«Tras el tifón Haiyán, los católicos lideran la reconstrucción social» - Alfa y Omega

«Tras el tifón Haiyán, los católicos lideran la reconstrucción social»

José Antonio Méndez

La archidiócesis de Palo, en Filipinas, fue una de las más dañadas por el tifón Haiyán, que el pasado mes de noviembre arrasó buena parte de las islas, causó más de 6.000 muertos y dejó a casi 4 millones de personas sin hogar. Su arzobispo, monseñor John F. Du, ha sido invitado a España por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, que destinó, a las pocas semanas del paso del tifón, una primera ayuda de 110.000 euros. En una entrevista exclusiva para Alfa y Omega, monseñor Du explica que, «a pesar de que las necesidades materiales son muchas, porque nos hemos quedado sin casas, sin techos, sin iglesias, sin carreteras…, la verdadera necesidad de la gente, su preocupación más grande, es que tienen el corazón roto. Por eso es tan importante la atención espiritual a quienes están sufriendo. Nosotros queremos y podemos darles la esperanza de que todo volverá de nuevo a estar bien, porque nuestra fe nos ha ayudado a entender que Dios no nos ha abandonado; que Jesucristo sigue sosteniéndonos, y nuestra Madre Bendita nos sigue bendiciendo».

En mitad de tanto sufrimiento, el arzobispo de Palo explica que es posible encontrar a Cristo también gracias a la ayuda internacional que reciben, y que «es un testimonio de la providencia de Dios, que nos ayuda a ser, de nuevo, más fuertes». Y eso que necesidades por cubrir no faltan: sólo en Tacloban, la ciudad principal de la archidiócesis, el 80 % de sus infraestructuras quedaron destruidas tras el paso del tifón, y el 90 % de sus iglesias y capillas («en las que no sólo se viven los sacramentos, sino que se organiza la vida diaria de las comunidades»), e incluso la catedral, el seminario y la residencia del arzobispo quedaron reducidas a escombros. Monseñor John F. Du explica que se vio como el resto de su pueblo: sin un hogar y con el corazón lleno de preguntas. Sin embargo, él mismo, como el resto de católicos filipinos, experimentó, tras el tifón, que «el Señor actúa y vive y bendice a través de la cruz, así que ahora nosotros estamos más cerca de la cruz, y más cerca de Él», y que, «si ha permitido esto, es para que yo experimentara el sufrimiento de la gente, y Su sufrimiento por nosotros; para que yo pudiera ser un pobre como los pobres, un sintecho como los sintecho, sufrir como los que sufren…».

Poco antes de que participase en una rueda de prensa concedida en la sede de Ayuda a la Iglesia Necesitada, y en la que también relató algunas experiencias impactantes –imágenes de la Virgen y de los santos que quedaron intactas a pesar del tifón; un sagrario que se salvó milagrosamente gracias a un crucifijo; la cama en la que durmió Juan Pablo II que no sufrió daños cuando todo salió volando…–, monseñor Du explicó para Alfa y Omega que, «al ayudar y dar asistencia a la Iglesia, se ayuda a toda la población y llega a todo el mundo», y no sólo porque «los católicos son el 95 % de la población», sino porque, «en términos de reconstrucción material, el papel de los católicos es muy, muy importante, por cómo se implican y cómo trabajan: en nuestros pueblos, la gente se junta y se organiza en nuestras iglesias, en nuestros conventos, y ¡sobre todo en las capillas! Así que, cuando reconstruimos una capilla, no sólo estamos reconstruyendo un lugar donde celebrar los sacramentos, sino donde la gente se junta para planificar la reconstrucción del pueblo, distribuir la ayuda, y compartir su vida. Los católicos lideran el proceso de reconstrucción social después del tifón, porque con su fe dan esperanza a las personas, y con sus ayudas materiales permiten la reconstrucción de sus comunidades». Puede leer la entrevista completa AQUÍ.