Preparación ignaciana para la JMJ: convivir con indígenas y construir una casa - Alfa y Omega

Preparación ignaciana para la JMJ: convivir con indígenas y construir una casa

23 jóvenes españoles participaron en MAG+S, el encuentro previo a la JMJ de la Compañía de Jesús. Durante una semana, convivieron con comunidades locales, hicieron voluntariado y profundizaron también en las heridas que dejó en El Salvador la guerra civil

María Martínez López
Foto: EFE/Rodrigo Sura

Como muchos peregrinos saben, la Jornada Mundial de la Juventud tiene un sabor distinto después de haber pasado unos días inmersos en la realidad de la comunidad local. Este es el objetivo con el que surgieron los Días en las Diócesis en la JMJ de 1997. Pero esta experiencia la viven con especial intensidad, en cada jornada, los jóvenes que participan en MAG+S, el encuentro previo promovido por la Compañía de Jesús para los grupos de espiritualidad ignaciana.

En el caso de la JMJ de Panamá, han sido unos 1.000 los jóvenes de todo el mundo que desde el 10 de enero han visitado uno de los países centroamericanos. Entre ellos, había 23 españoles a partir de los 19 años que, junto con coreanos, colombianos y argentinos, fueron enviados a El Salvador.

La iniciativa pretende «dar a los jóvenes la oportunidad de salir de su propio mundo y de sus esquemas para “buscar y hallar a Dios en todas las cosas”, como decía san Ignacio –explica Almudena, que ha acompañado al grupo español–. En realidades muy distintas, con actividades diversas y entre personas muy diferentes», pero «desde una espiritualidad compartida que permite crear una red ignaciana, sentirse y saberse parte de una comunidad muy amplia de jóvenes en todo el mundo».

Memoria y artesanía

Una vez en El Salvador, los españoles fueron divididos en seis grupos. Uno de ellos, en La Libertad, estuvo trabajando duro en la construcción de una casa y de un parque de juegos infantiles. En Arcatao, Santa Marta y Guaymango, convivieron con familias de comunidades rurales, algunas de ellas de Comunidades de Vida Cristiana, profundizando en la memoria histórica de zonas donde en su día funcionaron las guerrillas. «Son zonas muy humildes, donde aún hoy se conserva un gran dolor porque durante la guerra civil, sufrieron masacres muy cruentas», comparte Almudena.

En San José de las Flores y Sonsonate, las actividades fueron más variadas: desde artesanía con barro y teñido de telas con añil con técnicas precolombinas hasta recogida de basura en las playas.

Un momento «privilegiado» para algunos de los jóvenes españoles fue el encuentro con una comunidad nahualt, en Izalco. «Es la única que queda en El Salvador. Durante mucho tiempo no han permitido las visitas», pues se sienten invisibilizados por las autoridades. Pero los organizadores de MAG+S apostaron por fuerza por esta iniciativa y, después de varias reuniones y negociaciones, lograron ponerla en marcha.

Conocer sin pantallas

«Fue un encuentro muy enriquecedor entre pueblos –narra la responsable–. Pudimos aprender muchísimo de una cultura casi olvidada, se nos concedió el privilegio de estar presentes en una de sus ceremonias al amanecer. Un momento de gran fraternidad entre pueblos, de diálogo de paz, de compartir distintas realidades y de aprender unos de otros».

Desde el 18 al 22 de enero, todos los jóvenes de MAG+S se reunieron en Ciudad de Panamá para compartir experiencias y reflexionar sobre lo vivido. A los españoles, la mayoría de los cuales visitaban Centroamérica por primera vez, les ha impactado meterse de lleno en situaciones que «creemos conocer, porque oímos hablar acerca de ellas, pero que no llegamos a encontrar y comprender» hasta que no «convives con ellas» y «abres los ojos a lo que no se alcanza a ver desde las pantallas. Ha sido una experiencia de inmenso crecimiento humano y espiritual» por la que sienten «un tremendo agradecimiento».