El poder de la oración - Alfa y Omega

El poder de la oración

Al reunir en una invocación por la paz en Tierra Santa a los Presidentes de Israel y Palestina, el Papa ha logrado superar el bloqueo psicológico en el que se encontraba sumido el proceso de paz. Un objetivo logrado gracias al poder de la oración

Jesús Colina. Roma
Abrazo de los Presidentes de Israel y Palestina ante la mirada del Papa

Bastaba ver la gran sonrisa del rostro del Papa en el momento en el que se abrazaron este domingo en el Vaticano el Presidente de Israel, Shimon Peres, y su homólogo palestino, Mahmud Abás, en presencia también del Patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, para comprender que había logrado su objetivo. Semanas después de que fracasaran las negociaciones promovidas por la superpotencia mundial estadounidense, el sucesor de Pedro, el pescador de Galilea, acogía en su casa a los dos líderes del conflicto que más tensiones desencadena en el planeta. Nadie lo hubiera podido imaginar un mes antes.

Hay tres conclusiones claras que se pueden sacar de este encuentro sin precedentes, ¡un encuentro para rezar!:

Desbloqueo psicológico

En primer lugar, hay que destacar la naturaleza de esta cumbre. No era un encuentro diplomático o de mediación política. No se firmaron acuerdos de paz. El mayor logro, y precisamente con incidencia en lo político, fue que, durante 15 minutos, pudieran hablar en privado Peres y Abás.

¿Dónde está entonces el logro? A finales del pasado mes de abril, Israel suspendió las negociaciones con Palestina después del acuerdo logrado entre las dos facciones palestinas, Fatah y Hamás. El Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu se opuso a toda forma de contacto con Hamás, facción a la que califica de grupo terrorista. Fatah respondió oponiéndose al «chantaje y amenazas» de Israel contra «los esfuerzos para lograr la unidad en nuestra patria y en nuestro pueblo». Un Gobierno de unidad palestino nació, este pasado 2 de junio, con la participación de Fatah y Hamás, con la firme oposición israelí, y la paz parecía de nuevo encerrada en una jaula.

Pero el Papa Francisco quiso abrir una ventana a la paloma de la paz. Trató de lograr este encuentro ya durante su visita a Tierra Santa, entre el 24 y el 26 de mayo pasado. No lo logró, pero no se dio por vencido. Lo siguió intentando después, ya en el Vaticano. Era importante hacerlo antes de que terminara el mandato de Simon Peres, a finales de julio, pues en ese momento no se sabía el nombre de su sucesor. Otra oportunidad así quizá no volvería a presentarse.

Y la tenacidad del Santo Padre demostró cómo, a pesar de que desfallezcan las condiciones políticas para la paz, sin embargo es posible avanzar para lograrla, pues la paz la hacen los hombres y mujeres, y no los partidos políticos. Ahora, la paz sigue siendo igualmente difícil, pero el ambiente ya no es el mismo. Es posible encontrarse. La prueba la ofrecen las fotos del abrazo entre Peres y Abbas. El Papa Francisco ha derrumbado el muro del bloqueo psicológico en el que se encontraba encerrada la paz en Medio Oriente.

El poder de la oración

En segundo lugar, este encuentro ha mostrado como nunca el poder de la oración. Por primera vez en el Vaticano resonaron plegarias musulmanas, judías y cristianas. No se mezclaron. En el respeto absoluto de cada tradición religiosa, cada invocación de paz se elevó sin confusión. El rabino, el imán y el cardenal se alternaron en los jardines vaticanos para invocar a Dios. No fue una plegaria conjunta.

Por una parte, el Papa evitó de este modo todo sincretismo o relativismo. No fue una especie de encuentro new age. El custodio de Tierra Santa, el sacerdote franciscano Pierbattista Pizzaballa, organizador del encuentro, insistió en que los líderes no vinieron «para rezar juntos», sino que «vinieron juntos para rezar». Teológicamente, se trata de una distinción significativa, que no sólo responde a la visión teológica de la Iglesia católica, sino que, además, muestra un exquisito respeto por los exponentes judíos y musulmanes, que también se hubieran sentido ofendidos por una oración conjunta.

El poder de la unidad de los cristianos

Por último, al invitar al Patriarca ecuménico de Constantinopla, el Papa demostró, por primera vez en este tipo de encuentros, cómo la unidad de los cristianos les da credibilidad. Dado que las cuestiones teológicas siguen separando desde hace casi mil años a ortodoxos y católicos, surge con frecuencia el desánimo. Parece que la unidad plena de los cristianos divididos en diferentes confesiones no va a llegar nunca.

El Papa, con esta iniciativa, ha mostrado que esperar no es suficiente. Que ya, hoy día, se pueden dar pasos concretos que muestran visiblemente el verdadero deseo de la unidad entre los cristianos, aunque aún no sea completa. Y el hecho de invitar al primero entre iguales de los Patriarcas de las Iglesias ortodoxas fue una manera de decir a los más de dos mil millones de cristianos del planeta: Podemos hacerlo juntos. Católicos y ortodoxos (así como protestantes o anglicanos…) pueden trabajar juntos por la paz, aunque no estén plenamente unidos. Es más, no sólo pueden, sino que deben. También en la guerra en Siria católicos y ortodoxos se han unido para socorrer a la población desesperada.