El cardenal Pell, condenado a seis años de cárcel por abuso sexual de menores - Alfa y Omega

El cardenal Pell, condenado a seis años de cárcel por abuso sexual de menores

El juez reconoce que posiblemente no viva lo suficiente para salir de la prisión

Juan Vicente Boo
Foto: ABC

El cardenal George Pell, ex secretario de Economía del Vaticano ha sido condenado por el Tribunal de Melbourne a seis años de cárcel por abuso sexual de dos niños del coro de la catedral en 1996, cuando ambos tenían 13 años y el prelado australiano era el nuevo arzobispo de esa ciudad.

El juez sentenció que no pueda disfrutar de libertad condicional antes de tres años y ocho meses, y reconoció la posibilidad de que Pell, que cuenta 77 años, no viva hasta llegar a salir de la prisión. Declaró también que su sentencia es disuasoria respecto a otros posibles agresores de niños.

El juez Peter Kidd había autorizado la presencia de una cámara de televisión para la retransmisión en directo de la lectura de la sentencia por cinco delitos de abuso de menores: uno de penetración sexual oral y cuatro de actos indecentes con un menor.

La cámara podía enfocar solo al juez –que se dirigió en primera persona al purpurado y describió gráficamente sus delitos e la sacristía de la catedral– por lo que no fue posible ver la reacción de Pell ni la de sus abogados al escuchar descripciones muy crudas ni al conocer la sentencia.

Una periodista presente en la sala relató que Pell miraba fríamente y sin expresión alguna al juez durante la lectura de los fundamentos de la sentencia.

Antes de dictarla, el juez recordó que en su momento había advertido al jurado que «no estaban juzgando a la Iglesia de Australia sino a una persona», y reiteró que también lo hacía él.

Kidd consideró como agravantes la confianza de los niños del coro de la catedral en el arzobispo, la enorme diferencia de poder, y el hecho de haber abusado de los dos juntos, por lo que cada uno sufría observar y ser observado por el otro. Recriminó también a Pell la «extraordinaria arrogancia» de su comportamiento.

El pasado 26 de febrero, cuando el juez levantó la orden de silencio que había impuesto sobre el proceso, la culpabilidad del cardenal australiano saltó a los medios de comunicación de todo el mundo.

Al día siguiente, ordenó su ingreso en una prisión de Melbourne, donde se encuentra en situación de aislamiento para evitar agresiones por parte de los otros presos. Pell se declara inocente y presentó inmediatamente un recurso de apelación. La primera audiencia tendrá lugar el 5 de junio.

El envío de Pell a la cárcel causó desconcierto en el Vaticano, aunque era previsible desde el pasado 11 de diciembre, cuando un jurado de doce personas transmitió al juez su veredicto unánime de culpable.

El portavoz del Vaticano informó que «después de la condena en primer grado del cardenal Pell, la Congregación para la Doctrina de la Fe se ocupará ahora del caso según los modos y los plazos establecidos por las normas canónicas».

En principio, deberían esperar al final del juicio de apelación, que puede durar de seis a ocho meses, antes de entrevistar al denunciante para no interferir en el proceso.

El portavoz del Vaticano añadió que el Papa «ha confirmado las medidas de precaución impuestas por el ordinario del lugar al regreso del cardenal Pell a Australia», consistentes en «la prohibición del ejercicio público del ministerio y, como indican las normas, cualquier contacto con menores de edad». Pell no podría participar en un eventual cónclave a menos que el Papa levantase antes tales medidas cautelares.

En las últimas dos décadas, Pell ha sido denunciado formalmente por seis víctimas por presuntos abusos cometidos entre 1961 y 1987, cuando eran menores de edad. En algunos casos no llegó a haber juicio y en otros no hubo condena.

El pasado mes de febrero, el Tribunal de Melbourne decidió cancelar un segundo juicio contra Pell, llamado «el proceso de la piscina». Pero el denunciante ha presentado posteriormente querella contra el cardenal y la archidiócesis de Melbourne ante el Tribunal Supremo del estado de Victoria.

Juan Vicente Boo / ABC