La Iglesia venezolana pide «no politizar la ayuda humanitaria» - Alfa y Omega

La Iglesia venezolana pide «no politizar la ayuda humanitaria»

El presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana explica en entrevista con Alfa y Omega las condiciones de la Iglesia para participar en el reparto de ayuda humanitaria que el presidente interino del país, Juan Guaidó, quiere comenzar el sábado: intervendrá solo cuando los bienes estén ya dentro del país, y los repartirá a quien más los necesiten

María Martínez López
Un voluntario con ayuda humanitaria en Cúcuta (Colombia), en la frontera con Venezuela. Foto: AFP/Raúl Arboleda

«El pueblo venezolano ya no aguanta más –lamenta el arzobispo de Maracaibo y presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), José Luis Azuaje–. La gente pasa hambre, no tiene servicios públicos… La situación raya en la irracionalidad», añade, mientras en varios puntos de la frontera con Colombia y Brasil se acumulan toneladas de ayuda humanitaria. El presidente interino, Juan Guaidó, ha anunciado que entrarán en el país el día 23, cuando se cumple un mes de su juramento.

Pero Nicolás Maduro sigue negándose a permitir el reparto. Alega que se trata de una estratagema para desestabilizar el país y propiciar una intervención militar de Estados Unidos. Opción, por otro lado, que Donald Trump no descarta. El presidente del episcopado reconoce que «con lo represivo que demostró que podía llegar a ser el Gobierno anterior, se puede esperar cualquier cosa. Hay desazón en el pueblo. Pedimos a Dios que no suceda nada».

Consciente de la necesidad de la gente, la Iglesia está dispuesta a colaborar. Pero sin dejarse instrumentalizar ni ocupar un lugar que no le corresponde. Azuaje explica que, cuando la Asamblea Nacional pidió a la CEV y a Cáritas que organizaran centros para la distribución de la ayuda, «dijimos que sí, pero cuando esté en suelo venezolano». Es decir, no participarán en la entrada de los bienes, pensada –lo reconoce el entorno de Guaidó– para forzar al Ejército contra Maduro.

La Iglesia sí está intentando, sobre todo desde los púlpitos, que ese momento transcurra de forma pacífica: «Los capellanes castrenses intentan transmitir en sus homilías este sentido humanitario de pensar en el bienestar de la población. Y la ayuda también beneficiaría a los soldados y policías, que nos dicen en voz baja que sufren y no tienen pañales para sus hijos. A quien no beneficia es a los generales, que controlan las empresas militares».

A pesar de que entre los militares no se han visto grandes movimientos contra Maduro, «el Ejército no lo apoya en bloque para nada –puntualiza monseñor Azuaje–. Todo el país es un hervidero». De hecho, según la ONG Foro Penal, de los 989 presos políticos, 85 son militares. Una cifra que la Coalición por los Derechos Humanos y la Democracia sitúa en 180.

Monseñor Azuaje. Foto: CNS

Chavistas en la olla comunitaria

Una prioridad para la Iglesia es que «no se politice la ayuda humanitaria», apunta el presidente de la CEV. Cáritas ha anunciado que se sumará al reparto «solo si se trabaja con los mecanismos apropiados y bajo los principios de respeto a los derechos humanos y humanitarios». El arzobispo de Maracaibo explicita que «si por ejemplo se diera ayuda solamente a la gente de un sector social determinado, caeríamos en lo mismo que el anterior Gobierno. A nosotros nos interesa la persona y su dignidad, y por eso la ayuda debe llegar a todo el que tenga necesidad. El otro día –cuenta a modo de ejemplo– organizamos una olla solidaria en la sede de la Conferencia, e invitamos a un grupo de personas que pasaban por delante con símbolos chavistas».

Al distribuir los bienes, la entidad caritativa de la Iglesia priorizará a los niños pequeños, los más afectados por la desnutrición; a las madres embarazadas y lactantes, y a los ancianos. «Muchos no tienen pensión ni servicios para ellos. Y ahora, además, se están haciendo cargo de sus nietos porque sus hijos están entre esos tres millones de personas que han salido del país».

«No hay credibilidad para el diálogo»

En 2002, José Luis Azuaje participó en una mesa de diálogo puesta en marcha por el Gobierno venezolano después del fallido golpe de Estado contra Hugo Chávez. «Hemos sido garantes de varios procesos similares antes del de 2016, pero no han llegado a nada. La noción que el Gobierno tenía de ellos era que se creyera que había apertura y democracia, y así ganar tiempo». Lo demuestra el hecho de que ninguna de las condiciones del proceso de 2016 (devolver las competencias a la Asamblea Nacional, elecciones libres, abrir un canal humanitario…) se cumplió. «Por eso es muy difícil que ahora se pueda gestar un diálogo, sea el mediador quien sea. No hay credibilidad, y si además no se admite que estamos en una situación crítica, eso ya indica que no hay buena voluntad».