La precariedad laboral deshumaniza la existencia - Alfa y Omega

La precariedad laboral deshumaniza la existencia

«El trabajo como derecho fundamental del hombre»: así lo defienden los obispos españoles con motivo del Día Internacional del Trabajo, y piden a los cristianos que ayuden a la solución del problema del paro, «a través de Cáritas, o a través de la implicación de todos en corregir lo que impida, y de alentar lo que estimule, la creación de puestos de trabajo dignos», como señala el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco Varela

Cristina Sánchez Aguilar
El arzobispo de Madrid hace hincapié en «la dolorosísima realidad de tantos hermanos nuestros en paro»

Ante el primero de mayo, el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco Varela, afirma en su exhortación pastoral dedicada al trabajo que «no será posible hablar de justicia social y de solidaridad, y menos de Caridad en la verdad, si todos los instrumentos y factores económicos, sociales y políticos, nacionales e internacionales, no se empeñan en asegurar a toda persona capaz y dispuesta a trabajar la posibilidad de una ocupación digna».

El arzobispo de Madrid hace hincapié en «la dolorosísima realidad de tantos hermanos nuestros en paro», y pide «ayuda a través de Cáritas, en la medida de nuestras posibilidades, y a través de la implicación de todos en corregir todo aquello que impida, y de alentar todo lo que estimule e incentive, la creación de puestos de trabajo digno por parte de los agentes sociales y económicos, y del Estado».

La deshumanización del hombre

Monseñor Ramón del Hoyo, obispo de Jaén, también dedica unas letras a la Fiesta del Trabajo. Y comienza aludiendo al trabajo como condición originaria del hombre: «Cuando el Creador plasmó al hombre, lo invitó a trabajar la tierra. Por el pecado de nuestros primeros padres, sin embargo, el trabajo se transformó en fatiga y sudor, pero el proyecto divino mantiene intacto su valor y finalidad». Por eso, recalca monseñor del Hoyo, «es muy importante que comprendamos el trabajo bajo esta perspectiva, y no como un instrumento de explotación o de ofensa a la dignidad de la persona». Y reconoce que, «detrás de la precariedad de no pocos contratos de trabajo, de la mano de obra barata, de las dificultades para la maternidad en la mujer trabajadora, de tantos contratos eventuales-, se encuentra la concepción mercantilista, más o menos solapada».

También el departamento de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal Española, a través de su obispo responsable, monseñor Antonio Algora, ha publicado una nota con motivo del Día Internacional del Trabajo. En ella, señala que «cualquier ataque a la dignidad del trabajo humano es, intrínsecamente, un ataque a la dignidad de los hombres y mujeres que lo realizan, y por ello una negación de Dios». El obispo de Ciudad Real sostiene que «el desempleo, la precariedad laboral, el subempleo, la economía sumergida, las condiciones de explotación o de inseguridad e insalubridad laboral, el trabajo infantil, la discriminación laboral por razones de sexo o raza, la injusticia de los salarios y otras condiciones laborales…, todo ello son heridas a la dignidad humana que se clavan en las personas de los trabajadores, y que repercute gravemente en sus condiciones de vida, y en las de sus familias, deshumanizando su existencia».