«Jesús, gracias por poder estar aquí, contigo» - Alfa y Omega

«Jesús, gracias por poder estar aquí, contigo»

María Martínez López
Ilustración: Asun Silva

Este próximo domingo -y en algunos sitios, hoy, jueves-, todos los católicos de España celebramos una de las fiestas más grandes del año: el Corpus Christi. Esta solemnidad se creó para ayudarnos a recordar que Jesús realmente está en la Eucaristía, aunque sólo parezca pan y vino. En muchos sitios, hay grupos de mayores que se juntan para hacerle compañía y rezarle cuando está expuesto en la custodia.

En la parroquia de Santa Teresa de Jesús, en la población madrileña de Tres Cantos, hay algo que es más difícil de encontrar: un grupo de niños adoradores. A estos niños se los llama tarsicios, en honor de san Tarsicio, un joven al que mataron durante el Imperio Romano, cuando llevaba la comunión a los cristianos que estaban en la cárcel. En los tarsicios de Tres Cantos, que llevan funcionando ya un año y medio, hay unos 40 niños. Están divididos en dos grupos según las edades: desde un año hasta seis, y desde siete hasta once.

Los ratos de oración están adaptados a su capacidad. Para prepararse, los más pequeños colorean algún dibujo sobre Jesús. Luego, van a la capilla, se sientan en una alfombra, y el sacerdote trae a Jesús en la Eucaristía y les ayuda a rezar. Aunque son tan pequeños, Beatriz, la responsable, nos cuenta que «miran a Jesús en la custodia con unas caras que te enseñan cómo tenemos que mirarle todos. Están muy alegres, porque perciben Su presencia mejor que nosotros. Una niña de año y medio daba palmitas de alegría mirando a Jesús. Y otro de un año, cuando el sacerdote preguntó: ¿Cuánto queremos a Jesús?, abrió sus bracitos de par en par. Rezan diciendo cosas tan bonitas como ésta: ¡Jesús, yo te regalo mi corazón!».

Cristina, de nueve años, y su hermana Carmen, de siete, van al grupo de los mayores. «Antes de entrar en la capilla -cuenta Cristina-, preparamos una oración en un papel. Luego, el sacerdote nos enseña a Jesús, y nos cuenta que, para Dios, nada es imposible, y que, si le pedimos algo de corazón, nos ayuda a cumplirlo».

«A mí me cuesta un poco rezar así -añade Cristina-, porque estoy delante de todos y tengo que concentrarme. Luego, quien quiere lee su oración en voz alta. Yo siempre me animo. Le pido a Jesús por los enfermos, por los abuelitos, y por todo el mundo, para que todos los que no creen en Dios vean su luz y consigan amarle. Además, cuando estamos en silencio, le digo: Jesús, gracias por poder estar aquí, contigo, y le cuento lo feliz que estoy por haber hecho este año la Primera Comunión».

Como dice Beatriz, «no hay mejor catequesis que una Adoración en la que Jesús toca nuestros corazones directamente». Por eso, Cristina estaba muy bien preparada para recibirle por primera vez.

«He sentido -explica Cristina- que estaba más cerca de Él y aprendía más cosas. Él me estaba hablando, y yo le hablaba a Él a través del corazón. Sentía que nos abrazábamos, y que Él estaba conmigo y me protegía. Era una gran alegría».

Este domingo, cuando acompañe a Jesús en la procesión del Corpus, vestida de Primera Comunión, podrá volver a decirle todas estas cosas.