al tiempo que colabora en proyectos de otras organizaciones formando y enviando a voluntarios a otros muchos países. La entrega del premio correspondió a la presidenta de Manos Unidas, Clara Pardo Gil.

Dimensión solidaria tuvo también el entregado al profesor Eduardo Prieto Mata, del Colegio CEU Jesús María de Alicante, en reconocimiento a la innovación pedagógica, que con sus proyecto Aprendizaje basado en proyectos desde las Ciencias de la Tierra conciencia a los alumnos en el cuidado del medioambiente y les forma en estrategias de trabajo cooperativo.

Foto: CEU

Reivindicación del humanismo

El reconocimiento a las humanidades tuvo un papel destacado en estos premios Ángel Herrera por partida doble. El premio en la categoría de Humanidades y Ciencias Sociales se repartió entre dos galardonados: el catedrático del CEU Juan Manuel Blanch Nougués , por su obra Locuciones latinas y razonamiento jurídico. Una revisión a la luz del derecho romano y del derecho actual. Y En busca del humanismo perdido. Estudios sobre la obra de Juan Luis Vives, obra de un grupo de profesores del Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala, de la Universidad CEU Cardenal Herrera (Valencia). La entrega sirvió de reivindicación de la formación en humanidades clásicas, sin las cuales Europa carece de raíces sólidas para afrontar su futuro ante la complejidad de las situaciones del presente.

A la importancia de las humanidades se refirió también Pablo Campos Calvo-Sotelo, premiado en el Área Arquitectura e Ingeniería, quien reivindicó una universidad que no simplemente forme técnicos, sino «personas y ciudadanos éticamente comprometidos». En lo que afecta al caso concreto de la arquitectura, defendió que estos valores se plasmen en la propia configuración de los campus universitarios, donde desde «una etiqueta de falsa modernidad» –lamentó– se han ido extendiendo formas virtuales de relación profesor-alumno, cuando «el contacto personal es la base de la formación».